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La entrada principal de Sumpango con baja afluencia vehicular y de personas, en la mañana del viernes 27 de marzo.

Transporte público en Sumpango: Las restricciones siguen, la necesidad también

«Aparte de no estar trabajando tenemos que seguir pagando los sueldos de los empleados y también a los mareros»
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Transporte público en Sumpango: Las restricciones siguen, la necesidad también

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  • El lunes 16, el Presidente anunció restricciones a nivel nacional, entre ellas, suspendió el transporte público para evitar contagios.
  • Dos mujeres mayores de 60 y 70 años, respectivamente, salen a la carretera a buscar un vehículo que las lleve. Por la falta de buses moverse les representa el doble o triple del gasto.
  • Los taxistas de Sumpango se ven seriamente afectados, las disposiciones municipales restringen la vida comercial del lugar y eso los deja sin clientes.
  • Algunos dueños de autobuses reportan que, independientemente de la crisis, hay pandillas a las que deben pagarles la extorsión.

Desde la restricción de circulación del transporte público, cientos de trabajadores buscan la forma de movilizarse. Los cobros excesivos y el riesgo a su salud son ahora el diario vivir de aquellos que no pueden quedarse en casa.

Dos mujeres kaqchikeles de 67 y 71 años esperan en la parada de buses de Sumpango, Sacatepéquez, sobre la carretera interamericana. Son las 7 de la mañana de un día entre semana. Ambas levantan la mano en espera de un carro que pare y las lleve hacia el mercado de Mixco, ahí venden sus verduras. El transporte público, su medio de transporte habitual, está paralizado a causa de las restricciones por el Covid-19.

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Es evidente que “Quédate en casa” no es una opción para ellas, es decir, por su edad tienen las probabilidades más altas de que este virus les resulte fatal. Pero no ir les representa la pérdida de sus productos y no ganar dinero para su hogar, el único medio de sustento diario. «Se están yendo las compañeras, nos vamos dos o tres, no solas», dice una de ellas, se cubre la boca y nariz con un perraje. Su compañera utiliza una mascarilla de colores y porta un bulto en la cabeza.

Hace dos semanas, el presidente Alejandro Giammattei prohibió, entre otros, el transporte público. La medida restrictiva tiene un objetivo: Evitar que las personas aglomeradas en un mismo espacio. El distanciamiento social ordenado por el Presidente repercutió directo en el bolsillo de estas dos mujeres, duplicando o triplicando el costo.

En un día normal podían llegar a la ciudad de Guatemala en transporte extraurbano, el costo es de 5 quetzales. Desde hace dos semanas esperan a que alguien las traslade por un precio negociable que va de Q5, Q10 o incluso Q15.

«Los que tienen dinero pueden comprar un montón de cosas y así no salen. En cambio, uno tiene que salir porque si no, no hay para comer», explana la señora de 67 años con el rostro cubierto por el perraje.

Distintos costos de transporte

En el mismo lugar, muchos otros se aglutinan esperando transporte que les movilice. Elmer Suchité, de  30 años, empleado en una empresa de alimentos en Santa Lucía Milpas Altas, espera sentado el bus que contrató la empresa desde la restricción al transporte público. Por ahora la empresa cubre los costos de traslado. Trabaja de 7:30 a las 14 horas. Fábricas de cosméticos y maquilas también envían varios buses a Sumpango para su personal.

Menos afortunado es el caso de una enfermera de un hospital privado a 5 kilómetros de Sumpango, a ella el Estado no le cubre el transporte. El primer día que no hubo vehículos colectivos pagó Q10 a un taxi, cuando en bus pagaba Q2, se queja. Ahora un compañero con carro la pasa a traer a ella y otra enfermera, no les cobra.

La Policía Municipal de Tránsito (PMT) verifica los vehículos que llevan personas, no deben estar sobrecargados. De lo contrario se les impone una multa y no podrán continuar.

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Edgar Guerra, de la Defensoría de Usuarios del Transporte Público de la Procuraduría de Derechos Humanos (PDH), informa que derivado de la paralización del transporte, taxistas y otros medios de transporte cobran tarifas elevadas, lo que ha implicado mayores costos para las personas que deben movilizarse. «En el caso de los taxis, cobraban Q10 por persona, ahora cobran Q25», denuncia.

Hasta antes de la crisis del Coronavirus, unos 7 millones de guatemaltecos se movilizaban diariamente en transporte público en sus diferentes gamas: urbano, extraurbano de ruta corta y larga, urbano departamental, interdepartamental, tuc-tuc, taxis, bicitaxis, entre otros, dice el funcionario.

Taxistas sin clientes

A lo interno de Sumpango la crisis por el Coronavirus es palpable, el gremio de taxistas locales ya se vio muy afectado con las medidas implementadas por la comuna. No tienen permitido salir del municipio, ni llevar más de cinco pasajeros. Las unidades deben estar limpias, los choferes usar tapabocas y proveer gel antibacterial a los pasajeros.

La cuota del pasaje también cambió, se cobra Q5, uno más de lo establecido. Aún así, las pérdidas son cuantiosas. Un chofer, quien prefirió no identificarse, se refiere a la situación como «complicada». La ausencia de usuarios y la disminución de horarios le preocupan. «Ahorita ha sido por gusto salir, no queda nada para uno ni para el dueño», lamenta.

Muchos colegas del taxista optaron por no salir a buscar pasajeros a las calles de Sumpango, la suspensión de labores y clases, además del toque de queda, sólo le permite trabajar a menos de la mitad.

En dos horas que lleva de circular, el chofer del microbús solo ha logrado cuatro viajes. De continuar así no sabe qué hará, él y sus compañeros no tienen otra fuente de ingresos. «Por lo menos uno aquí saca para unos Q5 de panes, aunque sea para llevarle un bocado a la familia. Si uno no tuviera necesidad no saldría», comenta.

A las doce del mediodía el mercado municipal cierra, tal como lo ordena el toque de queda. Las calles se tornan desiertas. «Está más cargado en las mañanas cuando vienen a traer al personal de diferentes empresas y a mediodía cuando regresan. Ha bajado la afluencia vehicular en el pueblo», cuenta un agente de la PMT.

Desde temprano los oficiales de tránsito verifican que los buses contratados por empresas tengan el permiso para circular, los pasajeros deben portar mascarillas. De no ser así, serán trasladados con el juez de asuntos municipales para la imposición de una multa que puede llegar hasta los 25 mil quetzales. Sobrecargar los buses también tiene multa de 500 quetzales.

La mayoría de comercios se mantienen cerrados durante el día, solo tiendas, farmacias, ventas de comida, panaderías, y otros de carácter básico se mantienen abiertos hasta poco antes del toque de queda a las 16 horas. Momento en que las patrullas de la la PMT y Policía Nacional Civil (PNC) activan sus sirenas y anuncian el resguardo obligatorio.

Desde que se estableció el toque de queda, cuatro personas ya fueron detenidas en el municipio por infringir la norma.

Preocupación en el gremio de buses

Para los dueños de los buses extraurbanos el paro es de suma preocupación. René Navas es propietario de Transportes Risueña, una línea de cinco camionetas, cubre de Sumpango a Chimaltenango y la ciudad de Guatemala. Desde que inició la prohibición, Navas cumple con los pagos a los nueve trabajadores que emplea, afirma.

El empresario fue entrevistado un día antes de que el Diario Oficial anunciara la extensión de las restricciones a la libre locomoción hasta pasada la Semana Santa, desde ya temía que, de ampliarse el periodo, entrarán en crisis. No hay ningún ingreso.

«Aparte de no estar trabajando tenemos que seguir pagando los sueldos de los empleados y también a los mareros», revela. Al respecto Guerra comenta que son muchos los dueños de transportes que deben cumplir con la cuota «De pescado» o de «Semana Santa». «Ellos (los extorsionistas) les dicen que no les importa la crisis que está pasando, quieren su bono».

En el parqueo de la casa de Navas los camiones que transportan frutas y verduras también están varados, según las disposiciones oficiales tienen el permiso de salir, pero tienen un problema que les impide salir: El transporte está habilitado para productos, no para personas. «La gente trae su carga pero no tienen cómo transportarse. Nos piden de favor que los llevemos en el camión, pero eso no está permitido», explica. Diariamente pierde entre Q5 mil y Q7 mil. No sabe cómo lo repondrán al reanudar labores, ni bajo qué medidas de salubridad. Hasta ayer, guardaba la esperanza de que el Presidente levante la restricción y puedan circular de nuevo. El domingo 29 de marzo por la mañana esa esperanza fue truncada.

El panorama de futuro

Guerra espera que al reactivarse el servicio del transporte público, las autoridades velen en favor de los usuarios y no paguen precios más altos de lo establecido. «Sería injusto que el guatemalteco, derivado de la crisis que está viviendo, incluso con amenazas de despido de la parte patronal, se encuentre con un panorama desalentador al pagar más por el pasaje», comenta.

El funcionario espera acciones inmediatas del gobierno, como montar operativos para evitar los cobros desmedidos de taxistas durante esta crisis, y a los buses cuando el servicio se reactive. La respuesta a las secuelas de la pandemia en todos los sectores y niveles no está clara.

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Una nueva semana empieza, el virus avanza silencioso e invisible, pero a su paso desnuda el sistema. Cientos de empleados salen de nuevo a las paradas en busca de algún medio de transporte para llegar a sus trabajos. Las mujeres con venta en el mercado, los trabajadores de fábricas, maquilas, y otras empresas, se sortean sobrevivir y se aferran al único medio que tienen para obtener dinero, con todos los riesgos que implica a su salud, la de su familia, y la de la población en general.

Para  los comerciantes de Sumpango #QuédateEnCasa son tres palabras, sin espacios, precedidas de un signo numeral, no una opción.

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