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En la madrugada del 27 de Octubre 2018, la primera caravana de migrantes se detiene en proximidad de la frontera que separa el estado de Chiapas con Oaxaca, México, por el bloqueo impuesto por la policía federal. Simone Dalmasso

Roldán: «La Compañía de Jesús propone pasar del individualismo a proyectos comunitarios vinculados con lo territorial»

Lo que tenemos hoy son administradores cada vez más corruptos a cargo del Estado
Centroamérica ha ido perdiendo su capacidad de autoalimentarse; esa que protegen en primer término los países llamados «desarrollados»
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Roldán: «La Compañía de Jesús propone pasar del individualismo a proyectos comunitarios vinculados con lo territorial»

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La Compañía de Jesús lleva décadas acompañando, en México y en Centroamérica, a los refugiados y a las víctimas de la migración forzada, pero es hoy que estas dos provincias emiten «con preocupación» una postura para dotar a sus obras de un marco común que oriente su incidencia sociopolítica. Tienen ahora una particular sensación de urgencia, dice Úrsula Roldán, directora del Instituto de Investigación y Proyección sobre Dinámicas Globales y Territoriales de la Universidad Rafael Landívar y miembro del equipo facilitador del documento, porque los flujos de migración «en lugar de disminuir han aumentado y cada vez con mayor crudeza».

«Ya no se movilizan los hombres solos que lograban su objetivo de llegar a su destino», dice, y continúa: «Ahora se ven rostros de mujeres, niñez. Y estos flujos no solo muestran al que se va al norte, sino también a los que regresan con muchas frustraciones porque fueron detenidos, deportados o avasallados. Hay una mayor crudeza y complejidad en estas migraciones, que cada vez son más forzadas. Y vemos que los Estados, lejos de responsabilizarse de las causas que fuerzan a estas poblaciones a dejar sus hogares y sus territorios, lejos de establecer políticas de protección, lejos de cumplir sus obligaciones constitucionales y de convenios internacionales, cada vez más aceptan políticas convenencieras de contención migratoria, que cada vez son más violentas.

La región está atravesada por gobiernos cada vez más corruptos, dictatoriales, como sucede con Nicaragua. Además, el incremento de las migraciones forzadas es debido a múltiples causas enraizadas en nuestras sociedades y sistemas económicos y políticos. Por eso la postura de la Compañía en este documento es una propuesta integral y no una que solo busca atacar las consecuencias».

El documento, titulado Postura de la Compañía de Jesús en México y Centroamérica ante las migraciones forzadas, describe siete causas estructurales de la migración, cuyo núcleo ético, quizá, esté en la última: «el horizonte individualista de la vida unido al universalismo que prioriza las categorías globales sobre las locales».

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Como respuesta, como forma de evitar la migración forzada, postulan un cambio de modelo de Estado y de economía movidos por una transformación ética y vital: el abandono del individualismo y del universalismo a favor del comunitarismo y las soluciones locales y propias. ¿A qué se refieren?

Sí, proponemos pasar del individualismo a proyectos comunitarios vinculados con lo territorial. La economía capitalista global favorece vínculos a través de la virtualidad, pero nos quiere incluir en espacios cada vez más desarraigados, economías cada vez más ficticias, no vinculadas a la producción, sino a la especulación financiera y de los bienes de la vida. La migración, o lo que se ha conocido como el “sueño americano”, también genera muchas veces un horizonte de vida consumista, que no solo no permite atender el bienestar en su significado más integral sino nos afecta como humanidad. Sabemos que esta dinámica consumista nos pasa factura tarde o temprano con mayor deterioro ambiental.

El éxito se fija en términos individuales y perdemos el horizonte de lo común. Se trata de vivir y crecer en sentido de comunidad, convivir con los bienes comunes en lugar de acapararlos o destruirlos. Sí, deseamos proyectos que respeten y se acoplen con la diversidad que somos, étnica, de género, sexual; pero eso no quiere decir que rechacemos per se el universalismo, no, porque valoramos en ese universalismo los derechos humanos individuales y colectivos, la subsistencia y la paz planetaria que debiera ser un objetivo universal. Además, parte de nuestras propuestas retoman las políticas de salud y educación universales. La ética engloba todos estos objetivos y prácticas que son necesarias. La ética como principio universal en pos del bien común, el servicio, la reciprocidad y una mayor solidaridad.

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¿Han visto alguna gran transformación, para bien o para mal, en los últimos años, aparte de las caravanas a la luz del día?

Las políticas antiinmigrantes que han logrado construir no solo un muro físico sino además fronteras al sur. Esto hace que se interrumpa la migración que antes, aunque indocumentada, era más circular. Además, los inmigrantes ya no ven posibilidad de retornar a sus países de origen luego de ciertos años de trabajo y ahorro, porque las condiciones han empeorado. Estas dos condiciones, han favorecido una industria de la migración cada vez más costosa. La inversión que antes se hacia para el retorno, ahora es más bien para pagar un viaje cada vez más costoso. De entre 800 y 1,500 dólares que se pagaba antes, hemos pasado a 10,000 o $15,000.  Y los costos sociales, insistimos, son cada vez más dolorosos.

¿Qué es lo que más les preocupa?

Que nada cambie en los países de origen, sino que empeoren y aumenten los éxodos masivos como los que ahora representan las caravanas. Y que frente a estas los convenios y tratados internacionales sobre derechos humanos se estén debilitando, y como consecuencia los cuerpos y vidas de las y los migrantes queden desprotegidos, que se vulnere cada vez más la dignidad de las personas. Que sus sueños se conviertan en frustraciones, pérdida de sus vidas y limitados bienes. Y aun así, si no hay condiciones en sus países de origen, el único proyecto de vida será la migración forzada.

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¿Cómo ven el panorama de la migración centroamericana en este momento?

Muy complejo, porque todos los países en la región (de origen, tránsito, destino y retorno) están impactados por este tipo de migración. Y en consecuencia, producto del colapso de estos países, se están acumulando flujos como los del Caribe (Haití y Cuba), Nicaragua, y los de los países del norte de Centroamérica, que representan una conjunción de causas, desde la económica hasta la política y ambiental, la reunificación familiar y también la desesperanza.

Los que provienen del sur, desde el sur de América y desde otros continentes (venezolanos; africanos y afganos), todos buscan Estados Unidos como país de destino.

Esto genera grandes represas de contención en la frontera de Panamá, Guatemala y México, con amenazas de rompimiento. Aunque las políticas antimigratorias vienen del norte, las ejecutan estos estados con enormes fallas de gobernabilidad y su único mecanismo es la violencia. En la gobernabilidad y democracia de toda esta región tiene Estados Unidos una alta influencia. Pero cada vez más se ven actores jugando en la misma cancha con diversos intereses (el narcotráfico, por ejemplo, las redes de trata de personas, etc). Estados Unidos influye para bien y para mal en el sistema de Naciones Unidas y los Organización de Estados Americanos, que no han tenido la capacidad de desempeñar un papel más neutral en la recomposición de las democracias, sino que han jugado del lado de la nación más poderosa, cuyos intereses inclinan la balanza. Ante el fracaso de estos organismos encargados de velar por la multipolaridad para mantener y sostener la paz y el bienestar de la humanidad, lo que se pone en juego son intereses de EEUU y sus disputas con otras potencias que comienzan a tener injerencia en la región.

Aunque ya no estamos en la Guerra Fría, seguimos inmersos en una lucha, económica y política, por la hegemonía mundial. Las regiones pobres del sur global sufren siempre las peores consecuencias y pierden el control de sus recursos y de sus gobiernos. Por todas estas causas, la gran válvula de escape es la migración forzada, salvar sus vidas solicitando el refugio.

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Plantean la necesidad de ceder a los intereses del grupo para repensar los acuerdos nacionales desde una perspectiva de inclusión y solidaridad. ¿De qué forma se logra eso, en vista de las rupturas y los abismos existentes en términos de confianza, creencias e intereses?

La única manera de sobrevivir es en convivencia con nosotros mismos y con la naturaleza. Nos lo enseñan los grandes conflictos y guerras en el mundo. Tenemos que ceder en el nivel económico pero también político y cultural, pero el que tiene poder y privilegios tendrá que ceder más.

Y frente a la realidad actual de desconfianza e intereses toca construir confianzas. Primero desde lo más cercano, porque hasta dentro de los próximos la desconfianza está instalada. Las violencias se dan también dentro de casa, en y entre comunidades. Necesitamos modificar estas relaciones y tener capacidad para abrirnos a otros pensamientos diferentes y construir juntos desde la diversidad que enriquece. Mayor capacidad de entendimiento entre más grupos y sectores. Solo así tendremos la posibilidad quizás de dialogar y negociar esos objetivos más generales que representen los intereses de todos nosotros.

¿Cómo creen que «el horizonte comunitario de los pueblos indígenas y campesinos», como lo llaman, ayuda a encontrar «caminos de esperanza, dignidad, solidaridad y justicia»?

Creemos que los pueblos indígenas y campesinos tienen una cultura de origen comunitario que siguen practicando, a pesar de todo, muy vinculada a los bienes de la naturaleza. También quisiera decir que las mujeres, dentro y fuera de estas culturas, aportamos retomando muchos hilos que construyen la vida y las relaciones más igualitarias. Son ellos y ellas quienes mantienen las resistencias frente al acaparamiento o la apropiación de la tierra, el agua, los bosques y el subsuelo. Son estos pueblos y sectores de población que hoy están siendo más afectados frente al cambio climático, la pérdida de sus bienes de vida y quienes han estado excluidos de los beneficios del Estado. Son ellos y ellas quienes están migrando y retornando. Entonces creemos que buena parte de su cosmovisión, de sus prácticas, contiene muchos principios que necesitamos reforzar en estos proyectos de vida para el presente y futuro.

Pero también es cierto que todos tenemos que reflexionar sobre este presente y futuro común que deseamos. Necesitamos cambiar mucho de nuestras propias prácticas y escuchar y aprender en diálogo con esas culturas. Sin esta reconstrucción o reconducción de estos grandes factores no lograremos alcanzar una vida plena. Tendremos cada vez menos sectores con un consumo cada vez más opulento, que va a querer mantener sus privilegios a toda costa. Para lograrlo solo les quedará la violencia o el convencimiento, metiéndonos en este espejismo del consumismo. La consecuencia será tener a la mayoría de la población sobreviviendo en defensa de su vida. Todos viviremos las consecuencias del colapso ambiental que provoca el tener como único objetivo de “desarrollo infinito” del crecimiento económico.

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Proponen integrar la visión comunitaria en los planes de estudio. ¿En qué consiste esto? ¿En qué materias?

No hemos llegado a ese punto.  Pero existe el compromiso de la Compañía de Jesús para que sus obras actúen cada vez más en sintonía desarrollando estas propuestas. Podrían parecer genéricas pero tienen un horizonte común para cambiar estas condiciones estructurales que generan migración forzada. Actuando desde abajo en comunicación con otros. Pensando y situándose desde y con las personas más vulneradas como lo establecen nuestras Prioridades Apostólicas.

En medio de todas estas crisis, ¿abogan por alguna forma de soberanía alimentaria, o por revisar las condiciones del intercambio comercial de alimentos?

Sí. Centroamérica ha ido perdiendo su capacidad de autoalimentarse; esa que protegen en primer término los países llamados «desarrollados». El maíz y el arroz están ahora mismo amenazados por el fin de los aranceles establecidos en el Tratado de Libre de Comercio entre los países de Centroamérica y Estados Unidos. El acceso a la tierra para la producción también está amenazado por la expansión de los monocultivos, la ganadería y los proyectos turísticos a gran escala, como es el caso de Honduras y Guatemala.

Uno de los grandes problemas históricos no resueltos, en los tres países del norte de Centroamérica, ha sido el acceso y regularización de la tierra; así como el abandono de las políticas de asistencia al campo y la afectación por el impacto del cambio climático. Todo ello ha debilitado la capacidad productiva alimenticia de campesinos y campesinas. Hay muchos incentivos para instalar la cultura de la comida chatarra, incluso influenciada desde la misma migración, que afecta la demanda de estos alimentos. Si la salud se constituye en un objetivo social este modelo alimenticio podría cambiarse, porque después de la pandemia, según lo que nos dicen los científicos, lo peor está por venir.

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¿Es el narcotráfico la mayor amenaza al aparato de los Estados, hoy por hoy?

Sí, porque han penetrado en los territorios y las instituciones del Estado. Porque maneja tal cantidad de capital que triplica cualquier presupuesto nacional. Es capaz de comprar cualquier voluntad. Y goza de impunidad porque es un actor desvinculado de los mecanismos políticos; es control por la fuerza. Aunque otros poderes que se constituyen en paralelos al Estado, y que impiden los cambios, también pueden ser letales.

“La migración de personas hondureñas, guatemaltecas y salvadoreñas hacia el norte del continente es seguramente la consecuencia de una serie de alianzas y complicidades de las élites económicas y políticas de estos tres países, que defienden intereses de grupo por encima de los intereses nacionales, sociales o comunitarios”. Es una afirmación grande. ¿Cómo se relaciona con la migración y a cuándo se remonta esta alianza, según ustedes?

Hemos discutido todo este año en un seminario centroamericano del Apostolado Social, a propósito de la conmemoración del bicentenario. Y allí revisamos nuestra historia, la de los sueños y las acciones emancipatorias, de revoluciones y cambios fallidos. Se lograron avances con la firma de grandes Acuerdos de Paz o nuevos pactos por democracias civiles, que fueron perdiéndose en elecciones cada vez más controladas por los financiamientos privados e ilícitos, por populismos que aprovechan esa población cautiva, efecto de una educación pública paupérrima, y del empobrecimiento de las clases populares o de una clase media más alienada.

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Hemos perdido mucho en estos 200 años. Nos han acompañado los caudillos y nos acostumbramos a esa cultura conservadora, como nos dijo el escritor nicaragüense Sergio Ramírez (hoy perseguido por el gobierno de Ortega-Murillo). Todas estas condiciones han construido un escenario para que esas élites «depredadoras» (según la expresión de Juan González, asesor del presidente Biden) y criollas, mantuvieran estos países como grandes fincas. El Estado, que debió haberse construido desde la República y desde naciones integradas, simplemente se fue desdibujando hasta perderse en el horizonte. Lo que tenemos hoy son administradores cada vez más corruptos a cargo de esa conducción.

Y también algunos criminales, que han capturado y cooptado los sistemas. Basta leer los informes de Unodc, los informes y los procesos de Cicig, o las investigaciones de la Fundación Myrna Mack y de Oxfam. La relación con la migración es mucha porque así no hay Estados que cambien estas condiciones estructurales. Ese es el desafío: lograr que diferentes actores de la sociedad como los pueblos indígenas, campesinos, mujeres y sectores académicos, sociales, empresariales con vocación democrática, retomemos estos grandes postulados para cambiar de raíz el problema de la migración forzada. Precisamos estados de derecho reales y fortalecidos y un sistema económico y sociopolítico que tenga como referente la dignidad de las personas, el bien común, el servicio y acompañamiento a las personas vulneradas, descartadas. Esta es la condición ética.

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¿Cómo describen la «distorsión de la democracia» que denuncian en Centroamérica?

Se ha perdido la independencia de los poderes. Los financiamientos privado e ilícito controlan los vehículos electorales. Las élites económicas tienen un control casi absoluto sobre las decisiones públicas y cada vez quieren un mayor control de los recursos que son necesarios para la supervivencia de todos. La ciudadanía sobrevive y es presa de ofertas populistas, que, está demostrado, pueden construirse desde la derecha o la izquierda. Y lo peor, la tendencia al autoritarismo y vuelta de las dictaduras.

¿Cómo se relaciona la desconexión entre las élites nacionales y las bases organizadas con la alianza entre las élites económicas y políticas?

Aquí nos referimos a la desconexión de objetivos y fines en pos del bienestar en espacios comunes, como el Estado y el ejercicio de la democracia. Todos estamos perdiendo el entusiasmo y la esperanza por ellas. Algunos creen que volver a los caudillos es la solución. Otros quizás creen que se resuelve «dándole vuelta a la tortilla», es decir que los sectores «dominados» gobiernen, pero con los mismos instrumentos del dominador. La visión de la Compañía es lograr un equilibrio del poder y una cultura política de la pluralidad. La apuesta es acompañar y estar presentes en que se construya una arena política abierta a todos los sectores, sin privilegios para el más fuerte, para exponer sus proyectos de país y políticas que beneficien a las mayorías y, ¿por qué no?, lograr mayores autonomías para los pueblos y sus territorios. Más cercanía de sus gobiernos a sus vidas, a nuestros cuerpos. Mayor alternancia de los poderes para que no pase lo del agua, que al quedarse estancada se enturbia y apesta, como pasó en Nicaragua.

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El diagnóstico acerca de la corrupción es distinto para cada uno de los tres países. Dicen que en Honduras se concentra en el Gobierno central; en El Salvador en los locales; y en Guatemala se encuentra a todo nivel. Yo hubiera dicho que en los tres países está a todo nivel. ¿Cómo se explican estas diferencias?

Son tendencias desplegadas en el tiempo las que muestran dónde se ha concentrado la capacidad del poder para maniobrar a favor de la corrupción, pero cada vez más la corrupción se expande en todos los niveles. Este fenómeno mundial ya está siendo estudiado como uno de los más letales de este tiempo y se presenta tanto en regímenes democráticos como autoritarios, dictatoriales o populistas. La corrupción es trasnacional, como lo ilustra el caso Obredecht o los proyectos extractivos que se instalan en estas regiones. Algún historiador dirá que se vivió en otras épocas, y que veamos el caso de la United Fruit Company y la revolución del 44-52 en Guatemala. Pero la corrupción tiene hoy un concepto más complejo, más amplio, con mecanismos más sutiles pero más descarados y expansivos. 

¿Tiene consecuencias distintas?

El nivel local es el que afecta la vida concreta de la gente y el está cambiando de forma más fácilmente perceptible su estilo de vida. Lo mismo podríamos decir del impacto de los proyectos extractivos. Pero la corrupción nacional es la que le impide lograr una buena educación, salud, comunicación, transporte… Y por supuesto contribuye a mecanismos de privatizaciones fraudulentas, como es el caso de la energía o el agua. Creo que la población se está dando cuenta de que la corrupción generalizada le impacta. El reto es la capacidad de organización y acción, que es complicada.

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