Esa es la voz de una mujer con tres hijas (o más), beneficiaria del Bono Familia, reconocimiento de un Estado que atiende la pobreza desde el contexto de una pandemia global. Una voz que surge desde la luz tenue que entra desde las zanjas de una lámina mal puesta. Esta es una voz que habla desde la propaganda de un gobierno que intenta dar buenas noticias. Cómo se puede estar feliz de dar lo que es obligación del Estado. Cómo pueden esos actos grabados contar como buenas noticias. Videos que mueven el corazón, pues muestran lo que somos: una sociedad desigual que únicamente actúa desde la miseria. Las imágenes no muestran ningún logro de gobierno. Muestran la cara de la pobreza. La cara de la necesidad diaria, de la necesidad histórica.
Una olla con agua hirviendo y una sopa instantánea en un país rico, diverso y de tierra fértil. Somos una pinche vergüenza. Escondemos cifras, matamos en silencio y oramos con ayunos para que Dios bendiga a Guatemala. Que los niños con privilegio se diviertan. Que las mujeres con hambre cumplan condena por incumplir la ley de una pandemia que mata igual que como las mataba antes, pero ahora con horarios.
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Mil quetzales: la mitad del costo de una prueba privada al derecho a conocer un resultado. De eso se trata el Bono Familia: de exponer historias desgarradoras con sonrisas fingidas y fondo musical perverso, montaje que desvía de la realidad.
Fidel, 13 años, lustrador, originario de Santa María Chiquimula, Totonicapán, lleva 25 días en la capital y duerme cada noche por Q6 en una bodega de la Terminal. Hoy me confesó que quiere volver a casa, pero dice que no hay transporte y que un taxista le dijo que le cobraría Q1,000 por llevarlo. Él quiere ser cocinero. Le pregunté si quiere aprender a ser panadero antes. Me respondió: «Si se quiere, se aprende».
Fidel es la mayoría. Fidel es la esperanza y la razón de lucha. Desde hace dos días inundamos la discusión con esos adolescentes que ignoran la otra cara de la versión. Y eso es grave. Y eso es muy grave. Ellos son pocos y se llevan el espectáculo porque con sus actos son capaces de violentar a una sociedad entera, como sus padres y la historia de secuestro de un Estado.