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México, Países Bajos y Guatemala en movilidad y seguridad vial

No fueron «políticos iluminados» los que cambiaron el rumbo y detuvieron la destrucción de barrios enteros para construir infraestructura urbana con la miope visión del flujo veloz de los automóviles. Fueron ciudadanos organizados.
A pesar de haber comprendido desde el principio la mayor eficiencia del transporte público, nunca se le otorgó la prioridad que merecía.
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México, Países Bajos y Guatemala en movilidad y seguridad vial

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En la búsqueda de soluciones para mejorar la movilidad urbana y la seguridad vial, diversos países han emprendido caminos divergentes y estrategias contrastantes. Desde cambios legislativos significativos hasta movilizaciones ciudadanas que han transformado la infraestructura urbana, por lo que se evidencia la importancia de políticas inclusivas y sostenibles para abordar estos desafíos globales. A través de estos ejemplos, se destacan tanto los avances logrados como las lecciones aprendidas que podrían guiar el futuro de Guatemala y otras naciones en desarrollo.

Activistas, expertos y organizaciones de la sociedad civil lograron plasmar el derecho a la movilidad con seguridad vial en la Constitución Mexicana desde el año 2020.  Particularmente, se agregó un párrafo al artículo cuarto, donde se establecen otros derechos, como el derecho a la salud.  

«Toda persona tiene derecho a la movilidad en condiciones de seguridad vial, accesibilidad, eficiencia, sostenibilidad, calidad, inclusión e igualdad».

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A partir de este avance, la Coalición por la Movilidad Segura, integrada por 97 organizaciones de la sociedad civil y especialistas con presencia en los 32 estados del país, lideró la redacción de la Ley General de Movilidad y Seguridad Vial. Con una visión sistémica y fundamentada en las mejores prácticas internacionales en materia de movilidad y seguridad vial, esta se aprobó en mayo del 2022.

La ley se basa en la premisa de que la movilidad sustentable y la seguridad vial van de la mano. En América Latina, solemos considerar a nuestros vecinos del norte (Estados Unidos y Canadá) como ejemplo; sin embargo, en muchos aspectos, están igual o incluso peor que los países en vías de desarrollo, siendo la inseguridad vial uno de estos problemas.

En estos países, fallece diariamente una cantidad de personas equivalente a la que resultaría de estrellarse dos aviones Boeing (llenos), ya sea por choques o atropellos, fenómenos que están volviéndose cada vez más frecuentes.

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A pesar de haber comprendido desde el principio la mayor eficiencia del transporte público, nunca se le otorgó la prioridad que merecía. Bajo una fuerte presión de la industria automotriz, se centraron en la construcción de autopistas urbanas, distribuidores viales y pasos a desnivel, sin considerar que su mantenimiento resulta más costoso que su construcción. La dedicación de recursos y esfuerzos al movimiento rápido de autos es lo que hoy en día causa esas graves consecuencias.

Por otro lado, Países Bajos nos lleva al menos 40 años de ventaja en comparación con los países latinos, Canadá y Estados Unidos, en lo que respecta a la prevención de muertes y lesiones graves por accidentes. Sistemáticamente, en Países Bajos han construido entornos que cuidan la vida.  Y lo hacen, consiguiendo al mismo tiempo que todas las personas se muevan eficientemente, sin importar el medio de transporte que usen (auto, bici, transporte público).  Cabe señalar que antes de los setenta la capital de ese país se veía tal cual hoy en día están nuestras ciudades latinoamericanas: atestadas de congestionamiento vial y estacionamiento en la calle (sin mencionar que era inseguro caminar o andar en bicicleta). O sea que Ámsterdam,  no era Ámsterdam.  ¿Qué se requirió para convertir esas «vialidades»,  en espacios más eficientes y seguros al mismo tiempo? Manifestaciones, coaliciones y voluntad política.

No fueron «políticos iluminados»  los que cambiaron el rumbo y detuvieron la destrucción de barrios enteros para construir infraestructura urbana con la miope visión del flujo veloz de los automóviles.  Fueron ciudadanos organizados.  Es fundamental que Guatemala camine en la dirección correcta.  Conocer las historias de otros países puede ayudarles a tener mayores aciertos y evitar equivocaciones.

El caso de Países Bajos ejemplifica cómo la voluntad política respaldada por la acción ciudadana puede transformar radicalmente la movilidad urbana, priorizando la seguridad vial y la sostenibilidad. En contraste, los desafíos persisten en muchas partes del mundo, donde la falta de integración entre políticas de transporte y la presión de intereses comerciales han resultado en consecuencias lamentables. Es esencial que Guatemala y otros países aprendan de estos precedentes para forjar un futuro donde la movilidad sea segura, accesible y sostenible para todos sus habitantes.

 

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