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¿Quién gobierna? (y ¿cómo?)

Cuando yo empecé a estudiar la economía política de Centroamérica en los años 90, la gran ilusión de las instituciones financieras, las organizaciones de desarrollo, los foros globales y los académicos más influyentes, era el mercado. Ahora eso ha cambiado.
Esta conclusión coincide con uno de los hallazgos de nuestro libro: Los grandes grupos multisectoriales que ya dominan en Centroamérica son menos innovadores que empresas individuales.
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¿Quién gobierna? (y ¿cómo?)

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Cuando anduve en Guatemala, siendo una joven estudiante de doctorado allá por los años 90, uno de los libros que más me ayudó a entender el país fue un volumen firmado por Fernando Valdez y Mayra Palencia Prado. Se titulaba Los dominios del poder: la encrucijada tributaria y examinaba las fallidas reformas tributarias que gobierno tras gobierno se habían intentando. Ahora el profesor Valdez publica El gobierno de las elites globales: Cómo se organiza el consentimiento. La experiencia del triángulo norte, una investigación muy ambiciosa que aporta mucha información e ideas al debate público guatemalteco pero también al centroamericano.

El gobierno de las elites globales logra hacer varias cosas a la vez. Tres, por lo menos:

En primer lugar, es un estudio sobre elites del triángulo norte: sus ideas y comportamientos, lo que les une y lo que les divide.

En segundo, es también un estudio de las instituciones pensadas para generar consentimiento en estos tres países. Es decir, trata de cómo las elites logran imponer o inocular sus ideas a gran parte de la población.

Y por último, es un estudio de las redes entre las elites locales y las instituciones y elites globales.

De lo privado a lo público: un cambio en el foco de interés

La búsqueda principal que motivó este libro fue cómo establecer y fortalecer un Estado y una institucionalidad pública para que pueda llevar paz, desarrollo y oportunidades a todos y todas, en el contexto nacional y global de una enorme concentración de riqueza y poder. A mi juicio, este es, de hecho, uno de los temas principales de nuestro tiempo, aunque eso no significa que se trate de un tema nuevo: lo hemos discutido por décadas, si no más. Y Fernando Valdez comparte esta preocupación con muchos de los autores más leídos del momento en el ámbito de la teoría de desarrollo: Fukuyama, Acemoglu y Robinson, North...

Sin embargo, cuando yo empecé a estudiar la economía política de Centroamérica en los años 90, la gran ilusión de las instituciones financieras, las organizaciones de desarrollo, los foros globales y los académicos más influyentes, era el mercado. Fortalecer el mercado y los actores privados se consideraba entonces la manera principal de desencadenar un proceso de desarrollo.

Ahora eso ha cambiado: la debilidad de las instituciones es hoy una preocupación para todos, inclusive para los grandes y poderosos empresarios, como muestra el profesor Valdez en su libro.

Pero, como también muestra en estas páginas, a muchos de ellos aún les falta entender su propia responsabilidad en el deterioro de las instituciones. En vez de aceptar una distribución más equitativa del poder que requiere la construcción de instituciones fuertes sugieren reemplazar el Estado: mediante la creación de instituciones educativas, desarrollando políticas públicas, y también con sus prácticas de Responsabilidad Social Empresarial.

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Hay además otros empresarios que han convertido la debilidad institucional en una ventaja comparativa: frente al desembarco de las empresas transnacionales, el conocimiento del entorno y de las debilidades de las instituciones públicas del que gozan los empresarios nacionales incrementa su valor y les ayuda a seguir siendo relevantes en un contexto de una economía globalizada.

Como también vemos en otros estudios internacionales actuales, este libro estudia las élites con el fin de explorar la posibilidad de construir este tipo de Estados. Examina sus estrategias, sus valores, sus ideologías. Pero a diferencia de muchos de esos otros autores, este libro deja claro que las elites no construyen solas las instituciones. Las instituciones son un resultado de procesos históricos de pugnas entre diferentes grupos sociales y la eventual voluntad o resignación de las elites, que terminan cediendo poder en pos del bien común. La información que contiene este libro es crucial para entender cómo este proceso pudiera desarrollarse aquí.

Las élites: cómo piensan, cómo operan, ¿innovan?

Vuelvo ahora a los tres logros principales del libro. Primero, es una contribución importante al estudio de las élites en la región, y complementa otros estudios recientes, como los del proyecto liderado por la American University, u otros, de corte independiente, como los que ha hecho por ejemplo Luis Solano. También está el que yo he dirigido sobre grupos económicos.

Sin embargo, estos se enfocan en general en el control de recursos económicos por parte de las elites y cómo se han reconfigurado a través de nuevos patrones de inversiones y ejes de acumulación. El valor agregado del libro del profesor Valdez es que se centra en las ideas y el modus operandi de las elites: las ve como actores sociales y políticos, no solo como actores económicos.

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Valdez distingue (y hay que subrayar el valor de esta distinción) entre diferentes grupos de empresarios: Allí aparece el empresariado rentista, el empresariado libertario y el empresariado pragmático. Lo que más le preocupa de todo es que el empresario emprendedor, en el sentido Schumpeteriano, ha sido desplazado.

Esta conclusión coincide con uno de los hallazgos de nuestro libro: Los grandes grupos multisectoriales que ya dominan en Centroamérica son menos innovadores que empresas individuales. El descubrimiento contradice los resultados de otras partes del mundo donde los grupos multisectoriales son más innovadores. La explicación que encontramos nosotros es que aquí los grandes grupos diversifican en vez de innovar: invierten en nuevos sectores que prometen ganancias rápidas en vez de invertir con fuerza para crecer en un sector.

La investigación de Valdez me parece muy valiosa en los segmentos de entrevistas con empresarios. Por un lado, muestran que los grandes empresarios sí tienen visiones políticas y de desarrollo. En sus visiones no son cortoplacistas ni piensas solo en sus empresas. Pero muestra otra cosa también: que en sus visiones no existe el pueblo como actor: no existen movimientos sociales, no existen trabajadores organizados, no existe una división de poderes.

Este hecho me despertó la pregunta de cuáles son las ideas que más han influido e influyen en ellos. Según varios autores, por ejemplo Oglesbyy Beard, en los años 90 el neoliberalismo tuvo el efecto de unificar diferentes sectores de los empresarios. Mucha de la información recogida por el profesor Valdez aquí apunta a que el neoliberalismo sigue siendo muy fuerte, pero no me quedó del todo claro: ¿cuáles son en realidad las ideologías más influyentes en el empresariado hoy? ¿Sigue siendo el neoliberalismo por encima de todas?

No digan “no”

El segundo tema crucial del libro de Valdez es la institucionalidad del consentimiento. Se hace una distinción muy útil entre consenso y consentimiento. Refiere a Eric Marin, que clarifica que “consenso es cuando todos dicen 'sí' mientras que consentimiento es cuando nadie dice 'no'”.

Ha habido varios estudios sobre esto en la región. Sobre todo han tratado el papel que la agencia de EE.UU. de cooperación al desarrollo, la AID, ha desempeñado en crear instituciones dirigidas hacía cambiar las ideas dominantes y a través de eso fortalecer el empresariado como el actor de cambio social y político. Pienso en los estudios por ejemplo de Ben Crosby de Honduras de los años 80s, Hernán Rosa sobre El Salvador y Carlos Sojo sobre Costa Rica.

Sin embargo, existen muy pocos estudios más recientes y sobre todo no estudios tan completos como este. Y es solo estudiando la totalidad de los distintos think tanks y organizaciones que uno puede llegar a una idea de su influencia general.

Lo único que podría fortalecer esta parte aún más sería hacer un estudio completo sobre las instituciones de esta índole que existen y mostrar las diferencias de acceso a fondos, etc. Porque existe también instituciones que promulgan otras visiones: pienso por ejemplo en Fundación Friedrich Ebert, Flacso, etc. También reciben fondos desde el extranjero, pero en general mucho menos. Me parece importante destacarlo, porque para mí el problema no es que los empresarios y la AID formen think tanks. El problema es que hay muchos sectores que no tiene recursos para formar sus propias instituciones que podrían desarrollar propuestas en acuerdo con sus intereses. Y tampoco hay un Estado que pueda o quiere brindar este tipo de apoyo. Ese es el problema democrático, no el hecho de que existan centros de pensamiento que promuevan intereses de unos sectores particulares.

Glocalización

El tercer logro es que este libro muestra claramente las redes que unen a las elites e instituciones globales con las locales. Adopta el concepto de “glocal” para mostrar que todo es global y es local a la misma vez.

Este es un importante mensaje del libro y algo que no se había mostrado antes. Vemos cómo las elites más importantes del Triángulo Norte participan en organizaciones y redes globales y cómo todo tiene el fin de apoyar a un capitalismo transnacional, y global. Y lo hace sin caer en teorías de conspiración, algo comunes en este tipo de estudios.

Pero también aquí me hubiera gustado una profundización en las ideas que promueven las organizaciones mundiales. Hay fuerzas que apuntan en una dirección, pero hay también fuerzas que nos llevan en la dirección contraria. Sobre todo hoy es cierto que hay grandes multinacionales y grandes intereses capitalistas de tendencia neoliberal, pero también lo es que hay muchas otras fuerzas importantes. Tenemos una Rusia que desafía los valores e intereses capitalistas del Occidente cada vez más abiertamente. Tenemos China de capitalismo autoritario, y tenemos grandes riquezas en fondos soberanos como el Noruego, que ahora vale 14 veces lo que todo el PIB de Guatemala. Ahora hay una competencia más grande por influencia geopolítica en diferentes espacios. Aunque el profesor Valdez plantea que hay una hegemonía de los intereses empresariales aquí, no es una hegemonía global, y por eso creo que pronto la van a perder aquí también.

La pregunta es si eso son buenas o malas noticias. Yo no estoy segura.

Modelo para armar (un país)

El futuro nos plantea dos desafíos importantes. El primero es el de la transparencia. Si quisiéramos criticar el libro por algo es por la falta de datos duros. Pero ese no es un problema de este libro, sino de todos los estudios de elites. No hay registros actualizados, confiables y públicos sobre el patrimonio, sobre financiamiento de campañas políticas, sobre las ganancias y utilidades. Como investigadores no nos queda más remedio que ser muy creativos para llegar a unas ideas más o menos correctas. Y muchos –y eso es algo que me da profunda pena – lo hacen arriesgando su propia seguridad. No son pocos que se han ido del país o de la región o recibido amenazas de manera repetida. Centroamérica no es el único lugar en que falta transparencia. Lo hemos visto últimamente con los escándalos de HSBC. Pero este es un lugar en el que la ausencia de datos y de información verificable es un problema grave.

Sin datos, sin transparencia, sin saber quiénes son los dueños del país, tampoco habrá democracia.

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El segundo desafío me parece que despunta más claro en este libro: cómo empezar un proceso histórico incluyente de construcción de un Estado y una institucionalidad que pueda ser la base para un capitalismo diferente con espacios para el empresario emprendedor, sea pequeño o grande.

Se habla bastante de mi país, Noruega, en el libro: como un modelo, una meta (yo sé que hay bastante gente que no comparte esta visión aquí). Pero yo creo que no hay modelo que se pueda transferir.

Lo más importante de estudiar no es el modelo noruego o modelo nórdico: es el proceso noruego o nórdico. Cómo llegamos allí. Es un proceso de luchas entre movimientos sociales y capitalistas, es un proceso de victorias, errores y ajustes, y sobre todo es un proceso en el que las elites entendieron que mejorarían su propia situación si incluían al resto de la sociedad, y en el que se desarrolló un Estado que dejó de ser controlado y tuvo la capacidad de mediación.

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