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Marllory Chacón dio cátedra de trasiego de dólares y coca, en una corte de EE.UU.

“Los dólares estaban en un compartimiento secreto, bajo tierra, en una caleta oculta bajo un molino de maíz”
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Marllory Chacón dio cátedra de trasiego de dólares y coca, en una corte de EE.UU.

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En marzo de 2016, en una corte de Washington, D.C., la narcotraficante guatemalteca más famosa reveló cómo traficó cocaína y dólares con Eliú y Waldemar Lorenzana Cordón. Tenía 43 años de edad, y esperaba así reducir una sentencia que, por ahora, le permitirá salir de una cárcel en Florida, EE.UU., en 2025. Este es el primer caso conocido en el que declara contra otros procesados. Chacón fue el broche de oro en un desfile de testigos narcotraficantes que la fiscalía reclutó para lograr una condena contra los Lorenzana. Esta historia se basa en las declaraciones de Chacón contenidas en el expediente.

Una noche de abril de 2004, Marllory Chacón Rossell se encontró sentada frente a Eliú Lorenzana Cordón por primera vez. Ella esperaba que respondiera si él se atrevía a darle US$8 millones de dólares (unos Q64 millones al tipo de cambio de entonces) para comprar una tonelada de cocaína varada en Honduras.

Para entonces, Chacón ya hacía un año que enviaba millones de dólares de Guatemala a Panamá. Era dinero que llegaba desde EE.UU. y México, producto de la venta de cocaína.

Chacón atendía a tres carteles en Colombia. Entre ellos estaba el de Yaneth del Carmen Vergara Hernández, quien tenía un domicilio registrado en Medellín y parece independiente de los grandes carteles ya desaparecidos. Vergara tenía tal confianza en Chacón que, cuando falló el negocio con un comprador para la tonelada de cocaína en Honduras, Vergara le pidió encontrar otro candidato. Chacón sería la intermediaria.

Primero pensó en los Lorenzana. No cualquiera tenía una caja chica con US$8 millones de dólares. Chacón no los conocía en persona, pero tenía familia en Gualán, Zacapa, y en Chiquimula. Un primo suyo le hizo los contactos.

La primera reunión con Waldemar Lorenzana y su esposa “Tina” fue en la casa de ambos en la aldea La Reforma, Zacapa. Ese día supo que Waldemar no podía pagar US$8 millones por adelantado. Para averiguar quién más podría comprar la cocaína, telefoneó a su hermano Eliú, y Tina llamó a su hermano Andrés Alvarenga, a quien Chacón describe como “un narcotraficante de Playitas (Morales), Izabal”. Su nombre completo es Carlos Andrés Alvarenga Mejía, un sujeto a quien la fiscalía del Distrito de Columbia (EE.UU.) acusó junto a los Lorenzana cinco años después por narcotráfico, y el único de los acusados guatemaltecos que aún permanece prófugo. Alvarenga tampoco podía pagar el cargamento por adelantado. Eliú, en cambio, respondió con una invitación para cenar en su finca en Playitas.

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Chacón llegó con Jorge Andrés Fernández Carbajal, un hondureño con el que se había casado en 2001. En ese año, Carbajal había sido detenido en Guatemala por portar un documento falso y había salido libre seis meses después, en 2002. Hasta su captura, Carbajal almacenaba en Guatemala millones de dólares de proveedores de droga colombianos, y les enviaba el dinero a Panamá. Tan efectivo era que, cuando cayó preso, los carteles colombianos le pidieron a Chacón que se encargara del negocio.

Lo pensó.

Hasta ese día, lo suyo había sido tres años de estudios universitarios en psicología, ya abandonados, y una fábrica de ropa, una boutique y una empresa de remodelación y decoración de casas, que fundó con su primer esposo, Ricardo Castellanos. Sabía cómo ganaba dinero Carbajal y no mezclaba sus negocios con ese dinero, según testificó. Pero la oferta de los colombianos era tentadora.

“Hablé con mi esposo para que me explicara cómo era el trabajo que debía hacer”, declaró.

Entonces, aceptó la propuesta de los colombianos. Esa decisión la lanzó de cabeza al mercado negro de los dólares: Chacón admitió que en los años siguientes traficó “más de US$200 millones de dólares” para “más de tres carteles”. Entonces, cuando se reunió con Eliú, a Chacón no la asustaba la responsabilidad de cuidar varios millones de dólares.

En la finca en Playitas, Chacón y su esposo se encontraron con Eliú, su esposa “Tavi” y tres de sus trabajadores encargados de mover y encaletar dinero y cocaína. Después de escuchar la propuesta, Eliú habló.

“Yo no la conozco”, dijo, como una salvedad. “Pero sus ojos me dicen que puedo confiar en usted, y pagarle los dólares por adelantado”.

Decidió, así nada más, entregarle los US$8 millones en efectivo. Su respuesta introdujo a Chacón al narcotráfico. Por eso, doce años después, ella recordaba la frase tan bien que la repitió textualmente en una corte distrital del Distrito de Columbia, en Washington, D.C. Era el 14 de marzo de 2016, y enfrentaban juicio por narcotráfico los hermanos Eliú y Waldemar Lorenzana Cordón. Ambos estaban sentados a pocos metros de ella.

El fiscal Michael Lang le preguntó si veía a Eliú Lorenzana en la corte ese día.

“Sí”, respondió Chacón. “Es el primero sentado a la mesa frente a mí; tiene una camisa blanca y chaqueta negra”.

Lang le preguntó lo mismo en cuanto al hermano. Chacón dijo que lo veía a la par de Eliú, de camisa verde y chaqueta negra. Ambos también la veían, quizá con demasiada claridad. Ese día y el siguiente, frente al fiscal, la defensa, la jueza Colleen Kollar-Kotelly y el jurado, Chacón reveló todos los detalles de cómo ayudó a traficar dinero y droga para los hermanos.

El punto A

Chacón explicó que ella coordinaba el almacenamiento y la entrega del dinero en la capital de Guatemala. El responsable de recolectar el dinero proveniente de México lo llevaba a un punto seguro en la Ciudad de Guatemala, un sitio designado por Chacón y previamente acordado con el cartel colombiano. El cartel enviaba a un representante a recogerlo. El dinero debía ser entregado en billetes de US$100 dólares, para reducir el volumen de la carga (aérea o terrestre). Luego, el proveedor de droga recibía su dinero en Panamá, y lo llevaba a Colombia.

Cuando Eliú Lorenzana Cordón aceptó comprar la cocaína de Vergara, Chacón le explicó que los US$8 millones cubrían el precio de la tonelada de cocaína en Honduras o Guatemala. El anticipo era necesario para pagarle al cartel si las drogas eran robadas o incautadas. Eliú debía enviar el dinero en un vehículo encaletado a una finca en Honduras. Según Chacón, su esposo presenció la entrega, porque también debía recolectar la comisión de ambos: US$500 por kilo, medio millón de dólares por ser intermediarios en la transacción. Luego, Vergara le indicó a Chacón dónde entregarían el cargamento para Eliú.

Tres meses después, negociaron el siguiente cargamento. Fueron cinco en total. Cada uno osciló entre una y dos toneladas de cocaína. Desde el segundo en adelante, Vergara envió la droga de Colombia a Guatemala por el océano Atlántico en lanchas rápidas; sólo hacían escala en Panamá para abastecerse de combustible. Los Lorenzana Cordón recibían la cocaína en Puerto Barrios, Izabal, en una finca de su propiedad, inaccesible a miradas curiosas. Debían pagar la cocaína no más de una semana después de recibirla.

Desde el segundo cargamento, Chacón y su esposo también se convirtieron en inversionistas: ellos compraban una parte, y los Lorenzana Cordón, otra. Para ello, los hermanos Lorenzana Cordón pagaron US$10 millones de dólares, que enviaron a Panamá por medio de una oficina de Vergara en la capital de Guatemala, a cambio de una comisión. La mitad de ese dinero era una comisión para Chacón y su esposo, por organizar la venta del segundo cargamento. Después del tercer y cuarto cargamento, recibieron comisiones de US$7 millones por cada una, y otros millones más por vender la cocaína que compraron. El negocio era redondo para todos: pagaban el transporte y las comisiones, pero podían vender la droga casi con un 300% de ganancia.

“La cocaína es fabricada en Colombia, y el precio en Colombia es como un 25% del precio que se paga en Guatemala (u Honduras)”, explicó Chacón en la corte. “Si un kilo en Guatemala cuesta US$8 mil, en Colombia cuesta entre US$2,800 y US$3,000”. Vergara les vendía la cocaína en esos precios a Chacón y los Lorenzana.

El rostro de la traición

Eliú designó a su hermano Waldemar para supervisar la recepción de la droga. Chacón dijo que Waldemar siempre estaba dispuesto a hacer cuanto su hermano decidiera. En la finca en Izabal, ocultaban la cocaína en camiones encaletados que transportaban ganado, y la llevaban hasta La Reforma, Zacapa. Chacón dijo que un trabajador de los Lorenzana le mostró los camiones encaletados en una finca en La Reforma, donde también vio a Waldemar en una bodega, apartando un cargamento de cocaína que enviaría a México. El fiscal Lang le preguntó cuánta cocaína vio.

—Entre 400 y 500 kilos —respondió Chacón.

—¿Y qué más vio? —le preguntó Lang.

—También vi dólares estadounidenses —respondió—. Aproximadamente US$10 millones.

No fue la única vez que vio dinero. En otra ocasión, cuando los Lorenzana Cordón se retrasaron en los pagos, le pidieron a un trabajador que le mostrara a Chacón que si tenían el dinero, pero no le habían pagado aún porque no tenían el dinero en billetes de US$100 dólares, la denominación requerida. El trabajador llevó a Chacón a la bodega de una finca en la aldea El Rico, en Morales, Izabal.

“Los dólares estaban en un compartimiento secreto, bajo tierra, en una caleta oculta bajo un molino de maíz”, reveló Chacón.

Explicó que era un espacio de aproximadamente dos metros por un metro y medio de abertura y dos metros y medio de profundidad. “Cuando el trabajador movió el molino, pude ver que abajo había billetes de US$20 y US$50 dólares envueltos en plástico y cinta adhesiva transparente”, agregó. “También había dos pozos de agua con compartimientos subterráneos, y un sistema para drenar el agua y proteger los billetes, que también eran de US$20 y US$50 dólares”. En total, Chacón estimó que las tres caletas ocultaban unos US$20 millones.

La declaración de Chacón, en la corte en Washington, D.C., fue el tiro de gracia. Sin embargo, para entonces, los hermanos Lorenzana Cordón quizá ya habían perdido la capacidad de asombro. Eran los últimos días de un juicio que llevaba un mes, y ya habían escuchado declarar a una procesión de narcotraficantes guatemaltecos que incluyó a Otto Roberto y Guillermo Herrera García, Byron Gilberto Linares Cordón y Walter Arelio Montejo Mérida (detenidos y extraditados a EE.UU. entre 2002 y 2012).

Todos traicionaron a los Lorenzana Cordón bajo juramento, al revelar cómo traficaron juntos. Linares era el contador de los Herrera, y los Herrera eran los intermediarios entre un proveedor en Colombia y los Lorenzana, como lo era Chacón entre los hermanos Lorenzana Cordón y Vergara. En Huehuetenango, como miembro de Los Huistas, Montejo le compraba cocaína a Eliú Lorenzana para enviar a México. Pero en esa corte en Washington, D.C., cada quien buscaba reducir sus años en una cárcel estadounidense lo más posible.

El detonante: un combo de confianza y codicia

Mientras que los Herrera y Lorenzana Cordón eran amigos desde la adolescencia, Chacón era una desconocida para ellos en 2004. Eliú le dijo que confiaba en su mirada, pero había otro factor que lo empujó a soltarle US$8 millones de dólares a una perfecta extraña.

Los hermanos querían independizarse de traficar con su padre, Waldemar Lorenzana Lima. Un intermediario entre el proveedor colombiano y la familia declaró años después que los hermanos se quejaban porque Lorenzana Lima les daba tajadas demasiado pequeñas. Si ganaban US$150 mil, por ejemplo, les entregaba US$15 mil y se quedaba con el resto.

Los hermanos le pidieron al intermediario que les vendiera droga a espaldas del padre, o que les pagara en su ausencia.

“No nos pague ahora porque el viejo va a agarrar una parte”, le decían.

El proveedor se negó, movido por una mezcla de lealtad y temor a Lorenzana Lima. Era Otto Herrera. En 2003, cuando las autoridades guatemaltecas encontraron US$14.4 millones de dólares en una casa que Herrera alquilaba en la zona 14 capitalina, Herrera se hizo humo. Apareció de nuevo cuando la policía lo capturó en México, Distrito Federal, en abril de 2004, el mes en que Chacón y Lorenzana Cordón se reunieron por primera vez. Un año más tarde, Herrera se fugó de la cárcel.

El trasiego continuó porque la droga no era de Herrera, sino del último capo activo del Cartel de Cali, Phanor Arizabaleta Arzayús. Pero los hermanos encontraron la manera de jugarle la vuelta al padre cuando apareció Chacón con su oferta. Chacón no menciona a Lorenzana Lima en ninguna de las transacciones. La misma moneda con la que los Lorenzana Cordón pagaban al padre fue la misma que sus ex socios —por ejemplo, Chacón— usaron para pagarles a los hermanos en la corte en EE.UU.

El quinto malo

En dos años, Chacón coordinó el envío de cuatro cargamentos de cocaína entre Vergara en Colombia y los Lorenzana, en Guatemala, hasta que algo salió mal: Vergara la llamó el 7 de septiembre de 2006 para contarle que la policía incautó el quinto cargamento, de 1,050 kilos de cocaína, cuando los conductores de las lanchas rápidas las abastecían de combustible en Bocas del Toro, noroeste de Panamá. Diez años después, en la corte en EE.UU., Chacón todavía recordaba la fecha exacta. Un ex fiscal panameño confirmó la incautación. Los Lorenzana habían invertido US$1 millón (Q7.5 millones), y les reembolsaron US$800 mil (parte del trato ante posibles pérdidas). Pero Chacón perdió US$5 millones (unos Q37.5 millones) que no tenían garantía.

Chacón no volvió a traficar cocaína con los Lorenzana Cordón, no por el decomiso en Panamá, sino porque eran impuntuales para pagar. Desde el tercer cargamento, se retrasaron cerca de tres meses para pagarle después de recibir la cocaína; lo acordado era una semana, máximo. Los hermanos se retrasaban porque primero vendían la droga en México, esperaban que fuera enviada a EE.UU., y que el dinero de la venta fuera enviado a Guatemala. El trato era que le pagarían antes de enviar la droga a México. Chacón dijo que fue intermediaria entre los Lorenzana Cordón y Vergara en la compra-venta de al menos seis toneladas de cocaína, y que ganó “más de US$40 millones de dólares” en comisiones. Pero este no fue el fin de los negocios entre ellos.

El negocio del contrabando de dólares

“En 2008 comencé a trabajar con un cartel que lo hacía todo”, dijo Chacón. “Ellos sólo necesitaban que yo asegurara el transporte de los dólares hacia Panamá y Colombia. La intervención de mi esposo ya no era necesaria”.

Como en casos anteriores, el transporte de dinero del narcotráfico no implicaba el uso del sistema bancario panameño, según explicó. “Hay diferentes formas de trabajar en Panamá”, aclaró. “Depende de qué empresa se trata y si está en la Zona Libre”.

Eso confundió un poco a Ron Earnest, abogado de Waldemar Lorenzana Cordón.

—¿Dijo usted empresa o carteles? —le preguntó el abogado.

—Permítame explicarle, señor. Los carteles trabajan con las empresas en la Zona Libre de Panamá. Mi responsabilidad era enviar el dinero a Panamá. Después los carteles negociaban con las empresas en la Zona Libre, y esas empresas proveían un número de teléfono (para gestionar la entrega). Mi responsabilidad no llegaba más allá de ese punto.

Chacón también soltó otra bomba. Las empresas a las que entregaba el dinero para su envío en vuelos privados a Panamá eran legales: empresas legalmente establecidas en Guatemala llevaban dinero de contrabando a Panamá (no las identificó por nombre). Agregó que algunos grupos utilizaban empresas ilegales, y que una cantidad de dinero para un solo destinatario podía ser repartida en cinco diferentes empresas. Earnest le preguntó si había un intercambio de recibos. Chacón le aseguró que no había ningún rastro en papel de los envíos. El abogado estaba estupefacto.

—¿Entonces qué? ¿Juran que no robarán el dinero? —preguntó.

—Correcto —respondió Chacón.

Entre 2008 y 2010, a pedido de Vergara, Chacón comenzó a enviar dólares de los hermanos Eliú y Waldemar Lorenzana Cordón a Panamá para pagar a sus proveedores de cocaína. Comenzaron con US$1 millón. En comisión, Chacón recibió el 10%: US$100 mil dólares (unos Q750 mil). Chacón entregaba el dinero al representante de una oficina responsable del envío a Panamá en vuelos privados (la oficina de Vergara era sólo una de varias).

El envío ocurría en el lapso que demoraba el transporte aéreo hacia Panamá, o en tiempo real, según la urgencia y la comisión. Por ejemplo, si la oficina de envío recibía US$5 millones en Guatemala, entregaba inmediatamente al proveedor en Panamá US$5 millones que ya tenía almacenados en ese país. Chacón confirmaba por teléfono con el proveedor que el dinero había llegado a sus manos, y lo notificaba a los compradores que enviaron el dinero desde Guatemala. También ganaba comisiones por esta tarea. En total, por las cinco transferencias que hizo para los Lorenzana por un total de US$5 millones, ganó US$500 mil (unos Q3.7 millones).

Chacón también traficó dinero para al menos cinco carteles colombianos, pero en 2016 vagamente recordaba los nombres de sus clientes, según declaró: “Juan Ricón”, un sujeto con el alias “Crespo”, y Vergara, que se separó de Ricón (no hay referencias de Ricón en narcotráfico, aunque en 2012, la policía en Cali capturó a “Juan Carlos Crespo” en conexión a un cartel de heroína; la DEA lo buscaba en 2004 a pedido de una corte en Florida, pero no hay certeza que sea la misma persona que Chacón mencionó).

“Podría haber dos (carteles) más”, agregó; algunos eran de Medellín. “Varios carteles tienen representantes en Guatemala, pero no siempre revelan sus nombres o para quién trabajan”.

Pronto un abogado de la defensa le refrescaría la memoria.

Posiblemente el cartel tan autosuficiente para el que Chacón comenzó a traficar dinero en 2008 era el de los hermanos colombianos Orlando y Javier Hernández Barrero. Chacón sí recordó el nombre del primero cuando se lo preguntó Manuel Retureta, abogado de Eliú Lorenzana. Un informante filtró a la DEA que Chacón se reunió con Orlando Hernández Barrero hasta finales de 2010, y ella confirmó que traficar para él la llevó a la cárcel en Florida.

Una investigación de Univisión Noticias y el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ, por sus siglas en inglés) reveló que “en 2009, el bufete panameño Mossack Fonseca vendió una sociedad y ofreció servicios” a la empresa panameña Broadway Commerce Inc., que presidía Chacón. Uno de los socios era un narcotraficante confeso. Otro era investigado por estafa y otros delitos en Guatemala. Además, la fiscalía en Miami que acusó a Chacón, descubrió que ella lavó al menos US$4 millones del narcotráfico en Panamá, entre 2009 y 2010, cuando todavía tenía un vínculo con los hermanos Hernández Barrero. Ambos fueron capturados, extraditados y, en 2012, condenados en una corte en EE.UU. a 11 y 13 años de cárcel.

Delitos perdonados

Según Chacón lo admitió, supo que las autoridades estadounidenses la buscaban cuando los medios de comunicación lo publicaron en Guatemala en 2012, a raíz de dos comunicados de prensa de la Oficina de Control de Bienes en el Extranjero (OFAC, por sus siglas en inglés) del Departamento del Tesoro de EE.UU. El primer comunicado se publicó en enero. El segundo, en agosto.

Su primera reacción fue blindarse con buenos abogados: dos de Florida y una de Nueva York. Esta última, Bonnie Klapper, fue fiscal de antinarcóticos sólo meses antes, cuando la administración del Presidente estadounidense Barack Obama la consideraba como una de las “funcionarias más valiosas” contra el narcotráfico.

Chacón aseguró que no cometió otros delitos desde 2012, salvo acciones relacionadas con su cooperación. Ese año comenzó a trabajar con las autoridades estadounidenses mientras estaba en Guatemala. Klapper supo explotar cuánto valía la información que su nueva clienta podía ofrecer. Una muestra de cuán importante era Chacón para EE.UU. es que agentes de la Agencia Antidrogas de EE.UU. (DEA, por sus siglas en inglés) y algunos fiscales se reunieron con ella en más de 50 ocasiones en el curso de dos años, según Chacón testificó en la corte. “Estábamos en contacto todo el tiempo”, declaró. Los encuentros ocurrieron en al menos seis países diferentes; se reservó en cuáles. No explicó por qué, de qué o quién huía.

Registros migratorios en Guatemala documentan que el 9 de febrero de 2014 Chacón viajó desde Guatemala a Panamá, donde permaneció cinco días. El 20 de febrero volvió a Panamá, y no volvió. Se desconoce si esos viajes eran parte de su cooperación con EE.UU. Para entonces, ya tenía casi dos años de colaborar con la justicia de EE.UU.

El diario Prensa Libre publicó en mayo de 2014 que sostuvo una entrevista telefónica con Chacón, quien reveló que estaba en París, Francia, visitando a su hija que estudiaba en esa ciudad. Once meses antes, un ex socio de Chacón, Hayron Borrayo Lasmibat, fue capturado en París y extraditado en 2014 a Florida, EE.UU., a pedido de la misma fiscalía que acusaba a Chacón. En un comunicado, la fiscalía aseguró que estaban acusados en casos distintos. Chacón admitió que Borrayo era “una de las personas que trabajó con ella en narcotráfico”, pero insistió en que las empresas Bingotón Millonario (que la OFAC sacó de su lista de empresas vinculada al lavado de dinero) y RPM Aceleración estaban sólo vinculadas a él. También aseguró que no tenía vínculos con Casa Vogue ni con Fernaplast, que describió como una empresa que fundó Carbajal (en 1997) y que cerró antes que ambos se conocieran.

En septiembre de 2014, Chacón se entregó voluntariamente a las autoridades en Miami, Florida.

Para entonces, los hermanos Otto y Guillermo Herrera (a quienes ella dijo no conocer) habían sido capturados, extraditados y excarcelados en EE.UU. El mismo año fueron extraditados Lorenzana Lima (capturado en 2011) y su hijo Waldemar Lorenzana Cordón, capturado en 2013. Un año después fue extraditado su otro hijo, Eliú, también capturado en 2011.

La fiscalía en Florida es la única que pidió la captura de Chacón, con base en su complicidad en las actividades de los hermanos Hernández Barrero, pero los cargos se sustentan en el trasiego de drogas, no en el lavado de dinero.

Esta fiscalía también pidió la captura y extradición de Vergara a Colombia, que cumplió a finales de 2014, en los meses que siguieron a la entrega de Chacón en Miami, Florida. Chacón no enfrenta cargos por las transacciones que hizo para los Lorenzana. Vergara tampoco está tras las rejas por las transacciones con los Lorenzana, pues su acusación se sustenta en hechos ocurridos entre 2013 y 2014.

Para debilitar el caso contra los Lorenzana Cordón, los abogados de la defensa intentaron demostrar que Chacón declaró contra sus clientes porque, hasta marzo de 2016, la justicia de EE.UU. le había pasado por alto que conspirara con los hermanos para enviar droga a ese país. Retureta, el abogado de Eliú, tiene el antecedente de que en 2009 una fiscalía pidió botar los cargos contra un cliente suyo acusado de traficar droga valorada en US$205 millones de dólares, desde México hacia EE.UU., por evidencia débil (un testigo clave se retractó de su testimonio, y otro se rehusó a declarar). En 2014, Earnest, abogado de Waldemar, tuvo un cliente en otro caso de narcotráfico que fue desechado porque un agente del FBI manipuló la evidencia.

Por ahora, todavía no hay indicios de que Chacón haya declarado contra otros guatemaltecos acusados de narcotráfico, como la ex vicepresidenta Roxana Baldetti y el ex ministro de Gobernación Mauricio López Bonilla, quien protegió a Chacón en Guatemala. Los casos de ambos ex funcionarios están en la misma corte que el caso Lorenzana, a cargo de la jueza Kollar-Kotelly, que escuchó el testimonio de Chacón.

Dando y dando

Chacón admitió que esperaba que su colaboración en el caso de los Lorenzana contribuyera a reducir su sentencia. Confirmó que la habían condenado a 12 años de cárcel. Cuando testificó en marzo de 2016, dijo que tenía un año y medio en prisión, entre un centro de detención en Miami, otro en Washington, D.C., a donde fue a testificar, y la mayor parte, en Tallahassee, en una cárcel de seguridad mínima al norte de Florida.

Si Chacón no recibe ninguna otra reducción en su condena, sería la testigo en este caso con la mayor condena recibida. Sin embargo, la colaboración en el caso que la llevó a Florida le rebajó más de la mitad de la sentencia de 26 años que pidió la fiscalía. También desvinculó a su hija y Carbajal del proceso, y les permitió solicitar asilo bajo la Convención Contra la Tortura “por el peligro extraordinario que ella enfrenta como resultado de su cooperación si regresa a Guatemala”. De otra manera, sería deportada a Guatemala después de cumplir su condena. No obstante, Chacón reveló que no había indicación que ayudarían a su hija y esposo con su estatus migratorio. Hasta el momento, el Buró Federal de Prisiones registra su excarcelación para el 18 de marzo de 2025, un año menos que la sentencia fijada.

El expediente de Chacón en la corte de Florida, sellado durante cinco años a pedido de Klapper, muestra que también pagó voluntariamente US$1 millón de dólares al gobierno de los EE.UU. en reparación de daños, antes de entregarse en septiembre de 2014. Chacón aseguró que era todo cuanto le quedaba. No obstante, declaró que sólo en sus transacciones con los Lorenzana había ganado “más de US$40 millones de dólares”. Cuando el abogado Retureta se refirió a su extenso emporio empresarial cuando se entregó a la justicia estadounidense, Chacón respondió que no sabía a qué se refería. “Yo tenía nada, absolutamente nada”, dijo Chacón.

Otros casos muestran que las fechas en los registros del Buró Federal de Prisiones no están escritas en piedra.

En 2011, Otto Herrera tenía su excarcelación prevista para 2017 (una condena de 10 años, a partir de su captura), pero salió libre en octubre de 2013. Su hermano Guillermo tenía una condena similar, y salió en seis meses. Ambos tienen libertad condicional en EE.UU., con una orden de deportación suspendida.

Mientras tanto, los Lorenzana están en el limbo. El padre no llegará a juicio en tanto no se descarte que padezca la enfermedad de Alzheimer ni sea declarado incompetente para poder defenderse, pero aparece excarcelado el 20 de noviembre de 2015. Los hermanos Lorenzana Cordón fueron declarados culpables hace un año, pero su defensa alega que los delitos de sus clientes han prescrito, para que la corte clausure el caso. Todavía no reciben una sentencia de cárcel y tampoco aparecen en custodia del Buró Federal de Prisiones.

Una oficial de prensa para el Departamento de Justicia de los EE.UU., Lynzey Donahue, reveló que los hermanos Lorenzana Cordón y el padre, Lorenzana Lima, están en custodia del Servicio de Mariscales de los EE.UU.

“En ningún caso damos más información por la seguridad de los prisioneros”, afirmó Donahue.

Esto quiere decir que podrían estar en otra instalación gubernamental, o en una privada. Hace unos meses, uno de los Lorenzana Cordón pidió a la corte ser colocado en prisión domiciliar en un hotel (pagado por él), bajo custodia y con el uso de un monitor en su tobillo.

En 2016, cuando Chacón se encontró frente a frente con Eliú Lorenzana por última vez en esa corte de Washington, D.C., mucho había cambiado desde aquel primer encuentro en 2004, en La Reforma, Zacapa. Pero todavía ambos tenían mucho que perder. Es un enigma si el testimonio de Chacón tendrá un impacto en la sentencia de los Lorenzana Cordón. Si le sirvió a ella para reducir su estadía tras las rejas, todavía no se refleja en su fecha de excarcelación. Pero a juzgar por los antecedentes de otros casos de narcos extraditados, convertidos en testigos colaboradores, no todo podría estar escrito.

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