Aparentemente fue la enmienda sobre seguridad fronteriza la que terminó convenciendo a varios republicanos para aprobar una medida que ahora deberá ser abordada por la Cámara Baja, de 435 congresistas.
Mientras que los medios de comunicación (en español principalmente) de Estados Unidos están celebrando esta victoria legislativa como un “triunfo”, lo cual ha elevado el entusiasmo y ha animado las esperanzas que aquellas personas que forman parte de ese grupo de 11 millones de inmigrantes sin documentos en EUA, a quienes potencialmente beneficiarían la S.744, otras organizaciones y personalidades políticas han reaccionado negativamente, o con cautela sobre si esta propuesta para reformar la ley de inmigración en este país, vale o no la pena.
Y es que al analizar lo bueno y lo malo de la propuesta, varias organizaciones que abogan por los inmigrantes y entidades legales de EUA, al desenmarañar una pieza legislativa que en realidad está plagada de provisiones difíciles y medidas restrictivas, que en términos prácticos excluirá a muchos dentro de los 11 millones de aspirantes a la regularización migratoria que discute el Congreso, sin autorización para vivir y trabajar en el país.
Algunos calculan que más de 6 millones terminarían tarde o temprano en proceso de deportación, o de regreso a un estatus irregular, pero bajo peores restricciones.
De más está decir que este proyecto está generando un debate entre quienes vemos la necesidad de señalar las limitaciones de la S.774 como un camino y restrictivo para lograr un ajuste migratorio, imperfecto pero un ajuste migratorio al fin, y quienes consideran que la S.744 es una trampa en la que muchos inmigrantes terminarán siendo deportados. Un sistema de verificación migratoria que crearía una subclase de trabajadores inmigrantes atrapados en una especie de servidumbre laboral. Otros argumentamos que ese sistema ya existe de hecho.
La verdad es que el sistema propuesto por el Senado en la S.774 es una carrera de obstáculos en la que al final millones van a quedar “descalificados”; no sin antes ir a parar a un centro de detención de inmigrantes y haber pagado onerosas multas; un mega negocio para contratistas y compañías que como resultado de esta legislación obtendrán millonarias ganancias en contratos para “reforzar” la frontera sur de EUA.
¿Qué hacer entonces? ¿Deberíamos las organizaciones y quienes hemos abogado durante años por una reforma migratoria amplia y justa, oponernos a la S-744? Yo pienso que NO.
Si debemos denunciar y desenmascarar las peculiaridades de esta ley senatorial que muy probablemente va a sufrir mas deterioro en la Cámara de Representantes o, va a ser fraccionada en iniciativas separadas, pero aún así, no podemos por razones políticas, obstaculizar algo que resultará beneficiando a millones de inmigrantes irregulares, aunque no a todos.
Usted está en libertad de pensar lo contrario, pero mi opinión es que es una aberración si siendo yo ciudadano naturalizado de los Estados Unidos, terminara haciendo todo lo posible por descarrilar el actual esfuerzo en el Congreso, por ser éste imperfecto.
El cabildeo legislativo a nivel local es imperativo para enmendar los errores y las concesiones inhumanas otorgadas por el Partido Demócrata a sus colegas del Partido Republicano en la S.744. Pero más importante es informar a la comunidad inmigrante sobre lo negativo y lo positivo de esta propuesta antes de que tomen la decisión de inscribirse o no en este programa, de ser ratificada la ley y firmada por el presidente Obama.
Podemos opinar, analizar e intelectualizar sobre la S.744, o sobre la consecuente militarización de nuestra frontera con México, pero moralmente NO podemos imponer nuestra opinión política sobre millones que sí van a lograr ajustar su estatus migratorio.
En consecuencia, urge informar y educar a quienes estando en situación migratoria irregular, podrán beneficiarse o quedar excluidos por las acciones del Congreso.
* Edgar Ayala es diseñador gráfico, traductor e intérprete, y activista comunitario, quien ha estado involucrado en muchas causas artísticas y a favor de la justicia social en el Área de La Bahía de San Francisco, California, desde 1986. Transmitir información entre barreras lingüísticas, culturales y políticas, a través de la palabra y la imagen gráfica, ocupan gran parte de su tiempo.
Más de este autor