Un día antes de que entrara en vigor la cancelación de las Visa Cuotas, un familiar me relató su experiencia en un supermercado de compras por membresía. «Ese día la gente hacía largas colas para comprar productos de consumo primario y aprovechaba la última oportunidad para comprar con Visa Cuotas», me explicó. Continuó mencionando que «se podía sentir el estrés de las familias mientras hacían la cola». Los altoparlantes del comercio anunciaban cada 15 o 30 minutos que ese sería el último día para comprar productos con Visa Cuotas. Según estadísticas presentadas a los medios de comunicación por Roberto Fuentes, vicepresidente de BAC Credomatic, eran más de 80 000 los guatemaltecos y las guatemaltecas que gastaban mensualmente alrededor de 400 millones de quetzales en Visa Cuotas.
El futuro de estas y otras familias se vio afectado por este y otros cambios por implementarse anunciados por los emisores de tarjetas de crédito. Sin embargo, la amenaza que más me preocupa es el resurgimiento de las ya famosas casas de préstamos, que están empezando a repartir volantes y a pagar publicidad en los más populares medios de comunicación del país.
Desafortunadamente, las casas de préstamos no son reguladas por la Superintendencia de Bancos, y esta nueva Ley de Tarjetas de Crédito, que buscaba proteger a la población, abre las puertas para que los especuladores empiecen a ofrecer sus productos con tasas de interés no reguladas. Peor aún, muchas de estas casas de préstamos se encuentran fuera de las regulaciones del mercado, y muchas actúan en la línea gris que colinda entre lo legal y lo ilegal al momento de cobrar a sus deudores, incluso bajo amenazas de que las deudas hasta podrían costarles la vida a los deudores. Así, la Ley de Tarjetas de Crédito podría pasar rápidamente de ser un valioso instrumento que protegía los intereses de los ciudadanos a vulnerar la vida y la estabilidad económica de los guatemaltecos.
La educación en economía no es cosa fácil. Durante mucho tiempo trabajé enseñando a jóvenes los que para mí parecían ser principios elementales de dicha ciencia. Sin embargo, estos principios resultaban demasiado abstractos y complicados para la mayoría de los jóvenes preuniversitarios y universitarios con los que trabajábamos. Explicar la manera en que funcionaba la teoría económica y cómo era necesario contextualizar la aplicabilidad o no aplicabilidad de esos conceptos a nuestra particular realidad histórica era una tarea titánica. Explicar ahora estos mismos términos a una población guatemalteca que en su mayoría es analfabeta en economía y a la cual durante muchos años se le ofrecieron tarjetas de crédito hasta en las cajas de Corn Flakes sería un reto que el gobierno de Jimmy Morales debería tener como una de sus prioridades. Hasta el momento, los ministerios de Desarrollo y Economía no han hecho o propuesto ninguna acción para educar a la población en estos temas, lo cual sería una herramienta para preparar a nuestro pueblo e insertarlo en la economía mundial.
Es urgente que se haga un llamado a los nuevos congresistas y ministros involucrados para que determinen las políticas y las medidas complementarias que básicamente serían correctoras de las externalidades que ya estamos viviendo en este sistema económico global. La labor de estos actores es promover la competencia y garantizar que se tengan plenamente en cuenta las externalidades positivas y negativas de legislaciones que tienen efectos significativos en la economía familiar de los guatemaltecos y las guatemaltecas.
La legislación y las políticas comerciales y de competencia promueven por separado la eficacia en la asignación de recursos siempre y cuando se respeten los derechos de los ciudadanos. Ahora bien, cada una de ellas, aislada de las otras, tiene menos eficacia y podría generar más daños sociales de los que pretendía curar. A esto hay que agregar la importancia de los cambios de la estructura social del país, pues la mayoría de los usuarios de tarjetas de crédito, por poner un ejemplo, pertenecen a los grupos menos educados en economía y con los salarios más bajos de la sociedad.
En el pasado, la principal virtud del sistema de economía de mercado era que las familias elegían según sus preferencias y disponibilidades, pero esta virtud se convirtió también en su talón de Aquiles. En el sistema económico de mercado mixto globalizado de hoy solo expresan sus preferencias aquellos cuyo nivel de ingresos les permite pagar los precios de los bienes y servicios que ofrecen las empresas. Las personas con menos capacidad adquisitiva, la gran mayoría de nuestra gente, apenas pueden manifestar sus necesidades en el mercado para hacerle conocer sus necesidades.
De no implementar acciones prontas, el año 2016 será uno de endeudamiento para miles de guatemaltecos. La reducción del crédito, aunada a la amenaza de cancelación de miles de tarjetas, impactará directamente en un descenso de las ventas de los negocios y finalmente disminuirá los impuestos con los que funciona el Estado de Guatemala.
La eficiencia económica del Estado en la economía de mercado mixta actual se mide por su capacidad para aumentar la cantidad de recursos, optimizar los existentes mediante el fomento del crecimiento y el empleo y estabilizar los precios. Sobre estos objetivos, que constituyen el núcleo central de la macroeconomía, hablaré en un próximo artículo. Mientras tanto, sus comentarios a estos temas son bienvenidos para marcarme los primeros pasos en esta discusión.
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