Recientemente, varios grupos activistas a favor de los derechos de la mujer han manifestado que los ataques son justificados por los victimarios a costa de las mismas víctimas. Por ejemplo argumentan que las mujeres no deben usar ropa provocativa ni caminar de noche solas por la calle, de lo contrario serán ellas las responsables. Esta actitud no solo es irracional sino que castiga a la víctima y elimina la responsabilidad del predador. Esta percepción tiene un trasfondo bastante peligroso para las relaciones entre hombres y mujeres, ya que existe la idea que se debe castigar con violencia a las mujeres que demuestren independencia. Este fenómeno no es exclusivo de la India sino que se puede observar a través de la mayoría de países del Medio Oriente en donde los derechos de las mujeres son constantemente restringidos y violados.
Sin ir muy lejos, en el país vecino de India, Pakistán, en donde el resurgimiento de grupos talibanes en las áreas rurales ha resultado en una ola de violencia en contra de las mujeres. En las áreas en donde han tomado el control, los talibanes han dictado leyes y restricciones en contra de las mujeres, las cuales han resultado en protesta y violencia. Por ejemplo, las mujeres no pueden ser vistas en ningún espacio público, como por ejemplo el mercado, y por lo mismo se les prohíbe usar cualquier transporte público. De igual manera, a las mujeres no se les permite trabajar afuera del hogar y no pueden usar ningún tipo de color en su vestimenta ni adoptar ningún adorno occidental.
Lo más devastador, especialmente para las jóvenes y niñas, es la prohibición sobre la educación. A las mujeres se les ha prohibido asistir al colegio y a la universidad, lo cual ha ocasionado que muchas hayan que tenido que abandonar sus estudios. Esto ha resultado en que las mujeres se sientan prisioneras en su propio hogar ya que no pueden abandonar esas cuatro paredes que las rodean. Sin embargo, muchas mujeres han manifestado su valentía al rechazar estas medidas misóginas y han retomado su vida cotidiana asistiendo a la escuela y regresando a sus trabajos. Lamentablemente, estas mujeres han tenido que afrontar la violencia de los terroristas por “desobedecer” sus órdenes.
La violencia que enfrentan estas mujeres es extrema, ya que en la mayoría de casos su valentía es castigada con la muerte, tal como casi fue la historia de Malala Yousafzai. En una columna anterior conté la historia de una joven de 13 años que se enfrentó al régimen represivo talibán en la ciudad de Mingora, específicamente a la restricción de la educación a niñas y mujeres. Malala no sólo siguió asistiendo a su escuela sino que tampoco tuvo miedo de contestar dicha medida en los medios de comunicación, por lo que tuvo la oportunidad de escribir un blog en la BBC. La joven, con el apoyo de su padre, se convirtió en una vocera a favor del derecho a la educación para las mujeres. Logró sensibilizar no sólo a su comunidad sino que al país, la región y al resto del mundo sobre lo que estaba ocurriendo en su ciudad. Sin embargo, un día cuando la joven subía al bus escolar fue cobardemente acribillada por un grupo terrorista vinculado a los talibanes. Malala tuvo que ser intervenida varias veces en un hospital en Inglaterra donde permaneció varios meses hasta recuperarse en enero del presente año. Este atentado pudo haber intimidado a cualquier adulto no digamos una niña, sin embargo Malala se rehúsa a ser silenciada por la violencia. Actualmente, esta joven de 16 años ha fundado una organización sin fines de lucro que busca promocionar el acceso a la educación a niñas viviendo en países en vías de desarrollo o países envueltos en guerra. A pesar que las amenazas contra su vida continúan, Malala no se ha dejado vencer por la violencia y este mes publicó su autobiografía en donde narra su historia.
Malala asegura que la única manera de derrotar el terrorismo y la violencia es a través de la educación y la paz. Gracias a su constante trabajo y activismo a favor de la educación, Malala fue nominada este año al Premio Nobel de la Paz, convirtiéndola en la persona más joven de ser nominada. Es importante reconocer que en una cultura paternalista y misógina, Malala asegura que su mayor apoyo ha sido su padre.
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