Inmediatamente despertó mi curiosidad ya que el nombre United Fruit Company y la frase responsabilidad social son más antónimos que sinónimos. Durante la elaboración de mi seminario final universitario, tuve acceso a documentos y textos que me permitieron conocer a profundidad el modus operandi de esta compañía en nuestro país. Éste está caracterizado por incontables violaciones del estado de derecho y los derechos humanos de muchos de nuestros compatriotas.
Tal como determinan Stephen Schlesinger y Stephen Kinzer en el libro Bitter Fruit (fruto amargo) esta compañía no sólo fue un actor principal sino que el arquitecto, con el apoyo del gobierno de Eisenhower, del golpe de Estado de 1954. Con el contexto histórico-político que ya conocía de dicha compañía, entré con una opinión bastante comprometida o subjetiva, sin embargo quería conocer si realmente dicha compañía había evolucionado o madurado.
Me bastó con el leer el primer párrafo para darme cuenta de que éste no es el caso y que Chiquita continua promoviendo falsa información sobre sus políticas y “programas” de responsabilidad social empresarial. Al principio del informe hay una carta del CEO de la Compañía, quién establece que las políticas de Chiquita Brands y sus asociados se caracterizarán por ser éticas, sostenibles y respetando la integridad de sus trabajadores. Sarcástico o irónico, no sé, pero me quedo un mal sabor de boca al terminar de leer esa frase, especialmente porque sólo hace unos años financiaban grupos terroristas en Colombia. Lo más patético del informe fue su falsa intención de reconocer las faltas cometidas en el pasado, ya que elude de una manera muy superficial a “errores” cometidos. Errores, más como homicidio, financiamiento de grupos paralelos y desarticulación de sindicatos, claro errores. Su supuesta admisión a faltas cometidas en el pasado es deslegitimizada en el próximo párrafo en donde el informe asegura que las acusaciones fueron fabricadas, manipuladas y exageradas. Al final, el informe es un copy-paste de informes pasados en los cuales no se asume ninguna responsabilidad.
Casualidad fue que también hace una semana, la Corte Suprema de Justicia colombiana emitió una orden de captura en contra del ex presidente de la Cámara y miembro del Parlamento Oscar Arboleda, por estar ligado a la parapolítica. Se denomina así en Colombia a todos los miembros de la administración pública que financiaron y apoyaron a los grupos paramilitares (ilegales) durante la guerra civil. Específicamente varios políticos de la extrema derecha financiaban al grupo AUC (Autodefensas Unidas de Colombia), quienes cometieron crímenes nefastos durante la guerra interna y actualmente trabajan de cerca con el Narco. Curiosamente, Chiquita Brands y asociados durante los años 1997-2004 también financió a AUC, desviando más de $1.7millones a dicho escuadrón de muerte. En 2007, una Corte Federal Estadounidense multo a Chiquita Brands International con $25 millones por continuar financiando un grupo catalogado terrorista por EE.UU. Chiquita Brands International argumentó que los pagos hechos a AUC eran para proteger a sus empleados, sin embargo la investigación encontró lo opuesto, el dinero era para asesinar a los empleados que participaban en sindicatos.
United Fruit Company promoviendo asesinatos y la desarticulación de los sindicatos, suena conocido. Las mismas tácticas pero con magnitudes más grandes fueron empleadas en nuestro país durante el golpe de Estado y a través del conflicto interno. Parece un thriller o una película de terror que exista una compañía multinacional que pudo remover un gobierno democrático con el apoyo de EE.UU., y que financia el narcotráfico en otro. Lo cierto es que Chiquita Banana Internacional ya tiene en su haber la participación en dos conflictos internos. En lo que se confundieron Schlesinger y Kinzer fue en llamarla fruto amargo, mejor le queda fruto podrido.
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