Las cifras que buscan dimensionar la situación de los refugiados y de otras personas desplazadas por conflictos, violencia generalizada, violaciones de derechos humanos o eventos que perturban gravemente el orden público son alarmantes. De hecho, el Acnur, la Agencia de la ONU para los Refugiados, nunca ha registrado un número tan alto.
Y esas cifras no son ajenas a la región centroamericana.
Guatemala, Honduras, El Salvador y Nicaragua se encuentran entre los diez países de ori...
Las cifras que buscan dimensionar la situación de los refugiados y de otras personas desplazadas por conflictos, violencia generalizada, violaciones de derechos humanos o eventos que perturban gravemente el orden público son alarmantes. De hecho, el Acnur, la Agencia de la ONU para los Refugiados, nunca ha registrado un número tan alto.
Y esas cifras no son ajenas a la región centroamericana.
Guatemala, Honduras, El Salvador y Nicaragua se encuentran entre los diez países de origen con más personas que solicitaron asilo a nivel mundial durante 2019. Como en el resto del mundo, muchas de las personas que salen de estos países buscan refugio en países vecinos con la esperanza de algún día poder regresar a casa. De los más de 102,000 nicaragüenses que habían buscado protección internacional para finales de 2019, más de dos tercios llegaron a Costa Rica. En Guatemala, el 58 % de las personas refugiadas y solicitantes de asilo provienen de El Salvador y Honduras.
Globalmente, casi seis de cada diez de las personas que se encontraban desplazadas al final del año pasado eran personas que habían huido a otras áreas de sus propios países. En el norte de Centroamérica son cuatro de cada diez, con más de 318,000 desplazados internos registrados solamente en Honduras y El Salvador.
Y eso parece ser una tendencia creciente. En el primer semestre del 2020, gran parte del mundo se paralizó en un esfuerzo global para mitigar la propagación de la covid-19. Pero la violencia y la persecución no se han detenido ante el virus. Durante la pandemia, las causas que llevan a millones de personas a huir de sus hogares continúan e incluso han aumentado.
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En algunos países de esa región, grupos criminales y pandillas han utilizado las medidas de confinamiento para fortalecer el control sobre las comunidades. Las restricciones de movimiento hacen que las personas que tengan que huir para salvar sus vidas encuentren obstáculos en su búsqueda de seguridad. Al mismo tiempo, refugiados, solicitantes de asilo y comunidades que acogen a desplazados han sido fuertemente golpeados por la pérdida de su sustento al tener que quedarse en casa.
Este año, para el Día Mundial del Refugiado, que se observa el 20 de junio, el mundo conmemora la fortaleza y la resiliencia de las personas desplazadas forzosamente en un contexto siempre más desafiante y complejo debido a la pandemia global por covid-19.
Durante la pandemia, el Acnur se ha adaptado para continuar trabajando incansablemente, de la mano de los Gobiernos y de nuestros socios, y atender a las personas con necesidades de protección. Seguiremos apoyando a los Estados para fortalecer sus sistemas de asilo y crear nuevos espacios seguros para acoger con dignidad a las personas que no tuvieron más opción que huir.
Dado el carácter prolongado de los desplazamientos de hoy en día, es esencial que los refugiados y otras personas desplazadas tengan la oportunidad de integrarse a las comunidades que los acogen y de contribuir con su energía, creatividad y empeño a construir un mundo más solidario. Todos podemos marcar la diferencia en la vida de las personas desplazadas por la violencia. Cada acción —por pequeña que sea— cuenta. Este es, en el espíritu de la responsabilidad compartida del Pacto Mundial sobre los Refugiados y de su aplicación en Centroamérica y México, el Marco Integral Regional para la Protección y Soluciones (MIRPS).
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