Fundó así la filosofía y el ser de la universidad moderna en la región y criticó mordazmente la tiranía de la mediocridad escudada en la cátedra, a través de la cual obtenían rentas los ignorantes, esos ignorantes inválidos que no encontrarían fuera de su mediocre nicho de poder dentro de la universidad pública otro medio de vida decente. Ese ambiente de podredumbre es el caldo de cultivo de la opresión política y de la indiferencia ante los problemas de la sociedad.
La universidad pública tiene una naturaleza particular en cuanto bien público: es la producción tangible de una voluntad colectiva cuyo horizonte es la educación para todos los miembros de la comunidad. Mucho más que un mero servicio, es un modo de ser de la sociedad. Su producción colectiva a través del esfuerzo tributario es altamente efectiva, pues permite acceder a un bien que de otra manera no podría ser producido de manera individual por sus beneficiarios.
Más allá de las caricaturas colectivistas provenientes de la torpe miopía neoliberal, los bienes públicos tienen características que los demarcan y distinguen de los privados: son apropiables con restricciones relativamente bajas, incluso de manera irrestricta aun por parte de quienes no contribuyen a su producción. A diferencia de otros bienes públicos, en el caso de la universidad, incluso si estos free riders se benefician de ella, el beneficio global sigue siendo ventajoso para la sociedad, ya que la universidad incluye o habilita, a través de la formación profesional, a nuevos miembros que contribuyen a la producción futura de este bien público.
No es difícil entender que este es uno de los mecanismos redistributivos más poderosos de cualquier sociedad: iguala las oportunidades, hace que quienes no gozan de los recursos para acceder a la educación superior se encuentren en la línea de salida con las mismas oportunidades que quienes pueden procurar dicho bien de manera individual a través de la educación privada. La universidad pública realiza un ideal de sociedad. Es o debería ser un guardián de la igualdad de oportunidades, que están siendo defendidas a través del pliego petitorio del movimiento estudiantil que tiene ocupado al día de hoy las instalaciones de la Universidad de San Carlos.
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Aunque toda medida de hecho genera pérdidas cuantificables y esta no sea la excepción, si se quiere entrar al juego de los números, invito a pensar entonces en el lesivo costo social que supone la apropiación anómala de rentas gracias a la captura de la función pública y en el grave lastre para el desempeño óptimo de los bienes creados de manera colectiva que dicha apropiación representa. Si algo hemos aprendido en los últimos años gracias a la telenovela política de la captura del Estado es que las apropiaciones de rentas gracias al mal funcionamiento y deterioro de lo público es un obstáculo significativo para el desarrollo nacional. Es inadmisible que estas apropiaciones privadas de lo público sigan lastrando el principal bien colectivo en el país en materia educativa.
El grupo de colectivos estudiantiles movilizados al día hoy, más allá de oponerse a la mera gestión del rector actual, revitaliza el modelo de comprensión de la universidad como bien público. Interpelan la calidad ideológica de la hegemonía neoliberal de los últimos 25 años, que ha diezmado la noción de lo público en el imaginario colectivo.
Esta es la oportunidad para quienes deseen estar a la altura de la historia (y para el rector mismo, si lo desea) de impulsar una reforma universitaria que no solo libere a la USAC de las rémoras de la corrupción y del clientelismo, sino que lleve a restaurar los fines que le dan el verdadero sentido a la universidad, su naturaleza emancipadora y su misión de salvaguarda de la más importante de las soberanías de un país: la del conocimiento al servicio de la misma sociedad, y no de las necesidades a la carta de esta finca maquilera.
Ese es el mandato social de la USAC de Mario López Larrave, de Carlos Martínez Durán y de tantos otros que vivieron y murieron por el ideal universitario de Córdoba que estos jóvenes representan hoy.
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