De este modo, se comprometió el espacio territorial mexicano al grado de convertirlo en la frontera extendida de Estados Unidos y en campo de batalla de una aparente guerra contra el narcotráfico junto con la permanente disputa entre los carteles de la droga, con serias consecuencias para los derechos humanos de los mismos mexicanos, y no digamos para los miles de centroamericanos que atraviesan este país en el afán de llegar a Estados Unidos, quienes se ven afectados por toda clase de vejámenes: secuestros, extorsiones, violaciones sexuales y hasta la muerte.
El Gobierno de México no solo tendría que rendirles cuentas de su papel a los 12 millones de mexicanos que viven en Estados Unidos, sino también a Centroamérica. En cuanto a sus connacionales, un académico de la talla de Raúl Wise ha fundamentado hasta el cansancio: «Quien más se ha beneficiado de esta migración ha sido precisamente Estados Unidos» al otorgarle el bono demográfico que el Estado mexicano formó y al cual hoy el presidente Trump no ha dejado de ofender y atacar con oprobios y medidas gubernamentales beligerantes de rechazo.
El próximo 1 de julio de 2018 serán las elecciones presidenciales en México, en las que compiten Manuel López Obrador, por la coalición Juntos Haremos Historia, integrada por el Movimiento Regeneración Nacional (Morena), el Partido Encuentro Social (PES) y el Partido del Trabajo (PT); Ricardo Anaya, de la coalición Por México al Frente, integrada por el Partido de Acción Nacional (PAN), el Partido de la Revolución Democrática (PRD) y el Movimiento Ciudadano (MC); José Antonio Meade, por la coalición Todos por México, integrada por el Partido Revolucionario Institucional (PRI), el Partido Verde Ecologista de México (PVEM) y la Nueva Alianza, y Jaime Rodríguez Calderón, el Bronco, candidato independiente.
Recientemente se realizó el segundo debate presidencial denominado México en el Mundo, entre cuyos temas centrales figuró la política migratoria. En el segundo bloque del debate se abordó el tema de la seguridad fronteriza y del combate del crimen transnacional. Y el tercer bloque fue sobre los derechos de los migrantes. Es indudable la preocupación de los mexicanos por la defensa de sus derechos en el extranjero, así como por el apoyo a su incorporación a la sociedad cuando son deportados. Y le preocupa a la población migrante centroamericana que México se convierta, todavía más, en el gendarme de Estados Unidos.
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Esto significa que la persecución, la detención y la devolución empiezan en la llamada frontera sur, tal como fue diseñado en el plan del mismo nombre, que se implementa desde el 2015, y que México es cada vez menos un país receptor de población refugiada.
Lamentablemente, en el mundo los procesos electorales de las últimas décadas han perdido su carácter de ofrecer a la ciudadanía opciones basadas en contenidos programáticos que respondan a los problemas más ingentes de sus poblaciones. Por el contrario, hoy los debates presidenciales se convierten en una especie de lucha libre llena de acusaciones entre los candidatos, así como de hechos anecdóticos, y abordan cada vez menos la problemática social, la proyección para el desarrollo integral y dinámicas de interdependencia geopolítica.
Aunque Manuel López Obrador es el candidato que mayor simpatía social genera, ya que su partido se declara de izquierda, pero ha tenido que moverse al centro, aun él no hizo la diferencia en cuanto a propuestas claras para atender la crisis migratoria, exacerbada por el presidente Trump. Los otros candidatos representan la continuidad del priismo y del PAN, que ya han gobernado y han dejado al país en una profunda crisis económica y política por los niveles de depreciación de su moneda, con salarios que no satisfacen la canasta básica, con corrupción, con clientelismo, con prebendas para sectores económicos lícitos e ilícitos y con una violencia sistémica que azota al país.
Así, la ciudadanía mexicana tiene en sus próximas elecciones la opción de romper con el continuismo. Pero tocará organizarse para demandar de López Obrador más claridad y contundencia frente a su política de defensa de la población migrante y devolverle México no solo a los mexicanos, sino a Latinoamérica, especialmente a países como el nuestro, con el cual se comparten fronteras, problemáticas y posiblemente alternativas.
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