Y digo reconocimiento, porque todavía no es una realidad el ejercicio pleno de los mismos. Millones de mujeres alrededor del mundo, especialmente niñas, no tienen acceso a la educación, la salud y la vivienda, derechos fundamentales del ser humano, no digamos al ejercicio real del derecho a elegir y ser electas.
En Guatemala la Revolución de 1944 trajo consigo, un año después, la posibilidad del voto para las mujeres alfabetas. No obstante, fue hasta 1965 que se otorga el voto a las mu...
Y digo reconocimiento, porque todavía no es una realidad el ejercicio pleno de los mismos. Millones de mujeres alrededor del mundo, especialmente niñas, no tienen acceso a la educación, la salud y la vivienda, derechos fundamentales del ser humano, no digamos al ejercicio real del derecho a elegir y ser electas.
En Guatemala la Revolución de 1944 trajo consigo, un año después, la posibilidad del voto para las mujeres alfabetas. No obstante, fue hasta 1965 que se otorga el voto a las mujeres en general. Esto significa que desde hace más de medio siglo se reconoce el derecho de las mujeres a elegir a sus representantes y de ser electas como representantes. Sin embargo, los datos muestran que el ejercicio del derecho a elegir y ser electas es muy precario, especialmente entre las mujeres indígenas.
Para las elecciones de 2007, el total de mujeres en edad de votar era de 3,573.7, de las cuales únicamente 2 809 120 estaban empadronadas y votaron 1 709 911. Estos datos ponen de manifiesto que más de la mitad de las mujeres en edad de votar no ejercieron en el último proceso electoral su derecho a elegir.
Por el lado de las mujeres electas, la situación es aún más dramática: de 158 puestos en el Legislativo, solamente 19 son ocupados por mujeres, y de las 333 alcaldías, apenas seis están dirigidas por mujeres. Al igual que los datos anteriores, el reducido número de mujeres electas es una realidad que, además de evidenciar la exclusión que sufren las mujeres en el ámbito político, nos cuestiona sobre la legitimidad de la democracia en la que vivimos.
Si bien el siglo XX puede considerarse como el de las grandes luchas por el reconocimiento de los derechos de las mujeres, en el siglo XXI las luchas continúan, ya que del reconocimiento de los derechos se debe pasar al ejercicio de los mismos a cabalidad y en igualdad de condiciones.
El camino aún es cuesta arriba, el pensamiento machista y patriarcal es fuerte y se perpetúa. El Día Internacional de la Mujer debe ser un momento para recapitular, conmemorar a aquellas mujeres que abrieron brechas, tomar fuerzas y continuar luchando por la libertad de las mujeres en todos los sentidos y en todos los ámbitos.
Como parte de esta lucha, el presente año electoral nos llama a poner el ojo sobre el derecho que tenemos todas las mujeres a elegir y ser electas, es decir, a ejercer nuestra ciudadanía de una forma real. Desde los diversos espacios donde nos encontremos, analizar y pensar el proceso electoral desde la perspectiva de las mujeres es, además de apasionante, un ejercicio que seguramente nos pondrá frente a la cruda realidad de la situación de las mujeres en nuestro país y de la democracia misma.
Más de este autor