Es interesante analizar estas candidaturas desde la perspectiva de la inclusión de mujeres dentro de los partidos políticos. Tradicionalmente, las mujeres han estado excluidas de las esferas del poder y la toma de decisiones, al considerarse el ámbito de lo público como propio de los hombres. A pesar de que las mujeres se han integrado a la política, aún no han logrado compartir el poder, que es el privilegio masculino. Se mantiene vigente en los partidos una cultura política y códigos de conducta patriarcal que discriminan a las mujeres.
No obstante, estas candidaturas en puestos altamente importantes, ¿nos reflejan un cambio en cuanto a la cultura machista de los partidos políticos? O ¿es más de lo mismo?
La evidencia demuestra que la poca inclusión de las mujeres en los partidos políticos se da en todos los niveles. Sin embargo, es una constante que a medida que se asciende en la jerarquía del partido disminuye la presencia de mujeres.
En un primer ámbito, los datos y las estadísticas evidencian que, en general, son más los hombres afiliados que las mujeres afiliadas a los partidos políticos. Esta situación está relacionada —por un lado— con la idea de que la política es un espacio únicamente masculino, pero también —por otro— con las carencias en cuanto a la documentación de las mujeres que imposibilita su participación política activa.
En un segundo ámbito, en los comités ejecutivos nacionales, la representación de las mujeres es bastante pobre. La baja representatividad en éstos manifiesta que el poder político y la conducción y dirección de los partidos se encuentra en las manos de los hombres.
En un tercer ámbito, en las candidaturas a puestos de elección popular la baja representatividad de las mujeres continúa siendo una constante. Usualmente, los partidos en su gran mayoría presentan mujeres en menor número y, además, en puestos que no son elegibles.
Si existe una verdadera transformación en cuanto a la inclusión y la democratización interna de los partidos los datos anteriores tendrían que empezar a cambiar. Especialmente, en un año electoral las candidaturas y los lugares que se ocupan permitirían medir si realmente existe un cambio o no.
En este sentido, ¿la UNE, el PP, el FRG y ADN postularán un mayor número de mujeres para el Congreso y las alcaldías? ¿Existe verdaderamente una política de promoción de las mujeres? O ¿las candidaturas femeninas responden más bien a coyunturas específicas, intereses particulares o son simplemente decorativas? Al respecto profundizaremos en otros artículos conforme avance la campaña electoral.
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