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Sandra Torres durante el cierre de campaña de la primera vuelta electoral, en Villanueva, el viernes 14 de junio. Simone Dalmasso

La reinvención de Sandra Torres: de la socialdemocracia al conservadurismo

Sandra Torres ya ha completado el tránsito a estatista conservadora. Lo suyo será mantener el statu quo
El mensaje es contundente: el gobierno de la UNE quiere complacer al empresariado organizado con la idea de que eso le puede facilitar la victoria.
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La reinvención de Sandra Torres: de la socialdemocracia al conservadurismo

Historia completa Temas clave
  • Sandra Torres, a sus 63 años, se ha convertido en una política de corte tradicionalista y conservador.
  • Busca de un votante que a menudo la ha rechazado, pero también el favor de las élites económicas tradicionales.
  • En 2015 se mostraba progresista ante el matrimonio igualitario y las causas de la comunidad LGBTIQ, ahora se compromete con una comunidad evangélica a apoyar la iniciativa pro familia.
  • Ante apoyaba a la Cicig. Luego fue acusada de financiamiento electoral ilícito y ha pasado a proponer su propia Comisión Nacional contra la Corrupción.
  • Carlos Raúl Morales, su vicepresidenciable, es un comodín en esta elección. Es su primera participación política, pero ha logrado presentar otro rostro al ya conocido proyecto político de la UNE y Sandra Torres.
  • La UNE, la mayor fuerza parlamentaria, prioriza iniciativas que aseguren fondos para los programas sociales y que reactiven la economía del país. Son leyes pro empresariado, lejos de las polémicas reformas sociales o relacionadas con la memoria histórica.
  • El voto leal de Sandra Torres está al tope. Ella ha salido a buscarse el apoyo de las zonas urbanas rurales.
  • En sus mitines, Sandra Torres es todo un santa claus. Ofrece de todo, firma documentos para asegurar su cumplimiento. Cualquier cosa a cambio del voto.

La estrategia de campaña de la candidata presidencial, Sandra Torres, ha cambiado en cada proceso electoral. Consciente del rechazo que suscita la imagen estridente que proyectó durante el gobierno de su exesposo, Álvaro Colom, desde 2015 se esfuerza, con evidente dificultad, por aparecer moderada y confiable. En esta campaña ha completado una transformación que pretende acercarla al empresariado organizado y limar su antivoto: el giro al conservadurismo.

Sandra Torres ya no es la misma de 2015 y está aún más distante de aquella Primera Dama que cogobernó de 2008 a 2012. Se identifica todavía como socialdemócrata pero su campaña y opiniones la sitúan lejos, muy lejos de esa ideología política que enarboló en sus inicios la Unidad Nacional de la Esperanza (UNE). Ella quiere que la vean como una pragmática, porque «las soluciones a los problemas del país no son ideológicas, sino prácticas», según ha dicho.

Cumple el lema al pie de la letra.

Aunque su propuesta todavía orbita alrededor de los programas sociales (transferencias monetarias condicionadas, bolsa de alimentos, escuelas abiertas, bonos y subsidios al campo), su proyecto ha cambiado con el fin de convencer a sus viejos detractores y a la parte del electorado que duda de ella.

Presidencia vía Flickr

Si en 2015 tituló su propuesta Rescate nacional, el actual lo ha bautizado como Guatemala, próspera y en paz, y está lleno de vívidas señales –presentes y omisas– de su búsqueda por aliarse con el empresariado organizado. De la misma manera que Torres ha dicho que atenderá lo que el pueblo demande, también ha asegurado que los complejos problemas del país deben ser resueltos por consenso entre los sectores.

Cada vez más evita los temas espinosos para la élite económica, como una reforma tributaria que impulsó el gobierno de la UNE, o la política y la iniciativa de ley de Desarrollo Rural, que soliviantan a la ultraconservadora Cámara del Agro. Y las sustituye con iniciativas que llama de reactivación económica, enfocadas en potenciar la inversión pública en infraestructura vial, educativa y de salud, que provienen del mismo sector privado agremiado.

Pero Torres, y la UNE, son una fuerza imponente. En número, dominarán una tercera parte del Congreso, aunque su influencia, por cohesión, estrategia, experiencia, y astucia, probablemente será mayor. Ejercen control sobre la Contraloría, nadie duda de su influencia en las Cortes, conocen cómo mover la maquinaria del Ejecutivo, y en esta segunda vuelta se han dedicado a fortalecer y renovar sus alianzas con los poderes descentralizados, sobre todo con los alcaldes electos.

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Hoy por hoy, asegura Torres, cuenta con el favor de 254 de 340 ediles electos, de su partido y otros. De esa aseveración solo consta una foto, no hay una lista de nombres. Lo que sí se puede asegurar, es que entre los personajes que se han unido a su causa está la alcaldesa de La Blanca, San Marcos, Edilma Navarijo. Mujer fuerte del partido Unión del Cambio Nacional (UCN), del ahora detenido con cargos de narcotráfico, Mario Estrada.

Las ofertas han sido varias.

Al alcalde capitalino, Ricardo Quiñónez, del partido Unionista, le anticipó el apoyo para que construya el vasto proyecto de metroriel, que requiere una inversión de 5.7 millardos de quetzales para unir la zona 18 y zona 12, al norte y sur de la capital.

Al de Mixco, Neto Bran, le hará participe en las decisiones sobre seguridad ciudadana, y lo ha puesto por escrito, porque es necesario hacer cambios a la ley de la Policía.

Simone Dalmasso

Al cierre de su campaña en Villa Nueva dijo, ante los candidatos a las alcaldías del departamento de Guatemala, que impulsaría un proyecto para la construcción de 300,000 viviendas, que los beneficiaría a todos.

Hace ocho años, no era extraño leer artículos de prensa u oír descripciones de empresarios que veían en Sandra Torres una reencarnación del fantasma del chavismo. La voluntad de desprenderse de la fama de izquierdista está presente en la mayoría de sus discursos. Lo dice siempre: ella y su proyecto son proempresariado. Su plan, entre líneas, destila la idea: pro gran empresariado.

Socialdemócrata, subrayó hace unos meses en Sin Filtro, un programa de Guatevisión, «no es socialista ni comunista. Eso ya desapareció. “Social” por la sensibilidad social, por el acercamiento de la inversión social con la gente; y “demócrata” por la democracia que rige en los países».

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En los mitines ofrece presupuestar a más maestros, pagarle a los expatrulleros de autodefensa civil (ExPAC), sacar al Ejército a las calles para que acompañe a la policía, que los reos trabajen para costear su alimentación y trasladar esos recursos a educación.

En 2008, en cambio, era solidaria con las víctimas del conflicto armado interno. Y al igual que las organizaciones de derechos humanos, no hablaba de perdón hasta que se conociera el nombre de los asesinos, incluidos algunos políticos (en alusión directa a Otto Pérez Molina).

Además de al empresariado, su discurso pretende adaptarse al votante conservador guatemalteco, que es grande y su principal fuente de antivoto. Sus decisiones son más prácticas que ideológicas, sostiene ella. Nada de transformaciones polémicas.

En las coordenadas políticas de Por Quién Voto, una iniciativa ciudadana diseñada para ayudar a entender qué postula y dónde se encuentra cada partido en función de sus valores económicos y principios sociales, Sandra Torres ya ha completado el tránsito a estatista conservadora. Lo suyo, de acuerdo con su discurso, será mantener el statu quo.

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Sofía Montenegro, politóloga de la asociación Diálogos, cree que es difícil ubicar a Sandra Torres en el espectro ideológico, pero tiene claro algo: «La socialdemocracia no es su línea».

Toda su estrategia pasa, según Montenegro, por no molestar al potencial elector. Nada de extravagancias ni confrontaciones. Esa es la proclama de esta campaña a la presidencia.

El mismo pragmatismo de Torres lo tiene su partido, de una gran flexibilidad táctica, pero también en materia de política pública y legislación.

Como señaló Rudy Herrera, analista de Por Quién Voto: «La UNE se movió ideológicamente desde 2015. Es un partido que cambia de ideología, que dice lo que le conviene», y agregó que las posturas de campaña más notorias corresponden al intento de agradar a un sector económico tradicional, un apoyo del que carecía. Con una diferencia: en lugar de virar hacia el estatismo conservador, su partido se fue en 2019 a las antípodas de Torres: el progresismo liberal.

Todas estas variaciones, y las de su equipo, que incluye a diputados y a su hija, Nadia de León, también diputada del Parlamento Centroamericano (un círculo pequeño del que desapareció  su hermana Gloria, objeto de acusaciones de corrupción), responden a un objetivo fijo que ella lidera: la Presidencia. Un sueño que, dice con nuevos tonos religiosos, solo podrá lograr «si Dios lo permite» y «el pueblo la ayuda».

Su propuesta anticorrupción

En las vísperas electorales de 2015, Sandra Torres ofrecía hacer equipo con la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala, (Cicig), y respaldar una ley antisoborno.

De aquella propuesta no queda nada.

Su idea actual es instalar su propia Comisión Nacional contra la Corrupción, un reemplazo conveniente para una entidad que, junto a la Fiscalía Especial contra la Corrupción (Feci), la señaló de un esquema de financiamiento ilícito para la UNE, por el que obtuvieron 19 millones de quetzales. Por este caso, su exvicepresidenciable Mario Leal Castillo fue ubicado por Interpol en Estados Unidos.

Su proyecto contra la corrupción no es claro. Ha asegurado que su candidato a vicepresidente, Carlos Raúl Morales, el excanciller y ex asesor de Tigo, una potencia en telecomunicaciones, gestiona apoyo de «países amigos», mientras habla de reunir a la «reserva moral del país, a las universidades y las iglesias para terminar con las prácticas deshonestas y garantizar que nadie quede impune».

Mientras se cierne la idea, la Cicig, a punto de terminar su periodo, se aparta como querellante adhesiva de los casos que investigó con el Ministerio Público. Entre ellos el caso La Línea, el que desveló la red de corrupción en aduanas y que terminó con la captura del binomio presidencial de Otto Pérez Molina y Roxana Baldetti. Y la Feci queda sola, expectante a las directrices de la actual fiscal general, Consuelo Porras.

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En todo caso, con o sin Cicig, el sistema de justicia ha sido favorable a Sandra Torres. Porras decidió presentar la acusación un día después de que la candidata presidencial quedara formalmente inscrita, y por lo tanto, gozara de inmunidad. La influencia de Torres sobre las Cortes imposibilitó las investigaciones, pese a que una escucha telefónica del expediente del Ministerio Público y la Cicig, que se filtró a los medios de comunicación, evidencian que ella estaba enterada de las recaudaciones millonarias que hacía el exsecretario privado de la Presidencia, Gustavo Alejos.

La Cicig desaparecerá en septiembre, y ese mismo mes se elegirá a los magistrados por cinco años de la Corte Suprema de Justicia y Salas de Apelaciones. Si Torres gana los comicios y cobra aún más peso en la elección, que está a cargo del actual Congreso, el caso parece desde ya enterrado.

La relación de Sandra Torres con la corrupción y la transparencia ha sido poco ambigua, pese a sus discursos a favor de la segunda. Harta de las pesquisas del sistema de justicia y del escrutinio de la prensa, no solo arrimó el hombro contra la Cicig, sino que en abril y mayo pasados denunció a dos fiscales de la Feci y a seis periodistas de elPeriódico retorciendo la Ley de Femicidio. Pretendía acallar a sus críticos y a quienes la investigaban. Un juzgado y una sala de apelaciones apoyaron su causa. Pero la censura social la obligó a dar marcha atrás en su demanda contra los periodistas.

Luis Echeverría/Presidencia vía Flickr

Su conducta no es nueva. Como coordinadora del Consejo de Cohesión Social, mientras fue Primera Dama, fue incluso capaz de sacrificar a uno de sus mejores ministros, el de Educación, Bienvenido Argueta, con tal de no cumplir la orden de la CSJ: que le entregara a la diputada Nineth Montenegro la lista de beneficiarios de Mi Familia Progresa, para que esta ejerciera su función fiscalizadora.

Torres tampoco ha sido transparente para explicar quiénes financiaron su campaña, o cuál fue su papel en la gestión del frustrado proyecto Transurbano, en el que el gobierno invirtió 270 millones de quetzales, y por el que está ligado a proceso casi todo el gabinete de gobierno de Álvaro Colom, incluido el expresidente. Y de la misma manera que no ha aceptado participar en debates presidenciales, también evitó concederle una entrevista a Plaza Pública.

Las sombras sobre el financiamiento, ahora consolidadas en las acusaciones del Ministerio Público, existen por lo menos desde el momento en que la UNE empezó a gobernar. Una investigación de Insight Crime sostenía que recibieron dinero del narcotráfico, y esa idea aún hoy sigue vigente. Colom  fue contactado a través de diferentes vías pero no respondió al interés de entrevistarlo para este perfil. La última opinión que se tiene de él sobre su exesposa se filtró en una escucha telefónica de 2015: pensaba que había cambiado «las manos de solidaridad por puños de pelea», y que había vendido al partido.

Sandra, la conservadora

Sandra Torres es adicta al cambio táctico y sin sutileza. Ahora se declara una férrea defensora de la familia tradicional, pero un tuit que eliminó pero dejó rastro recuerda que en la campaña pasada sostenía que el matrimonio igualitario era el resultado de una «política inclusiva». El mensaje de aquella Torres todavía más socialdemócrata terminaba con la etiqueta #LoveWins.

El 21 de julio ante unos 400 indígenas q´eqchí, Torres, la pragmática, enarboló dos de los comodines ideológicos del discurso conservador. A voz en cuello dijo: «Estamos totalmente en contra del aborto y en contra del matrimonio entre hombre y hombre y mujer y mujer». Hizo una pausa para que su traductor interviniera, y añadió una declaración que a su audiencia le provocó risa: «Porque la Biblia dice, como comentó alguien por ahí, la Biblia dice “Adán y Eva”.  No dice “Adán y Esteban”».

Su audiencia se componía de mujeres y hombres católicos y evangélicos que habitan Panzós, un municipio del valle del Polochic, en Alta Verapaz. Uno de los departamentos en donde el voto para Sandra Torres es leal. Aunque el partido UNE perdió alcaldías en este territorio (en 2015 tuvo 7, en 2019 solo 3), ella arrasó en la elección presidencial en 16 de los 17 municipios.

Una semana después, como reacción al llamado del Movimiento Evangélico Nacional de Acción Pastoral, agregó un comunicado en el que compromete a su futura bancada (de 52 diputados) a aprobar la Ley de Protección de la Vida y la Familia. En mayo, la Organización de las Naciones Unidas en Guatemala, explicaba que esta iniciativa «atenta contra los derechos sexuales y reproductivos y puede contribuir al odio y a la violencia con base en la diversidad sexual e identidad de género».

Sandra y el proyecto legislativo

A Torres le respalda la bancada más fuerte del próximo Congreso, pero eso no significa que se vaya a hacer estrictamente su voluntad: para tener mayoría absoluta le faltan 29 votos y para la calificada algo más del doble. Pero si gana, a la mujer fuerte de la UNE se le abrirán perspectivas halagüeñas. Y esa fuerza será útil para las iniciativas promovidas por el gran empresariado.

Aquellas que se enfocan en la «reactivación económica», como afirma el diputado uneísta Carlos Barreda, el articulador en temas económicos y en su relación con el empresariado organizado. Por ejemplo, la Ley de infraestructura vial, aunque él cree que necesita «pulirse más».

Nada de modificar la ley de minería para mejorar las condiciones de las regalías, ni tasas impositivas a las hidroeléctricas. «Que se apruebe el reglamento del 169 que es lo que están pidiendo los empresarios, para tener reglas claras» en cuanto a minería e hidroeléctricas, dijo Torres el 30 de julio en Sin Filtro.

También descartan impulsar la búsqueda de desaparecidos por el conflicto armado interno, una reforma fiscal, o de desarrollo rural, como se planteaba en tiempos del gobierno de Colom. Lo que asoma es una menos ambiciosa de agricultura familiar.

Sandy Revolorio

Según Barreda, la prioridad ahora mismo es negociar un presupuesto que permita levantar de nuevo los programas sociales. Pero ni él ni el Plan de Gobierno concretan cuánto dinero necesitan para cumplir con las ofertas. Sandra Torres ha dicho que cuando fue primera dama se implementaron los programas sociales con la mitad del presupuesto actual, de 87,715 millones de quetzales, pero la insinuación es engañosa, porque no toma en cuenta ni la inflación ni el crecimiento de la población.

El enfoque en materia tributaria será mejorar la recaudación para asegurar los recursos públicos.  

«El país tiene casi seis o siete años de estar muy polarizado, muy confrontado», expone Barreda. «Lo que han planteado Sandra y Carlos Raúl es convocar al diálogo en varios temas, y este (el de la reforma fiscal) podría ser uno de ellos», afirma.

Para ello necesitan construir un «respaldo político y social en muchos temas», dice. El plan de Gobierno prioriza 18 iniciativas de ley. Para 2020 le da mayor importancia a tres: la Ley de alumbrado público, para mermar la conflictividad rural; la ley Proguate, que suple al Programa Nacional para la Competitividad y otras entidades, y la de Interés preferencial en vivienda, para reactivar la economía en el ámbito de la construcción.

En el Congreso Barreda y Orlando Blanco, el diputado que se libró de un caso de financiamiento electoral ilícito de 2015, son los jefes negociadores, junto a Mario Taracena, con casi tres décadas de experiencia parlamentaria, y el excontralor General de Cuentas, Carlos Mencos. Jairo Flores, que también está en el elenco, es la sombra de Sandra Torres en las giras y reuniones con alcaldes.

El 20 de julio ambos se reunieron con el de Mixco, Neto Bran, durante la feria del chicharrón. En medio de la agenda apretada de la candidata, que suele visitar cuatro o cinco municipios por día de viernes a domingo, hizo tiempo para sentarse durante casi una hora en una mesa instalada en el parque central del municipio. Un acto de fe. Sandra Torres espera que parte de los 83,290 votos de Bran se sumen a su causa.

Simone Dalmasso

Sandra, lejos de régimen venezolano, cerca del empresariado

El mensaje es contundente: el gobierno de la UNE quiere complacer al empresariado organizado con la idea de que eso le puede facilitar la victoria. No busca pelea, sino el respaldo de un sector fuerte y poderoso, con influencia en el ámbito político desde siempre.

Ese sector no termina de darle la venia y parece, cuando menos, dividido, si no es que inclinado por la opción de Giammattei. Han recibido bien en los últimos años el nuevo conservadurismo y favor de Torres, pero siguen desconfiando. No solo por la cantidad de poder que puede llegar a concentrar, mucho mayor que la de su adversario, sino también porque la perciben traicionera y capaz de doblegarlos.

No termina de convencerles un discurso que Torres viene ensayando desde su primera candidatura. «Mi gobierno estará abierto a ellos, porque ellos serán los principales generadores de empleo y riqueza» en el país, decía el 8 de marzo de 2011, cuando anunció su intención de suceder a su entonces esposo, el presidente Álvaro Colom.

Sandra Torres ha reconocido que en 2008 era vista como una amenaza socialista, por eso ha buscado acercarse e insiste, cada vez que puede, en que llegará a acuerdos con el sector privado en pos de la gobernabilidad.

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En el cierre de campaña del 14 de junio, ocho años después, en el parque central de Villa Nueva, quiso subrayar el mensaje: «En mi gobierno, si Dios lo permite y ustedes me ayudan, (haremos) un país fuerte, estable, con empleo para todos y para todas, donde las empresas se desarrollan libremente, un país tranquilo y próspero».

Bien sabe que las luchas con los empresarios son difíciles de llevar. Alfonso Portillo y Álvaro Colom libraron algunas. Portillo quitó el arancel al pollo y Colom intentó imponer impuestos a la telefonía. Este último proyecto se desplomó. No salieron bien parados.

Sandra Torres juega de manera más calculadora ahora. Está decidida y ofrece eliminar los impuestos de importación de los insumos para el sector agrícola, proteger la producción nacional y de paso «garantizar la soberanía alimentaria y generar empleo en el campo».

Ofrece megaproyectos para desfogar el tránsito en la ciudad: el anillo regional metropolitano, el metroriel y el metro subterráneo. Promete mejorar los puentes, aeropuertos y recuperar el proyecto del tren puerto a puerto. También  «pavimentar por lo menos 2,000 kilómetros de carreteras rurales y rehabilitar los 4,500 kilómetros de carreteras principales que hoy están destruidas y que detienen el desarrollo en el país».

Su relación con el empresariado intenta ser menos turbia.

De momento, su único enemigo declarado es el empresario Dionisio Gutiérrez, que ha usado su programa televisivo Razón de Estado para hacerle campaña negativa. «Usted representa la política mezquina, obtusa y pistolera, la política que amenaza la democracia y libertades civiles», dijo como reflexión en el programa transmitido en mayo pasado. «Por el bien de Guatemala, usted no debe ser presidenta». Gutiérrez, catalogado como el segundo empresario más rico y el más influyente del país en una nota del diario español El País, ha dedicado por lo menos cuatro programas para divulgar su inquina a Sandra Torres.

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En todos subraya la inconveniencia de votar por Sandra Torres. A mediados de julio su Fundación Libertad y Desarrollo presentó una encuesta que exhibe a Alejandro Giammattei en primer lugar. Los resultados y la manera de presentarlos despertaron suspicacias entre politólogos. Torres también aprovechó para no ir al tradicional foro de la Asociación de Gerentes de Guatemala (AGG) con la excusa de que se trataba de «una encerrona patrocinada por Dionisio Gutiérrez». En realidad, sabiéndose a la cabeza, Torres ha evitado los debates.

La oposición de Dionisio Gutiérrez contra Sandra Torres es añeja. Para entenderla hay que ir a 2010, cuando Colom y Torres cogobernaban. El empresario utilizó la plataforma de su programa Libre Encuentro, que se transmitía en los canales de Ángel González, para criticar que el gobierno de la UNE no había hecho nada en lo que llevaba de su mandato.

Colom usó una agencia de noticias extranjera para defenderse. Dijo que Dionisio Gutiérrez y otras personas tenían la misión de desestabilizar su gobierno y atentar contra la institucionalidad del Estado. Uno de los objetivos de esos grupos, dijo, eran frustrar una candidatura que pudiera dar continuidad a su administración. Esa candidatura, la de Sandra Torres, no pudo ser en 2011, y ahora está muy lejos de ser una extensión de ese periodo gubernamental.

Colom y Gutiérrez tuvieron más choques, uno de ellos en el Encuentro Nacional de Empresarios (ENADE) de 2010. La pareja presidencial abandonó el recinto, ante la mirada de embajadores, funcionarios, empresarios e invitados internacionales, cuando el empresario tomaba la palabra. Tres meses después, en octubre de ese año, Gutiérrez publicó un comunicado para explicar que abandonaba el país ante las amenazas contra su vida. Dejó su programa Libre Encuentro, que había fundado dos décadas atrás y se embarcó en un viaje de tres años.

El equilibrio de Torres

Carlos Raúl Morales, exministro de Relaciones Exteriores en tres gestiones presidenciales (Otto Pérez Molina, Alejandro Maldonado y Jimmy Morales), ha emergido como un personaje clave en la campaña de Torres.

No es un actor de masas, ni importante en el área rural. Ese es el terreno que ella domina. Su campo de acción es más bien el académico, empresarial, el de la relación con los países y agencias cooperantes, con los embajadores, con Estados Unidos… y el Ejército. Es el encargado de dotarle de una voz diferente, menos coloquial, al proyecto presidencial de Sandra Torres.

Morales es un hombre dedicado: atiende todos sus mensajes de whatsapp, sin importar la hora, es accesible, responde amable, asiste a todos los foros. Pero tiene un límite: no acepta preguntas sobre Sandra Torres. Está enfocado en hablar del plan de gobierno.

Incluso Dionisio Gutiérrez ha compartido escena con el candidato vicepresidencial Carlos Raúl Morales, y aunque ha sido deferente con él, le ha deseado la derrota, por acompañar a Torres.

Simone Dalmasso

En un foro organizado por la asociación Diálogos en la Escuela de Gobierno se extendió en aspectos de la agenda de seguridad que el plan de gobierno no contempla, y dijo que conviene usar el modelo de alianzas público privadas para construir centros de detención y una cárcel de máxima seguridad, un modelo muy criticado en el mundo, y volvió sobre iniciativas imprescindibles que no tienen ninguna novedad, como bloquear la señal telefónica, un proyecto que ni la UNE ni el Partido Patriota pudieron llevar a buen puerto. Habla de separar las cárceles de la jurisdicción del Ministerio de Gobernación y de dignificar el salario de los policías.

Mientras a Sandra Torres se le complica guardar la calma ante las preguntas incómodas, a Morales no hay antecedente que le complique o lo altere. A sus 48 años, y en su primera competencia electoral, está en el balotaje para gobernar. Mientras ella se cuelga de un discurso permanente contra su oponente, Giammattei, y aprovecha para criticar cada acción del presidente Jimmy Morales, quien la venció en la elección de 2015, a Morales, que conoce las interioridades de este Gobierno, no se le recuerdan demasiadas estridencias ni críticas.

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La única vez que se ha salido del discurso oficial del partido, fue cuando dijo que habría que someter la continuidad de la Cicig a un plebiscito. La idea estaba en el plan de Gobierno de la UNE, pero ya no en la intención de su jerarca.

En menos de dos días, le obligaron a rectificar. Lo hizo. Ahora, en los círculos diplomáticos, advierte que la Cicig ya es historia.

Sandra, y su voto leal

El gran reto de Sandra Torres es hacer crecer su voto, que es bastante rígido. Ciertamente ha mantenido más de 1.2 millones de votos en cada elección. Pero los estudios dicen que el partido tiende a crecer poco en comparación con su oponente, y esa es la gran amenaza al proyecto presidencial que dirige.

En el área rural, en zonas indígenas y pobres lo tiene asegurado, pero en las zonas urbanas siempre le ha costado más. Ahora, ese votante que se ha mostrado particularmente reacio a votar en estas elecciones, quedó huérfano porque no participaron sus candidatos o perdieron en primera vuelta.

Aun así, como muestra este análisis territorial, la UNE de Sandra Torres ha ganado terreno en comparación con 2015 (primer lugar en más de 234 municipios).

Quizá para evitar el estancamiento, Sandra Torres le apostó a una campaña de segunda vuelta con más presencia en las zonas urbanas de los municipios de casi todo el país. Su agenda de viernes a domingo incluía visitas a cuatro o cinco municipios por departamento cada día.

Por lo general viajaba sola en helicóptero y era recibida por una comitiva que tenía organizado un mitin tradicional. Personas acarreadas, música, tarima, globos, bandas escolares, mantas, disfraces, la creatividad puesta a prueba en cada tarima. Sandra Torres fue fiel a esa imagen que le crearon en 2015, al estilo antropóloga o investigadora social. Tenis, pantalón de lona y una blusa blanca, a la que sumó una bandera de Guatemala que se pegaba con ganchos a una de las mangas.

Simone Dalmasso

El atavío se complementaba con un peinado de cabellos rubios, sueltos ondulados, y un maquillaje sencillo, en tonos verdes y azules. El discurso, repetitivo.

Y en cada municipio un compromiso diferente. En Telemán, una aldea del municipio de Panzós, a 268.5 kilómetros de la capital, en la Guatemala profunda, dijo como en rezo un listado de ofrecimientos.

Como si se tratara de un intercambio, pidió que le triplicaran los votos que le dieron en primera vuelta (de 10,000 pidió llegar a 30,000) y a cambio se comprometió a apoyar al alcalde Ernesto Ramírez, de su partido, para ejecutar doce proyectos: un puente sobre el Polochic, pavimentar un tramo de Panzós a la aldea Santa María Cahaboncito, dar maquinaria para el mantenimiento de carreteras, apoyar proyectos de salud y educación, a reducir la tasa de alumbrado público, y activar la empresa municipal para realizar proyectos productivos.

«Ustedes saben que yo no necesito firmar ningún papel para cumplirles, porque soy una mujer de palabra, una verdadera mujer, no mitad hombre, mitad mujer», dijo Sandra Torres después de firmar el acta, en un esfuerzo por desacreditar a su adversario Alejandro Giammattei, en un mitin en el que estaba el antiguo cacique del FRG y PP, ahora de la UNE, Haroldo Quej Chen.

Torres no había llegado preparada. El alcalde y los diputados le decían al oído cómo estaban los precios del cardamomo, el cacao y el achiote, que en los últimos años sufrieron caídas estrepitosas para los pequeños productores. «Trabajaremos para que consigan mejores precios», ofreció. Y como se ha adaptado a cada municipio y sus necesidades, en Telemán no podía dejar de mencionar el acceso a la tierra, que ha ocasionado conflictos históricos y que en 2012 motivó la marcha indígena, popular y campesina desde Alta Verapaz hasta el Palacio Nacional de la Cultura.

Simone Dalmasso

Ante la necesidad de hombres y mujeres sin acceso a caminos en buen estado, alejados del desarrollo y abandonados a su suerte en medio de tierras productivas pero privadas, otras promesas: «Vamos a reformar la Secretaría de Asuntos Agrarios para comprarles tierras a los que no tienen tierras. A las mujeres también les daremos la tierra. Para que se terminen los problemas, invertiremos lo que sea necesario para comprar esas tierras».

Techo mínimo, vivienda, tres sacos de abono para el campesino, semillas, apoyo técnico, créditos y una maquila en Panzós, para que ya no tengan que migrar a la capital para trabajar.

«¿Están contentos?», gritaba el traductor en q´eqchi´ para motivar un grito de aprobación entre la audiencia, en su mayoría mujeres que fueron trasladadas en pequeños camiones y picops desde sus aldeas.

Sandra Torres cosecha lo que sembró. Mientras fue primera dama promovió el empadronamiento de mujeres en el área rural, y son ellas las que la respaldan con su voto. Sin embargo, después que Sandra Torres fue primera dama, el empadronamiento no tuvo tanto impulso. Al menos no de una figura de impacto. A finales de 2018 había dos millones sin empadronar y 400,000 sin Documento Personal de Identificación (DPI).

Para el 11 de agosto se espera que el número de votantes sea menor, porque siempre suele ser así en las segundas vueltas. Aunque usualmente los candidatos en disputa obtienen más votos en el balotaje, también es cierto que el comportamiento de los escrutinios se basan en qué candidatos están en disputa. A Giammattei no se le puede medir porque es la primera vez que llega a esta fase del proceso eleccionario.

Colom aumentó sus votos para la segunda vuelta en 47.94% sobre un 34.08% de la GANA, pero esa elección la ganó Berger. El PP sumó más votos en segunda vuelta para la elección de 2007, pero de todas formas el ganador fue Álvaro Colom. En 2011 Lider casi duplicó los votos que obtuvo en primera vuelta, pero esa elección la ganó Otto Pérez. El patrón se rompió en 2015, cuando ganó Jimmy Morales con 1.4 millones de votos más que los que sacó Sandra (1.3 millones).

¿Acaso volveremos al patrón en el que le toca asumir a quien perdió en segunda vuelta en la elección anterior? ¿Acaso Sandra Torres logrará vencer con los votos que tiene asegurados? ¿Tendrá algún peso el antivoto?

En medio de estas interrogantes solo queda una certeza: el pragmatismo de Sandra Torres, su nuevo conservadurismo.

Simone Dalmasso

 

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