Sin embargo, en una sociedad como la guatemalteca, los jóvenes son tan heterogéneos como la sociedad misma. Es imposible hablar de una sola juventud, hay que hablar de “las juventudes”, tanto por su ubicación geográfica, rural o urbana, como por su situación socioeconómica o por su grado de inclusión en la sociedad a través del estudio, el empleo y la participación. Estas juventudes, unas visibles y otras no tan visibles y en algunos casos invisibilizadas, tienen situaciones y retos diferentes.
En este contexto, es importante evidenciar que más de la mitad de la población joven en el país, vive en la pobreza, la exclusión social y económica y enfrentan la premura por la subsistencia en lugar de encontrar canales para su inclusión. Esta situación es el resultado de un modelo de crecimiento que conlleva serios problemas en la distribución de la riqueza, lo que conduce a la reproducción intergeneracional de la pobreza. La gran mayoría de jóvenes de familias pobres tienen escasas oportunidades de romper con el círculo de la exclusión y la miseria.
Ahora bien, el llamado “bono demográfico” producido por las tasas de fecundidad y mortalidad en descenso representa un gran potencial para el desarrollo de la sociedad guatemalteca. La creciente concentración de la población en las edades productivas, particularmente los grupos etarios de15 a 24 años es una oportunidad histórica que no solamente se está dando en Guatemala sino en toda la región latinoamericana.
El país debe aprovechar este bono demográfico para hacer las inversiones sociales y económicas requeridas para romper el círculo vicioso de la transmisión intergeneracional de la pobreza y alcanzar niveles sostenibles de desarrollo económico y social.
Sin embargo, el bono demográfico puede acarrear efectos adversos para los jóvenes si estos no están equipados con las habilidades educativas, sociales y profesionales requeridas para ingresar de manera productiva en el mercado laboral.
La primera encuesta nacional de juventud en Guatemala ENJU 2011, es una ventana de información muy valiosa que permite conocer a profundidad la realidad de las diversas juventudes en el país, pero especialmente debe constituirse en un instrumento fundamental para la toma de decisiones a nivel político y la elaboración de políticas públicas de corto, mediano y largo plazo.
Estas políticas públicas deben tener como objetivo primordial el desarrollo de las y los jóvenes a través de la salud y la educación, lo cual les permite una incorporación al mercado laboral, donde deberían obtener ingresos suficientes para ser independientes, mientras crean lazos de colaboración y participan en las decisiones de la comunidad, la sociedad y el Estado.
Aunado a lo anterior, se requieren políticas públicas compensatorias para contrarrestar las desventajas que esta generación enfrenta. En ausencia de dichas políticas, existe un gran peligro de que la oportunidad única que ofrece el gran volumen juvenil en el país se convierta en conflicto social.
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