Las y los candidatos, en su gran mayoría, no han hablado de una reforma fiscal profunda que permita fortalecer al Estado y financiar el desarrollo humano de las y los guatemaltecos, cuyo grueso vive en pobreza o pobreza extrema.
Se ha hablado de pacto fiscal, de mejorar la recaudación y, lo más aberrante, de un impuesto único de 5% para todas y todos. Sobre los primeros casos, me parece que existe un desconocimiento de la realidad y de los requerimientos presupuestarios necesarios para...
Las y los candidatos, en su gran mayoría, no han hablado de una reforma fiscal profunda que permita fortalecer al Estado y financiar el desarrollo humano de las y los guatemaltecos, cuyo grueso vive en pobreza o pobreza extrema.
Se ha hablado de pacto fiscal, de mejorar la recaudación y, lo más aberrante, de un impuesto único de 5% para todas y todos. Sobre los primeros casos, me parece que existe un desconocimiento de la realidad y de los requerimientos presupuestarios necesarios para generar el desarrollo del país.
El caso del impuesto único del 5% es, además de absurdo, una violación a la Constitución Política de la República. En su artículo 243 dice: “El sistema tributario debe ser justo y equitativo. Para el efecto las leyes tributarias serán estructuradas conforme al principio de capacidad de pago”. ¿Tendrán todas las y los guatemaltecos la misma capacidad de pago? ¿Resulta tan poco evidente la pobreza de unos frente a la opulencia de otros?
Una sociedad tan desigual e inequitativa como la nuestra requiere de un Estado fuerte que redistribuya la riqueza a través de la prestación de los servicios esenciales para el desarrollo de las personas. Sin embargo, el Estado guatemalteco es uno de los más débiles y pobres de la región latinoamericana. Apenas logró recaudar el 10.5% del PIB en el 2010, mientras que países como El Salvador, Honduras y Nicaragua recaudan 14.2%, 14.9% y 19.2% del PIB, respectivamente.
Es una irresponsabilidad que las y los candidatos evadan un tema sustancial para el desarrollo de la población y del país en su conjunto. También es una irresponsabilidad ciudadana exigir y demandar servicios, seguridad, carreteras a un Estado débil y sin recursos, y es aun más irresponsable evadir o no pagar impuestos.
Dentro de las acciones del próximo Gobierno, una reforma fiscal de fondo, debe ser prioritaria. Sin embargo, desde ya podemos hacernos una idea de la poca importancia que se le da al tema o de la simpleza y poca seriedad con la que se aborda. Mientras tanto, las desigualdades y la pobreza crecen. Al respecto, me pareció muy revelador un dato sobre la desigualdad al que hace referencia Edelberto Torres Rivas en su artículo “¿Estado o sociedad fallida? ¡Elija!” (publicado en elPeriodico el 24 de julio). Cito: “..en 2005 la remuneración de los asalariados fue del 31.9 por ciento y la ganancia del empresariado de 39.1 por ciento, todo en relación al PIB. En todos los países esa relación aumenta históricamente a favor de los trabajadores. En 2009, la cuota que recibieron los trabajadores se redujo al 30.6 por ciento y la ganancia privada aumentó a 40.7 por ciento. ¡El salario se redujo en un 1.6 por ciento!”. Las desigualdades en este país no disminuyen, todo lo contrario, crecen y se complejizan, pero a las y los políticos pareciera no importarles…
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