Hablar de política en Guatemala era tema reservado para abogados y politólogos. Muy pocas personas estaban enteradas de la actualidad del país, y el grupo se reducía respecto al conocimiento de la estructura del Estado y de los límites del poder de los gobernantes. No sé si eso es una seña más de lo débil del sistema educativo, o bien una cuestión de orden social, pero en Guatemala estar en política y hablar de política no era cosa de todos. Ahora sí lo es.
En definitiva, el movimiento...
Hablar de política en Guatemala era tema reservado para abogados y politólogos. Muy pocas personas estaban enteradas de la actualidad del país, y el grupo se reducía respecto al conocimiento de la estructura del Estado y de los límites del poder de los gobernantes. No sé si eso es una seña más de lo débil del sistema educativo, o bien una cuestión de orden social, pero en Guatemala estar en política y hablar de política no era cosa de todos. Ahora sí lo es.
En definitiva, el movimiento social nos ha transformado en ciudadanos preocupados de lo que pasa en este lugar que pareciera empezar a convertirse en Estado. Este grupo se organizó de una forma orgánica. Al final, los invitados eran amigos o conocidos que compartían una cosa: la fe en el cambio.
La idea de siquiera convertir este lugar en un Estado, en donde los funcionarios respeten y cumplan la ley, ha movido a muchos a manifestar los sábados, a protestar en las redes sociales y a aprender sobre la cosa pública. Básicamente, se discute sobre los límites en el ejercicio del poder de parte de los gobernantes. Los cambios que se están impulsando, como las reformas a la Ley Electoral y de Partidos Políticos, a la Ley de Contrataciones del Estado, a la Ley de Servicio Civil, etcétera, sin excepción regulan al gobernante en el uso del poder.
El 12 de junio se celebran, en Inglaterra y en todo el mundo, los 800 años de la Carta Magna. La Carta Magna representa la esencia misma del constitucionalismo, pues en ella por primera vez se establece el principio de legalidad, que implica que nadie está sobre la ley y que los funcionarios públicos no pueden actuar de forma discrecional, sino siempre bajo el mandato de los ciudadanos.
En nuestro país, la Constitución está cumpliendo 30 años (a pesar de haber entrado en vigor en 1986), y no hay mejor celebración de esto que el movimiento que estamos viviendo, ya que convierte dicho documento en ejercicio de poder. Porque ahora más que nunca estamos exigiéndoles a los funcionarios actuar de conformidad con lo establecido en la Constitución. Porque ahora nos estamos interesando en ser parte de la realidad política y jurídica del país.
Hablar de política es hacer ciudadanía.
Más de este autor