El caudillismo, como también se le llama a este rasgo, indica que la vida de los partidos está ligada al destino personal del líder, pues si éste cae en desgracia, tal como sucedió con el ex presidente Jorge Serrano —del Movimiento de Acción Solidaria— o tiene un final trágico, como fue el caso de Jorge Carpio —con la Unión del Centro Nacional—, el partido cae en desgracia o desaparece.
En este contexto, es práctica común que en los partidos los procesos de toma de decisiones se concen...
El caudillismo, como también se le llama a este rasgo, indica que la vida de los partidos está ligada al destino personal del líder, pues si éste cae en desgracia, tal como sucedió con el ex presidente Jorge Serrano —del Movimiento de Acción Solidaria— o tiene un final trágico, como fue el caso de Jorge Carpio —con la Unión del Centro Nacional—, el partido cae en desgracia o desaparece.
En este contexto, es práctica común que en los partidos los procesos de toma de decisiones se concentran en la cúpula dirigente alrededor del líder. Los procesos de participación y consulta no son muy comunes, y las decisiones sobre las candidaturas a puestos de elección popular, en la mayoría de los casos, se realizan en las instancias centrales de los partidos, no de las bases. En ello influye el régimen electoral, ya que la Ley Electoral y de Partidos Políticos determina que en aquellos departamentos y municipios donde el partido no tiene organización, es la Asamblea Nacional quien postula a los candidatos a diputados distritales y el Comité Ejecutivo Nacional (CEN) a los concejos municipales.
Por otro lado, la poca renovación de liderazgo es una de las principales consecuencias del caudillismo imperante en los partidos políticos. El líder o su familia cercana acaparan todo el poder y no permiten que nuevas figuras o corrientes internas dentro del partido se desarrollen y se consoliden. Esta situación es una de las causas de la fragmentación de partidos y la creación de nuevos.
De igual manera, el carácter personalista de los partidos es evidente cuando una figura con aspiraciones presidenciales, frecuentemente algún miembro de la élite política, social y económica, se hace de un partido político. En este caso, el partido se convierte en el vehículo de un proyecto personal, con el riesgo de que la ideología, los principios y la institucionalidad del partido como tal se convierten en realidades secundarias. En este contexto, algunas veces partidos pequeños, con pocos recursos, venden su ficha o cambian de dueño, con el propósito de sobrevivir.
Estos son los partidos que hoy por hoy nos representan o pretenden representarnos. Partidos que le pertenecen a un caudillo y no instituciones políticas que le pertenecen a la ciudadanía que comparte valores y principios ideológicos. ¿Qué pasaría con los partidos Unionista, Líder y Patriota, si Álvaro Arzú, Manuel Baldizón y Otto Pérez Molina, entre otros, desaparecieran hoy por "x" o "y" razón? ¿Quiénes serían sus sucesores? ¿Seguiría el partido vivito y coleando o tendería a desaparecer?
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