Los tiempos se acortan y se acerca la cita con las urnas de cara al relevo en dos de los tres poderes del Estado y en las corporaciones ediles, así como en el invisible, inviable e improductivo Parlacen. En ese sentido, la treintena de partidos y los todavía no determinados comités cívicos disponen de dos meses para tener el aval del TSE.
«Las alegres elecciones», como las calificara Juan José Arévalo Bermejo, gobernante en el periodo 1945-1951, muy probablemente ahora merecerían otro adjetivo, pero de cualquier manera son el factor de incidencia nacional, pues implican cambio en la conducción del Organismo Ejecutivo, y con él, ajustes y reajustes en el andamiaje de los 14 ministerios y estructuras vinculadas a dicha esfera.
[frasepzp1]
De acuerdo con los cálculos del ente rector de los comicios, para el proceso 2023 espera registrar unos 70,000 expedientes, la mayoría en los ayuntamientos, dado que incluye alcaldes, síndicos, concejales y suplentes, mientras que atrás van los que pretenden un escaño legislativo. Así se encamina la «gran fiesta democrática», que puede homologarse a una de disfraces, ya que en algunos casos la conquista del voto produce personalidad múltiple.
Sin lugar a dudas, la atención principal se concentrará en la pugna por alcanzar el papel de 52º. mandatario de la República (1847) y el 13º. desde la reapertura democrática (1985). Vale mencionar que a partir de 1821 la máxima representación del poder fue identificada primero como jefe político superior de la provincia, después jefe supremo del Estado, luego presidente del Estado, hasta que con Rafael Carrera se asentó la referencia con que la ciudadanía ha venido ejerciendo el sufragio.
En el carril de candidaturas a la Presidencia de la República se vislumbra una concurrencia próxima a la veintena, aunque solo una cuarta parte con etiqueta de competidora, mientras que el grueso será animador, esto si hay debates serios, y la otra porción ni gracias recibirá, pues hará un papelón, y no porque las boletas tengan forma de cartón de lotería.
Al respecto, es importante señalar que al bimestre de inscripciones proseguirá el lapso proselitista, esa camisa de fuerza de tres meses implantada con las reformas a la Ley Electoral y de Partidos Políticos. Lo anterior, en un símil de vuelta ciclística, equivale a intentar un imposible larguísimo sprint, una tortuosa escalada para un velocista o un paseo en el pelotón para en el momento justo saltar hacia la meta, según el nivel de penetración alcanzado por el/la candidato.
Y es que, para el 25 de junio, el «Día D», las y los favoritos llegarán con cuatro, ocho y hasta doce años de gozar de un primer plano en el imaginario colectivo; de buena cosecha en la presencia mediática y de amplios recorridos a lo largo y ancho de los 108,000 kilómetros cuadrados del territorio nacional, con únicamente el elemento perturbador de que, en unos casos, han mudado de color y nombre de partido. Situación contraria es la de las y los que apenas están en el top of mind de familiares, amistades y personal que les asiste.
Frente a este panorama y la natural elevación que irá marcando el termómetro electoral, Guatemala vivirá el año de los adioses para quienes levantaron brazos triunfadores en 2019, y en el de las ofertas, promesas e ilusiones antes del simbólico 14 a las 14:00 de 2024.
Más de este autor