Un techo para mi país

En este contexto, el tema de la vivienda es sin lugar a dudas un problema fundamental y complejo  que debemos abordar como sociedad. No es necesario ir muy lejos para darnos cuenta de las circunstancias en las que viven muchas personas en la ciudad capital y en municipios cercanos; no digamos en el interior del país donde las condiciones de las viviendas son igualmente precarias y en algunos casos aún más dramáticas.

Sumado a lo anterior, las recientes tragedias relacionadas con los fenómenos naturales – inundaciones, derrumbes, tormentas tropicales- han nuevamente demostrado esta fragilidad, la situación en la que vive la mitad de la población.

Lo que definitivamente llama la atención es la desigualdad tan evidente que existe en nuestro país. Frente a viviendas extremadamente suntuosas, exageradamente grandes, increíblemente conservadas, tenemos viviendas o champas sin piso, con paredes de cartón y techos de lámina o plástico. Esta realidad daña no solamente los ojos, sino también el alma.

La problemática de la vivienda obviamente es un problema que debe resolver el Estado a través de mayores inversiones en infraestructura y por lo tanto, claro está, mayores impuestos que permitan este tipo de inversiones. Sin embargo, como sociedad, además de pagar nuestros impuestos y velar porque estos se utilicen de la mejor manera, también podemos aportar desde diversos espacios a la resolución de una problemática tan compleja y dura de vivir.

Es por tal razón que me parece una iniciativa muy interesante que jóvenes de diversas universidades y colegios se encuentren activamente participando en la recaudación de fondos y en la construcción de viviendas para familias del área urbana y rural.

Estos jóvenes empiezan a tomar conciencia de la realidad de nuestro país y han decidido pasar del discurso a la acción. Involucrarse, participar, entrar en contacto con las familias, con sus diversas realidades, no solamente es personalmente satisfactorio, sino que además crea ciudadanía, conciencia y conocimiento del país en el que nos ha tocado vivir.

Ahí está el punto. Vivir no significa únicamente que yo satisfago mis necesidades y velo por ellas sino por el contrario significa que al vivir en una sociedad mi entorno y lo que vive el otro, lo que le pasa al otro, lo que sufre el otro, es parte de mi vida y me debe interesar. Finalmente somos seres sociales por naturaleza, y por lo tanto la solidaridad y la conciencia colectiva son valores fundamentales para vivir en sociedad.

La iniciativa Un Techo para mi País, como otras de ésta índole, además de cumplir con sus objetivos (construir equis número de viviendas), aportan a la concientización y construcción de ciudadanía, tan ausente pero tan necesaria en la juventud que como bien es sabido es el futuro del país.