Yo conocí a Cristina en el Colegio Monte María, fuimos buenas amigas. Cuando me cambié de colegio al terminar la primaria guardé contacto con muy pocas, Cristina fue una de ellas. Sin embargo, con el correr del tiempo la comunicación se hizo más esporádica y fue hasta la tragedia de su vida, que volví a saber de ella.
El caso obviamente es de alto impacto, primero que nada por la agresión y posible asesinato de una mujer en su propia casa y con sus hijos cerca, de entrada pensar esta s...
Yo conocí a Cristina en el Colegio Monte María, fuimos buenas amigas. Cuando me cambié de colegio al terminar la primaria guardé contacto con muy pocas, Cristina fue una de ellas. Sin embargo, con el correr del tiempo la comunicación se hizo más esporádica y fue hasta la tragedia de su vida, que volví a saber de ella.
El caso obviamente es de alto impacto, primero que nada por la agresión y posible asesinato de una mujer en su propia casa y con sus hijos cerca, de entrada pensar esta situación resulta impactante. Segundo, por la forma en que se fue desarrollando la investigación que permitió, sin lugar a dudas, la posterior fuga del presunto asesino con sus dos niños inocentes y seguramente en estado de shock por sus recientes vivencias. El tema de cómo funciona la justicia en nuestro país es alarmante y sobre esto quisiera detenerme. Es evidente que desde el inicio, este caso fue manipulado y se permitieron acciones y omisiones que favorecieron al presunto asesino.
En cualquier país del mundo, cuando una persona desaparece, el principal sospechoso es la persona más cercana, en este caso el marido, ¿Cómo explicar que el presunto asesino no fue puesto bajo vigilancia o investigado? ¿Cómo explicar que a un abuelo desconsolado y triste por la desaparición de su hija le pongan medidas de restricción para acercarse a sus nietos? Y es aquí donde los tentáculos de la expresidenta de la Corte Suprema de Justicia, la señora Beatriz de León, madre del presunto asesino, permiten explicar buena parte de los hechos y de la obstrucción de la justicia.
Sí, lastimosamente así funciona la justicia en Guatemala, o más bien dicho, por este tipo de personas y de acciones es que la justicia no funciona en Guatemala. Por personas que abusan del poder, de las influencias y que manejan las instituciones a su antojo es que presuntos asesinos, como Roberto Barreda, andan libres y además poniendo en peligro la vida de dos niños inocentes y posiblemente de otras mujeres también.
El caso de Cristina se suma a los miles que suceden a diario, la violencia contra la mujer y el femicidio se han convertido en formas cotidianas de agresión y de menosprecio hacia las mujeres, las cuales en algunos casos llegar a ser desaparecidas, eliminadas y asesinadas. Pese a los avances en la legislación, a las denuncias y reclamos de las organizaciones de mujeres y al buen trabajo que realizan algunos operadores de justicia, el camino es aún cuesta arriba y lograr desaparecer un cáncer como este nos llevará todavía mucho tiempo y esfuerzo. Especialmente si al frente de las instituciones están o estuvieron personas corruptas, sin escrúpulos, sin moral y que obviamente avalan este tipo de conductas.
Me uno a la familia y amigos de Cristina Siekavizza, a las voces que piden justicia por ella y por todas las mujeres víctimas de la violencia en este país.
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