El país ocupa el lugar número cinco de los países en la región con más matrimonios infantiles, y los datos revelan que el 30 % de las mujeres guatemaltecas contraen matrimonio cuando son menores de edad. Para mí, estos datos son los que refuerzan la diferencia de género que sufrimos las mujeres en el país. No hay manera de salir adelante y de romper las brechas de género cuando las niñas en este país no tienen la protección legal que deberían tener. Y es por eso que elevar a la mayoría de edad el matrimonio no debe ser un tema relegado en el Congreso de la República. ¿De qué sirve hablar de cuotas en el Congreso, en el contexto de reformas a la Ley Electoral y de Partidos Políticos, cuando no contamos con la protección mínima para que las niñas puedan aspirar a más?
Uno de los argumentos más fuertes cuando se discute el tema de la edad adecuada para contraer matrimonio es el cultural. Muchos consideran que en este caso no tiene sentido legislar en contra de costumbres ancestrales. Y es así como muchos actores consideran que elevar la edad del matrimonio es una postura occidental que se impone a las comunidades.
Yo considero que una de las ventajas de vivir en un mundo globalizado es que tenemos la posibilidad constante de revisar nuestras costumbres y nuestra cultura. Las tendencias globales nos obligan a evaluar si lo que consideramos correcto es verdaderamente correcto. No se vale argumentar que lo local es correcto solamente por ser local. Debemos dejar de ser relativos y cuestionarnos.
El derecho internacional de los derechos humanos precisamente logra eso. Y a través de él las distintas culturas se han visto obligadas a mejorar y elevar sus estándares de una forma más acelerada. La idea no es erradicar las costumbres locales, pero sí eliminar o disminuir aquellas que pueden ser ancestrales pero no por ello justificables.
Elevar la edad para el matrimonio en el país es un imperativo. En la actualidad hay dos iniciativas en el Congreso de la República que dan vueltas, pero no encuentran fuerza verdadera. Una es la 4929 y la otra la 4746. La primera eleva el matrimonio a los 18 y la segunda a los 16. Quedan pocos días para que los diputados se pongan de acuerdo entre una y otra y decidan impulsar cualquiera de las dos. Este tipo de ley cambia de forma radical nuestro entorno y tiene efectos a largo plazo, por lo que, si como ciudadanos hemos despertado como ciudadanos, este es un tema que nos concierne a todos.
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