Repentinamente, cuando todos vaticinaban un descalabro del movimiento social debido a los reveses ocurridos el llamado jueves negro, el 13 de agosto del presente año, cuando los diputados archivaron el antejuicio a Otto Pérez y casi enterraron las posibilidades de reforma electoral, repentinamente el 21 de agosto la sociedad amaneció con la noticia de la captura de Roxana Baldetti y la solicitud de antejuicio contra Otto Pérez Molina, esta vez con pruebas contundentes aportadas por el MP y la Cicig.
A partir de ese día ocurrieron muchos eventos históricos: el crecimiento vertiginoso de las voces que al unísono pedían la renuncia del presidente, la reiterada negativa de este de enfrentar a la justicia en un intento desesperado por refugiarse en la casa presidencial y la masiva movilización que se materializó en el paro nacional y en la protesta en las calles más grande de los últimos años, en una unidad histórica de la sociedad civil que aglutinó a sectores populares con la cúpula empresarial, algo impensable en una sociedad tan polarizada como Guatemala.
Lo mejor, sin embargo, estaba por venir: el 1 de septiembre, la sociedad amaneció con la noticia del cerco humano en el Congreso de la República realizado por un grupo de manifestantes que previsiblemente querían evitar la sesión del Legislativo en la cual se analizaría el antejuicio al presidente: de inmediato se formaron grupos de ciudadanos que dialogaron con los manifestantes e hicieron una valla humana protectora para que los diputados pudieran sesionar. La movilización y la presión surtieron efecto: ese mismo día, con votación unánime de los diputados presentes en el hemiciclo parlamentario, se le retiró la inmunidad al entonces presidente de la república, lo cual marcó un triunfo histórico de la movilización social sin precedentes en la historia de Guatemala.
El júbilo, el optimismo y la fe renovada en un mejor país son la tónica dominante desde ese entonces, confirmada magistralmente con la materialización tardía de la renuncia de Otto Pérez y su comparecencia ante el juez contralor de la investigación.
Todos sabemos que este es un primer paso para derrumbar los muros del autoritarismo y de la impunidad que han dominado a Guatemala por demasiadas décadas. Los desafíos y los actores contrarios al cambio ya estarán activamente trabajando para desalentar la movilización y provocar una normalización del panorama político, de manera que Guatemala sea otra vez una sociedad altamente manejable. Aunque ello ocurriera, estos días que hemos vivido quedarán registrados en la historia como de los más luminosos que tiene nuestra sociedad y seguro serán la semilla de nuevos vientos de cambio, que empezarán a soplar tarde o temprano.
Una nueva era para nuestro país asoma claramente por el horizonte político, lo cual nos da fuerza y ánimo para seguir luchando cada día por una Guatemala en donde todos tengamos cabida. Como dice nuestro himno nacional:
Ni haya esclavos que laman el yugo
ni tiranos que escupan tu faz…
¡#AdelanteGuatemala! ¡#VamoPorBuenCamino!
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