Ir

Ensayo: Ante la indiferencia del Estado, acción colectiva para la lucha y la resistencia

Tipo de Nota: 
Información

Ensayo: Ante la indiferencia del Estado, acción colectiva para la lucha y la resistencia

Palabras clave
Autoría
Autoría: Fabiola Morales
Historia completa Temas clave

«Lo más importante es que vendrán luchas más fuertes, pero ya no estamos solos. Lo vamos hacer junto con los ixiles, garífunas y xincas. La invitación es que no nos dejen solos en la lucha que recién inicia»

Martín Toc, expresidente de los 48 Cantones.

El 3 de octubre de 2023, los 48 Cantones del Departamento de Totonicapán declararon en un comunicado oficial el paro nacional indefinido, invitando a otras organizaciones y a la ciudadanía a sumarse a las protestas. A una semana de dicha publicación, en Guatemala se encuentran bloqueados más de noventa puntos en las diferentes rutas de la red nacional de carreteras y en centros urbanos. Dicho llamado a la acción colectiva surgió a raíz del cuarto allanamiento realizado por la Fiscalía Especial Contra la Impunidad, en el que se secuestraron cajas que contenían material electoral, principalmente los votos que definieron a Bernardo Arévalo como Presidente Electo en las Elecciones Generales 2023.

Las movilizaciones que han tenido lugar en estos últimos días ponen de manifiesto el problema de la cooptación del Estado y el latente descontento por parte de la ciudadanía, de la manera en que muchos de los funcionarios públicos más que responder a su mandato, se organizan alrededor de la corrupción, el saqueo y la impunidad. En ese sentido, nos parece que el mensaje central del momento, más allá de la lucha por el respeto a la institucionalización democrática, debiese ser cuestionar el modelo de sociedad en el que vivimos y al sistema racista, clasista y patriarcal que mantiene y refuerza las desigualdades estructurales en el país.Sumado a ello, bajo la actual coyuntura de desestabilización política, es relevante hacer notar que las distintas acciones colectivas impulsadas por la sociedad empezaron a cobrar mayor fuerza en el momento en que las comunidades y autoridades indígenas de los distintos territorios del país decidieron liderar las movilizaciones. Pese a sus circunstancias histórico-sociales de exclusión y condiciones de vida, en su mayoría en pobreza, se han mantenido en la lucha, demostrando su capacidad de agencia, movilización y transformación.Esa fuerza y convicción nos hace remontarnos a eventos históricos de lucha, como fue el levantamiento en Totonicapán de 1820, liderado por Atanasio Tzul[1]en el que un grupo de indígenas k'iche's se sublevaron contra el régimen colonial español, tras el intento de reimponer el pago del tributo en 1816, impuesto abolido por las Cortes de Cádiz en 1811.

Dicha herencia combativa, capacidad de organización y resistencia histórica de los pueblos indígenas es la que nos permite hoy, más de doscientos años después, creer en su poder de liderazgo y movilización, capaz de paralizar a un país e incentivar a una población capitalina a unirse al paro ante la ausencia de un Estado democrático.

Bajo dicho liderazgo, ha quedado de manifiesto, una vez más, nuestra capacidad de expresar la inconformidad en las calles y movilizar procesos sociales de cambio, en el que la acción colectiva le da cauce a la indignación y le da impulso para levantarse de la postración en la que hemos vivido. No solo en situaciones de exclusión, sino en el perverso contrato social de dominación que subyace en las lógicas de relación entre gobernantes y gobernados.

La tarea no es fácil, puesto que el Estado no es el único que impulsa el orden social de impunidad. Existen otros actores que defienden sus intereses y buscan mantenerlos, por lo que están en descontento con las reacciones de protesta y apelan, como fariseos, al «orden moral» para descalificarlas. Por lo tanto, es un buen momento para romper con la influencia ideológica y marcos morales que imponen estos grupos dominantes con respecto a las movilizaciones. Es hora de replantearse la cultura de ciudadanía que se limita al voto, la abstención de este, al patriotismo fetichista de los símbolos patrios, a la utilización de mecanismos legales y a la vana esperanza de creer que estos funcionan. Es hora de darle un empujón al formalismo y pasar a la acción colectiva a través de la manifestación pacífica.

En este momento es esperanzador observar que el paro nacional ha reducido las distancias entre las comunidades y la metrópoli. No obstante, el desafío es ir más allá de esta coyuntura, es necesario marcar el entendimiento mutuo y repensar las formas de hacer país, de relacionarnos de otras maneras para dejar atrás las dicotomías, campo-ciudad, rural-urbano, que marcan divisiones territoriales y culturales. Es hora de desplegar el talante diverso de los diferentes pueblos que conforman este país al que llamamos Guatemala y recordar que ante la ausencia de un Estado democrático, la acción colectiva debe ser vista como mecanismo de lucha y resistencia.


[1] Para mayor referencia Martínez, Severo en Motines de Indios y Pollack, Aaron en Levantamiento K'icke' en Totonicapán, 1820.
Autor
Edición
Autor
Edición