Además de vergüenza ajena, el tono triunfalista y grandilocuente de los discursos de Alejandro Giammattei y Allan Rodríguez causan enojo e indignación.
Haciendo de lado los molestos e innecesarios, pero abundantes, comentarios de corte religioso, en los discursos que pronunciaron el 14 de enero, Giammattei y Rodríguez esbozaron un país pleno de oportunidades para todas y todos, y que, según Rodríguez, «está mejor hoy económicamente que antes de la pandemia» y que «ahora hay más dinero en la bolsa de los guatemaltecos».
Estas aseveraciones tuvieron como antecedente la propaganda gubernamental intensa que echó mano de indicadores macroeconómicos y fiscales que reflejan a primera vista mejora, como la tasa de crecimiento económico, la tasa de inflación, el déficit fiscal, la carga tributaria, el saldo de la caja fiscal o el porcentaje de ejecución presupuestaria. El aparato propagandístico gubernamental los proclama a los cuatro vientos como “éxitos rotundos”, e incluso los califica como “hitos históricos”, gracias a la dadivosa gestión gubernamental de Giammattei y parlamentaria de Rodríguez.
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Pero es solo eso, propaganda demagógica. El análisis con el rigor técnico debido, como el realizado por el Instituto Centroamericano de Estudios Fiscales (Icefi), muestra que la mayoría de los indicadores económicos y fiscales, especialmente la tasa de crecimiento económico, en realidad están reflejando el efecto aritmético natural de comparar 2021, un año de recuperación, con 2020, un año de crisis.
Además, en los casos en los que se ha registrado alguna mejora, como en la recaudación de impuestos, se deben a factores externos, y no a la acción gubernamental.
Y en otros, como el porcentaje de ejecución presupuestaria o el saldo de la caja fiscal, son datos claramente manipulados o, se presentan como logros, cuando en realidad, evidencian problemas como el despilfarro de 114.2 millones de quetzales entre octubre de 2021 y enero de 2022, correspondientes al pago de intereses por deuda pública contratada, y que explica el abultado saldo de caja fiscal que las autoridades están presentando como algo beneficioso, un “hito histórico”.
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Pero quizá más que los análisis técnicos, la demagogia que desbordaron los discursos de Giammattei y Rodríguez la resiente la ciudadanía general, para quien cada día es una lucha para salir adelante.
Estoy seguro que el comentario de Rodríguez, asegurando que hoy hay más dinero en el bolsillo de los guatemaltecos, fue particularmente molesto para muchos. Esto, porque Allan Rodríguez sí que se ha forrado malamente del erario público, y al parecer le resulta fácil proyectar su situación acomodada al resto, y le importa muy poco, o nada, lo ofensiva que resulta su actitud.
Porque la cosa es muy sencilla. Si todo está tan bien, como dicen Giammattei y Rodríguez, ¿por qué son decenas de miles los que intentan huir de Guatemala, que corren riesgos mortales para migrar hacia Estados Unidos en busca de oportunidades? La imagen trágica y desgarradora de los féretros con los restos de las hermanas y los hermanos migrantes que perecieron en Chiapas el 9 de septiembre de 2021, ilustra de manera más ajustada a la realidad los resultados verdaderos de los dos años del gobierno de Giammattei.
Por ello, insulta Giammattei al alardear de una recuperación y estabilidad económicas que su gobierno no ha logrado, y que en buena medida son el resultado de las remesas que nos envían, precisamente las hermanas y hermanos migrantes, quienes no son una prioridad ni importan a este gobierno y legislatura. En vez de abordar con honestidad y seriedad las causas estructurales de la migración, Giammattei y su pandilla se han dedicado a consolidar su poder alcahueteando a corruptos y narcotraficantes, llenándose la boca de grandezas y «triunfos».
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