Meto en ellas las canciones que me van gustando, sean nuevas o no, y me terminan sirviendo de diario emocional de esos momentos. La de este ya lleva 215 canciones, la más extensa hasta el momento. Escucho siempre música nueva. Rara vez recurro a la nostalgia de regresar a la que escuchaba cuando era adolescente, aunque me sigue gustando. Y por eso disiento con toda esa gente que solo acepta que lo bueno ya pasó.
Califiquemos: si ponemos una lista de música de los 80, es muy probable que tenga los mejores éxitos de diez años, los cuales alcanzan para varias horas de música. Así, es muy fácil decir que esas canciones eran las mejores y que nada de lo nuevo se compara. Pero… seamos más serios y objetivos. Seguro que en esos años también se produjo una cantidad ingesta de basura que definitivamente no es incluida en esas recopilaciones. ¿Quién escucharía algo que se llamara la peor música de la década?
Pero, claro, nos acordamos únicamente de lo bueno. Lo mismo pasa con las películas, como se pudo evidenciar con el desahogo (despotrique) de Scorsese con su declaración de que lo que hace Marvel no es cine y de que él se crio al pie de grandes como Hitchcock. Todo eso está muy bien, pero hay que recordar que también estaba Ed Wood haciendo pelis en ese entonces, lo cual nos ha servido de ejemplo de algo peor que malo.
La naturaleza de las cosas que hacemos es que cambian. Quedarnos estancados en una época por creerla mejor que lo que tenemos enfrente nos va convirtiendo poco a poco en ese viejo amargado que nunca está conforme. El medio en sí del arte como lo conocemos ha pasado de lo estrictamente oral a las pinturas en las cavernas, a los cuadros, a la música, a la literatura, etcétera, sin que dejemos de encontrar esa esencia humana que busca comunicar lo abstracto de su corazón en una realidad tangible. Y esa comunicación tiene muchas vías y profundidades. Menospreciar el gusto particular de alguien solo porque no corresponde al nuestro es negar la existencia de otras formas de vida o, peor aún, considerarlas inferiores.
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En todas las épocas se ha dicho que lo pasado fue mejor. Seríamos una raza de seres conscientes demasiado triste si lo creyéramos. Jamás habría nadie que quisiera hacer algo nuevo. ¿Para qué? Entiendo que el punto del cineasta no era precisamente ese, sino iluminar que el fenómeno de las películas de superhéroes no es precisamente lo que él se imaginaba que era el propósito de hacer cine. Pero… aceptemos que el reguetón no es precisamente lo que quería hacer Mozart en su época y dejemos que la gente lo baile a gusto aunque no sea lo nuestro.
No me salvo del esnobismo en algunas cosas, como en la literatura, pues ya no puedo leer cualquier cosa luego de haber leído lo que me cayera en las manos. Pero eso no significa que solo agarre libros escritos antes de cierta época. Tiene que haber cosas nuevas que valgan la pena y, aunque no sean iguales a un Tolstói, no serán peores.
El hecho de que una época nos haya formado el gusto jamás es equivalente a no dejarse influenciar por lo nuevo. Decir que ya no hay espacio para cosas buenas porque ya todo se hizo es admitir que ni lo que uno tiene que decir es relevante. Las historias se repiten, sí, porque la experiencia humana es cíclica y cometemos los mismos errores, pero porque para cada uno las cosas son nuevas. El amor puede ser eterno, pero el primer enamoramiento es nuevo cada vez. Así con la música y el cine, los cuadros y las esculturas. El corazón del ser humano está hecho para ser renovado en cada emoción y no quedarse añorando el pasado.
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