Muchas guatemaltecas y guatemaltecos vimos con indignación las imágenes en televisión y por internet, de los delincuentes que, una noche, con pistolas en mano despojaban de sus pertenencias a los pasajeros de un bus de la empresa Aurora Carolina. Pero nos horrorizamos cuando tras el robo la cámara reflejó la mirada asustada de una mujer que era empujada con un arma en su espalda por uno de los criminales que la obligó a bajar del bus. Todos imaginamos la triste suerte de la mujer.
Trate de verlos a los ojos, ellos casi no levantaron la vista, clavaron sus ojos en los jueces y los abogados de la víctima mientras oían su sentencia y luego bajaron sus ojos al suelo cuando abandonaron la pequeña sala donde les leyeron la parte resolutiva de sus sentencias. Esposados ya no eran tan grandes como cuando lo fueron frente a su víctima. Ya nadie cabía en la pequeña sala atestada de periodistas. Las mujeres que escuchábamos la sentencia veíamos con una mezcla de temor, desprecio y sin duda ira, a los tres condenados.
El Tribunal Sexto de Sentencia Penal condenó a Jorge Estuardo Sabán y José David López a 35 años de prisión por la violación de la mujer que bajaron de un bus y por el robo agravado a esos pasajeros. También el piloto del bus, Juan José Gómez, fue condenado a 15 años por el robo. Nadie sabía por qué el piloto no paró, no hizo nada. Luego la Policía descubrió que también era miembro de la banda.
Ella regresaba a su casa, la noche del 17 de enero pasado. Como otras noches, abordó en el Obelisco el bus que la llevaría del trabajo a su casa. Madre de familia le urgía llegar a ver a sus hijos. Cuando subió al bus nunca se imaginó que aquella vez cambiaría su vida. En el trayecto, cinco criminales robaron a los pasajeros, con armas de fuego se llevaron todo lo que pudieron, teléfonos, dinero, todo lo que suele ser botín.
Cuando llegaron a la aldea El Carmen de Santa Catarina Pinula, al extremo del estacionamiento de buses, los cinco criminales se bajaron, no sin antes obligar a la mujer a bajar. En las imágenes se puede ver a Jorge Estuardo Sabán bajándola empujones.
Tras la denuncia del robo y la retención de la mujer, la Policía rastreó el área. El Tribunal dijo que los capturaron en el justo momento del abuso que realizaron bajó amenazas de muerte a la víctima. Recibieron a tiros a la Policía, pero para suerte de los violadores fueron capturados vivos.
Cuando el Tribunal leyó los vejámenes de los que fue víctima la mujer se me erizó la piel. Una trabajadora llamada Sandra me dijo: cuando vi el video en las noticias se me erizó la piel igual que ahora que lo platicamos. Esa indignación es permanente ante este tipo de hechos y no se acaba a pesar que los criminales están presos, todavía falta capturar a dos. El delincuente número 4 también fue capturado, es un menor de 16 años que también participó en la violación y fue condenado a seis años de reclusión.
De la sentencia, la única parte que me dejó un amargo sabor de boca fue la decisión del Tribunal de condenar a estos dos delincuentes a pagarle a la víctima Q14 mil 400 quetzales, entre los dos, por daños. En ese precio valoró el tribunal el tratamiento psicológico de la mujer. Porque los Q500 mil de resarcimiento que había pedido la Fundación Sobrevivientes no fue tomado en cuenta.
Es importante recordarle a los jueces que una violación sexual deja graves secuelas, tan graves como imposibilitar a las personas a ser humanas productivas. Una acción de este tipo difícilmente se podrá dejar atrás, serán fantasmas que merodeen quizá para el resto de su vida, además estos hechos también dejan secuelas en sus familias. Sé que es imposible cuantificar un daño de este tipo, pero los jueces deberían ser un poco más sensibles al momento de calcular un resarcimiento, sobre todo porque en casos como este, la víctima tuvo que abandonar su entorno debido a las amenazas de muerte y comenzar de cero. Además de la invaluable valentía de reconocer y confrontar a sus victimarios para que no dañen a nadie más.
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