En ese contexto, platiqué con un señor militar que me decía que en este país estaba muy necesitado de reconciliación luego de tantos años de guerra, un poco justificando el que no había problema con que un militar llegase al poder. Luego entramos en el tema de la reconciliación y en su concepto no incluía la justicia y la verdad.
Pocos días después, llegó la demanda de Ricardo Méndez Ruiz, quien interpuso una denuncia contra presuntos guerrilleros por haberlo secuestrado hace poco más de 30 años. Al hablar con él sobre su demanda, me impactaron sus respuestas, diferentes a las que he recibido de decenas de víctimas del Ejército a las que he entrevistado en mi labor periodística. Él (Méndez Ruiz) me dijo que también había sido víctimas y que “en su corazón no cabía más rencor, que su corazón estaba repleto y se desbordaba de rencor” contra aquellos que le secuestraron y contra los que habrían ordenado su secuestro. Reconoció conmigo que lo que realmente estaba tratando de hacer era blindar a su papá, con el mismo nombre y exministro de Gobernación, de un posible arresto, supuestamente acusado de violaciones a los derechos Humanos.
Sus palabras fueron como un click que me hizo, de nuevo, reflexionar sobre esa profunda herida (la guerra) que aún llevamos a flor de piel.
En esta época de democracia, todos tenemos la posibilidad de accionar legalmente contra quienes consideremos nos han dañado o han cometido un delito. Eso no era posible en la época de la guerra, cuando el Ejército y otras instituciones del Estado ostentaba un poder absoluto. Hoy hay mayor libertad y esa libertad no es obra de una u otra parte, sino de un país y de miles de víctimas que dolorosamente pagaron el precio de la paz.
Coincido en que este país aún requiere de mucho tiempo para sanar heridas y que no hemos hecho lo suficiente para lograr encontrar un punto de convergencia donde todos aportemos para construir; un país en el que todos quepamos, con todo y nuestras diferencias. Y para ello debemos afrontar la verdad y discutirla, entonces también habrá que pagar un precio y ese es el de la justicia, sin presionarla, sin influir en ella, sin amenazarla.
Si hay más casos judiciales contra militares vinculados a delitos de lesa humanidad en el marco del conflicto armado no es porque “la justicia se ensañe contra ellos”, es porque las víctimas han buscado que se reconozca públicamente el daño que les causaron y la responsabilidad que tienen de sus muertos. Pocos han sido las víctimas de la guerrilla que han buscado justicia, nadie les ha impedido hacerlo, ellos también tienen el derecho de accionar legalmente.
Lo que es importante dejar claro es que aquí no se trata de borrón y cuenta nueva, como muchos de los que no fueron víctimas piensan que se debería hacer. Nadie que ha sido víctima de violencia querrá que el daño causado, menos cuando es permanente, quede en el olvido y mucho menos sin justicia. El dolor no se va a ir con solo que cerremos los ojos y no pensemos en él, habrá que darle un remedio.
PD. El próximo sábado en el Archivo de la Policía Nacional, ubicado en la zona 6, se develará, a las 10 de la mañana, un monumento en pro de la reconciliación. Una esfinge de mármol que simbolizara una sociedad dividida pero en busca de su reconciliación. Tod@s están invitad@s.
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