Imagino lo que le habrá causado a los familiares de aquellos que han sido víctimas de ese flagelo.
Pero luego de una bofetada de estas, el que el recién electo presidente ascendiera a sus generales que le acompañarán en la dirección del Ejército justo en la escuela de Kaibiles en Petén, sin duda es otro mal mensaje.
Ascenderlos en esa mal recordada escuela, porque allí fueron adiestrados algunos soldados que en lugar de proteger a la población civil que quedó en medio del conflicto armado, se dedicaron a torturar, violar y asesinar a miles de personas. Eso está probado ante un tribunal que sentenció a kaibiles por esos delitos. Realizar allí esos ascensos fue no solo intentar devolverle un valor que hace mucho tiempo perdió sino también pisotear el sentimiento de dolor de esas víctimas. Sin duda su sentimiento de cariño por el lugar del que fue fundador no le dejó ver lo políticamente incorrecto que está.
Pero “Karma is a bitch” como dicen por allí, y al general ahora le tocará una obligación que no pude dejar pasar, porque ya no puede pensar como militar, ahora le toca pensar como Presidente.
El nuevo presidente tendrá que pedir perdón en nombre del Estado por miles de muertes ocurridas en el marco del conflicto armado y no porque alguien se haya encaprichado. No, simplemente porque así se lo ordenan las sentencias que ha emitido y emitirá en el futuro la Corte Interamericana de Derechos Humanos por varios casos de muertes, violaciones, torturas y desapariciones que conoce.
Y empecemos por la sentencia recientemente emitida por la Corte, sobre la masacre de la comunidad Dos Erres, de la libertad Petén, ocurrida entre el 6 y 8 de diciembre de 1982, masacre por la cual hace un par de meses fueron sentenciados tres kaibiles, quienes fueron encontrados culpables de violaciones, robos, asesinatos, vaya, con arrasar esa aldea y sentenciados a más de 6,000 años en prisión. Condena en la que también se ordena al Estado pedir perdón a sus víctimas, entre otras medidas.
La sentencia está emitida y el general muy pronto Presidente va a tener que hacerlo en nombre del Estado guatemalteco.
Hay que recordar que Guatemala es Estado parte de la Convención Americana de Derechos Humanos desde el 25 de mayo de 1978 y reconoció la competencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos el 9 de marzo de 1987, así que está obligado a acatar lo que esta Corte resuelva contra el Estado guatemalteco.
La sentencia del caso de Dos Erres es emblemática porque el Estado primero fue condenado a pagar resarcimiento a más de 100 víctimas, pero también a hacer justicia en el caso. Al pasar el tiempo, el Estado incumplió esa sentencia por lo que nuevamente fue condenado, esta vez por fomentar la impunidad.
Ahora hay un plazo de un año para pedir perdón a las víctimas. Casi todas las medidas se han tomado, pero hacen falta algunas, entre ellas la que el presidente debe cumplir y esa tarea no puede postergarse.
Más de este autor