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Manuel Conde, el eterno plan B de los gobiernos

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Reportaje

Manuel Conde, el eterno plan B de los gobiernos

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Con una estrategia electoral centrada en las municipalidades, el partido Vamos, fundado por el presidente Alejandro Giammattei, ocupó el tercer lugar en la elección presidencial con 400,000 votos derivados del clientelismo local y con Manuel Eduardo Conde Orellana como candidato. El partido consiguió una bancada con 39 diputados y 132 alcaldías. Conde perdió su pase a la presidencia y la agrupación de la cual es secretario general, el Partido de Avanzada Nacional (PAN) no obtuvo los votos suficientes para mantener su vigencia y pasa al cementerio de organizaciones políticas con 34 años de existencia. Sin embargo, su ficha aún trasciende los corrillos políticos como el elegido para abanderar un probable golpe de Estado al ser ungido como presidente del país.

Manuel Conde le ha hablado al oído a tres mandatarios.

Su rol es el de un halagador profesional. Quienes han tratado con el candidato, le reconocen una astucia nata para circular al poder de turno. Es uno de esos personajes destacados por susurrar desde las sombras aquellas maniobras que lograrán los objetivos de la figura que está bajo los reflectores. Conde es adaptable, maleable, camaleónico; un verdadero operador que, en voz baja, ha asesorado a Jorge Serrano Elías, a Jimmy Morales y a Alejandro Giammattei sin provocar mayores escándalos para figurar en titulares de prensa que manchen su trayectoria.

En 2023 fue la primera vez que Meme, como le llaman sus allegados, toma tanta notoriedad. No porque sea la primera vez que se postulaba para la presidencia, todo lo contrario, fue su tercer intento, sino porque nunca había estado tan visible en una campaña. Es, quizá, la primera vez que logra una amalgama tan sostenible con quien maneja el poder vigente que su rol pasó de ser secundario a principal. Ni sentarse al lado del expresidente Serrano Elías como uno de sus principales funcionarios de su círculo de confianza le sirvió tanto para catapultarse mediática y electoralmente.

Fue tan alto su vuelo con este gobierno que, en esta coyuntura protagonizada por el golpe a las elecciones desde el Ministerio Público de Consuelo Porras, su nombre ha sido uno de los más mencionados para ocupar la presidencia en caso de que el presidente electo, Bernardo Arévalo, sea criminalizado y por tanto no asuma su cargo en enero próximo.

De hecho, el líder de la Fundación contra el Terrorismo, Ricardo Méndez Ruiz, y quien ha manejado la línea dura de ataque judicial contra opositores, aseveró en una entrevista con el político Roberto Alejos que el exdirector del Centro de Gobierno, Miguel Martínez, manipuló el proceso electoral a favor de Manuel Conde, pero su estrategia no resultó efectivas según Méndez Ruiz, por la intervención de los Estados Unidos.

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La familia sin partido

A Conde, la semilla política le nació desde las entrañas de su familia. Su abuelo, padre y madre formaron ese carácter que le significa apoyos y reproches de otros miembros de los partidos en los que se ha movido durante casi cuatro décadas. Esa enseñanza familiar que recorre sus venas tuvo un freno con su descendencia natural, pero logró trasladarla a otra generación con su pareja actual y asesora principal: Sandra Mayorga.

Aunque su linaje biológico no siguió sus pasos, el hijo del primer matrimonio de Mayorga, Franklin Smile Flores Mayorga, sí lo ha tomado como mentor político.

Ambos han sido parte fundamental del proyecto político del expresidenciable de Vamos, al grado de que Miguel Martínez, el líder del partido y exdirector del Centro de Gobierno, mencionaba antes de la primera vuelta que Mayorga sería «la próxima primera dama».

La maniobra de Conde era de doble tiro. Por un lado, se postuló como presidenciable con el partido Vamos, pero en contraste, es secretario general del Partido de Avanzada Nacional (PAN), una organización derechista que perduró por más de tres décadas desde su fundación en 1989 por el fallecido Álvaro Arzú Irigoyen. Algunos políticos y analistas consultados para este reportaje pronosticaron dos escenarios a partir de esta ambivalencia del aún diputado. Por un lado, están los que consideraban que Conde quería ultimar el PAN, pero por otro, pensaban que la estrategia del político era mantener la agrupación, pero en manos de su círculo cercano, su familia.

Y, aunque no haya sido su objetivo explícito, la primera aseveración se volvió realidad a partir de que el PAN no obtuvo los votos suficientes para mantener su vigencia.

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El Pan de ayer entre familia

Los pírricos resultados electorales del PAN en estos comicios contrastan con la historia que marcó el partido político. Es uno de los grandes perdedores entre una decena que deberán ser cancelados por el Tribunal Supremo Electoral (TSE), no llegaron al cinco por ciento de los votos, o porque no lograron una curul en el Congreso a través de las urnas.

El PAN no postuló candidatura presidencial, pero sí lanzó candidatos a los listados para el Congreso y para el Parlamento Centroamericano. Según los resultados oficiales, en el Listado Nacional logró 45,940 votos que representan el 0.82 por ciento del total de votos válidos. La primera casilla de esa postulación la ocupó el actual diputado de Visión con Valores (Viva), Aníbal Rojas, hermano del ministro de Ambiente, Mario Rojas.

El hijo de Sandra Mayorga participó como candidato por el Listado del Departamento de Guatemala. Según las fuentes que integran el partido, Franklin ha catapultado su categoría, pues además de ser el representante legal de la organización ante el TSE, invitó a sus excompañeros universitarios y colegas para conformar la cúpula de control para volverlo una parcela manejable, herencia de su padrastro.

La estrategia de volver al PAN un club familiar falló, Franklin obtuvo sólo 10,800 votos que le significan el 1.4 por ciento del total. En tanto, el listado del Distrito Central con la inclusión de la abogada, presentadora y modelo Massiel Carrillo, logró 10,844, el 2.33 por ciento. Según las fuentes del partido, Carrillo y otros integrantes de la cúpula de la organización fueron piezas seleccionadas por Franklin Flores por haber coincidido en la universidad y otros espacios.

La estrategia de repartir el PAN solo entre familia fracasó. Según exintegrantes del partido —incluido el exdiputado Fernando Linares Beltranena—, esta maniobra empezó hace nueve años pero fue más clara hace cinco. Conde y Mayorga llegaron a la organización entre 2014 y 2015 de la mano de Juan Gutiérrez, el excandidato presidencial. «Manuel es persuasivo, pero siempre está con Sandra, nunca se separan. Junto a ella, esa persuasión se potencia muchísimo», reconoce Linares.

En las elecciones de 2015, Conde, Linares y Eduardo Zachrisson fueron los elegidos del PAN para integrar el Congreso. Cada uno en la primera casilla del Listado Nacional, del Distrito Central y del Distrito del Departamento de Guatemala respectivamente. En la legislatura pasada, Conde y Linares hicieron mancuerna para activar en contra de la Comisión Internacional Contra la Impunidad (Cicig), pero a partir de 2018, el año preelectoral de ese período, Conde modificó las fuerzas del partido y tomó el poder.

Según los registros del TSE, Conde es secretario general del PAN desde ese año, el cual fue, según recuerdan algunos exmiembros, como punto de quiebre en el que el candidato empezó a desplazar a quienes le estorbaban en su empresa.

En la asamblea de postulación de candidaturas de 2019, Conde finiquitó los más de doce años de Linares en la agrupación cuando lo omitió de las listas para postulaciones al proceso electoral. En esa misma asamblea, Zachrisson corrió con la misma suerte, pero él se opuso públicamente y en una jugada controversial, se plantó en el escenario de la mesa principal para reclamar su inclusión en los listados de candidaturas.

Así, en esa elección de 2019, sólo llegaron Conde por el Listado Nacional y Zachrisson por el Listado del Departamento de Guatemala. Mayorga, quien fungió en esa época como representante del partido ante el TSE, no fue electa como diputada en la primera casilla del listado al Parlamento Centroamericano. Tampoco logró entrar su hijo, Franklin Flores, quien se postuló como primera casilla del Distrito Central, el lugar que le tendría que haber tocado a Linares, según reclama.

Dado que Flores Mayorga no fue electo como diputado, las conexiones de Conde con el gobierno de Jimmy Morales volvieron a activarse para que en diciembre del 2019, la exministra de Relaciones Exteriores, Sandra Jovel, lo nombrara como primer secretario y cónsul en la Embajada de Guatemala en Israel. Esta embajada cobró relevancia geopolítica ya que el gobierno de Morales fue uno de los pocos que trasladó su sede diplomática desde Tel Aviv hacia Jerusalén para procurar la estima del expresidente Donald Trump con el objetivo de disminuir el apoyo de su gobierno a la Cicig y la lucha contra la corrupción.

El gobierno de Giammattei mantuvo a Flores entre sus filas diplomáticas. Según la información vigente de la página oficial de la Cancillería y el sitio oficial de la Embajada de Guatemala en Alemania, ostenta el cargo de ministro consejero en el país europeo.

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Del anticomunismo y la contrarrevolución

El trayecto de Manuel Conde está trazado no sólo por sus propias conexiones a lo largo de su andar político, sino por su familia que fue activa en los movimientos políticos de los años cincuenta y sesenta. Su madre, su padre y su abuelo materno son piezas clave en su formación.

Una formación que cobra sentido en esta coyuntura política en donde el Ministerio Público, el Ejecutivo y organizaciones clandestinas y visibles están intentando invalidar las elecciones para frenar la asunción al poder del presidente electo, Bernardo Arévalo, y el partido Movimiento Semilla.

La historia familiar se origina a principios de los años 50 en pleno segundo gobierno de la Revolución. Jacobo Árbenz Guzmán expandía el proyecto iniciado por Juan José Arévalo, padre del actual presidente electo. La política social en beneficio del proletariado y de las clases oprimidas se potenciaba a la misma vez que el enfrentamiento con la oligarquía y el gobierno de los Estados Unidos.

Después de que Árbenz dejara el poder por presiones y amenazas auspiciadas por Estados Unidos, el coronel Carlos Castillo Armas convocó a un grupo de anticomunistas para reformar el orden jurídico entre los que se encontraban Manuel Orellana y Oscar Conde. Abuelo materno y padre del expresidenciable de Vamos. Óscar era un conocido reportero de radio, que en los años posteriores a la contrarrevolución recorría las calles de la ciudad de Guatemala junto a la Policía Nacional para alertar sobre personas que el régimen identificaba como comunistas con el fin de que los arrestaran. «¡Son ratas!», decía Conde, relata el libro «Para salvarla, la desaparición y liberación de Maritza Urrutia», de Dan Saxon.

Sonia, hija de Manuel Orellana, asistió junto a su hermana a la inauguración de la asamblea legislativa donde su padre sería proclamado; «(…) desde un balcón curioseaban a los delegados que estaban abajo. Sonia siempre había sido una admiradora de Conde, pero no sabía qué aspecto tenía. “¿Cuál es Oscar Conde?”, le preguntó a su hermana. «¡Ese negro flaco!», dijo Sara señalando con un dedo a Conde, quien como de costumbre conversaba con un grupo de personas», narra Saxon.

Sonia y Óscar se casaron en 1955 en la Catedral capitalina, por medio del entonces arzobispo Mariano Rossell, articulador del Movimiento de Liberación Nacional que se conjugó en contra del gobierno arbencista.  En diciembre de 1956 nació su primogénito Manuel Eduardo Conde Orellana. El político es producto de la contrarrevolución.

La infancia de Conde fue escrita con tinta roja. Las trifulcas políticas de los convulsos primeros años del Conflicto Armado Interno mancharon de sangre a la familia.

Es el 15 de agosto de 1966. La portada del diario El Impacto muestra a un niño de nueve años vestido con traje negro y corbata acompañando a su madre. Es Manuel Conde junto a Sonia Orellana. Su abuelo materno había perdido la vida a manos de la guerrilla en Zacapa.

El abuelo de Conde había pasado dos años en su finca de oriente luego de volver del exilio en El Salvador donde estuvo un año. En 1963, cuando Orellana era presidente del Congreso, el golpe de Estado de Enrique Peralta Azurdia significó el final de su carrera política, pues al nuevo gobierno militar no le interesaban los liderazgos civiles como él. La Policía Nacional allanó su vivienda y lo sacó del país.

En su libro, Saxon cuenta que las Fuerzas Armadas Rebeldes (FAR) extorsionaban a los finqueros zacapanecos a cambio de mantenerlos con vida, quienes no aportaban, eran ejecutados. El autor describe un diálogo entre la madre de Conde y Orellana.

—Tengo oportunidad de hablar con la guerrilla y voy a preguntarles cuánto podemos darles financieramente—, le dijo Sonia a su padre, según este documento.
—No, hija. ¡Ni agua les voy a dar! ¡Ni siquiera agua!—, respondió Manuel Orellana.
—Bueno, entonces papá, ¿por qué no se va un tiempito a Guatemala? Déjenme aquí administrando la finca.
—¡No me voy! ¡Porque este es mi legado y tengo que cuidarlo para mis hijos! ¡Solo me sacarán con los pies por delante!
    
«En la tarde del 13 de agosto de 1966, Orellana, su esposa, María, su hija Alma América, una nieta bebé y una empleada doméstica salieron de la finca en automóvil con dirección a la cabecera de Zacapa cuando encontraron la carretera bloqueada por muchas piedras grandes. Unos hombres sacaron a Orellana de su vehículo y lo amordazaron. Alma América, intentó intervenir para ayudar a su papá, pero los hombres la golpearon con la culata de una pistola y la dejaron sin sentido. Después arrastraron a Orellana hasta un árbol y lo mataron», narra el escritor.

Pero, seis años antes, en enero de 1960, un Manuel Conde de tres años de edad, se enfrentaba a su primer cisma emocional. Su padre, Óscar Conde, había ganado la reelección en el Congreso contra el capitán del Ejército, Jorge Ponce.

Una noche, mientras Óscar asistía a un restaurante fuera de la capital, Ponce le disparó tres veces en la espalda y Conde murió en el instante. Saxon asegura que durante varios años, a Manuel Eduardo le contaron que su padre estaba de viaje.

En la era democrática: al oído de Serrano

En los últimos días de julio de 1992 ocurrió el primer golpe que recibió el gobierno del expresidente Jorge Serrano Elías.

Era un video de una mujer. Expresaba un mensaje claramente aprendido y por el que —se supo después— estaba siendo coaccionada a decirlo. Irrumpió en plenas maniobras de negociaciones entre el Ejército y la guerrilla agrupada en la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca (Urng). Era Maritza Urrutia, una integrante de los movimientos políticos revolucionarios de los ochenta.  

El caso de Urrutia representó uno de los retos políticos más duros para Conde. Se trataba de un emblemático secuestro político desde el Estado que se manifestó en grandes proporciones de forma inédita como el primer suceso que arriesgaba el pacto de conciliación entre las fuerzas armadas y las insurgentes. Un hecho de esa magnitud ya era inusual en esos años de democracia.

Además, las vidas de ambos ocurrían en paralelo, como herencia generacional: él desde el gobierno y ella desde la insurgencia; repetían la historia de sus familias que también se cruzaron en momentos históricos álgidos. La abuela de Maritza fue una mujer importante en los gobiernos de la Revolución, mientras el abuelo de Conde era agente de la contrarrevolución.
Maritza fue liberada tras una fuerte presión nacional e internacional y luego salió al exilio.

A mediados de los ochenta, Manuel Conde comenzaba su carrera como abogado y notario. Según el Archivo General de Protocolos, estuvo activo desde 1984 hasta 1990. Estos años son relevantes, pues sigue los pasos de su madre, Sonia Orellana, quien ya participaba en la campaña electoral de Serrano en 1985.      

—Mamá, hoy tomé café con Jorge Serrano y me gusta su visión para el país. Quiero trabajar en su campaña electoral, pero primero necesito tu apoyo—, asegura Dan Saxon que Conde le dijo a su madre.   
—Si eso es lo que quieres hacer, hijo mío, adelante. ¡Pero debes estar preparado para que tus amigos te claven un cuchillo por la espalda!—, le respondió Sonia.

Con los oficios de su madre, Manuel Conde fue elegido por Serrano como su jefe de campaña. Durante el primer año y medio, el presidente lo premió con el cargo de Secretario General de la Presidencia y luego le confió su proyecto más anhelado que era culminar con el enfrentamiento armado.
    
«Si tienes que hablar con el diablo para lograr la paz, habla con el diablo», cuenta Saxon que Serrano le sentenció a Conde.

Cuando el entonces mandatario intentó disolver el Congreso y las cortes de justicia en mayo de 1993, las fuerzas opositoras lograron detenerlo y se instauró el primer golpe de Estado de la era democrática. Serrano huyó a Panamá y sus funcionarios quedaron a la deriva.

Conde permaneció cinco meses en el gobierno de Ramiro de León Carpio para luego migrar al Parlamento Centroamericano donde presidió la Comisión de Paz, detalla su currículum y los documentos consultados para este artículo.

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Colombia, los lazos que no se desatan

El diputado ha aprendido bien cómo moverse de un lado a otro con una cintura política que recuerda a políticos de la vieja escuela.

Las fuentes consultadas para este reportaje coinciden en que Conde es un personaje con doble fondo. Para algunas personas, el político es audaz, astuto, persuasivo. Para otros que lo ven con menos romanticismo, es un fanfarrón, casi un ilusionista que logra sus objetivos mediante narrativas creadas para emocionar a quien está en el poder. Los hechos establecen claridad.

Lo cierto es que el candidato ha sabido conectar con las figuras de poder y escalar posiciones, manteniéndose vigente. Sus logros, en cambio, son debatibles.

Una nota informativa del 7 de febrero de 1998 recuperada en el archivo digital del diario El Tiempo de Colombia, resalta la participación de Conde en los diálogos que trataban de conseguir el cese al enfrentamiento armado en aquel país. En esa oportunidad, el medio reporta que se reunió con alcaldes, gobernadores y con el propio presidente Ernesto Samper (1994-1998).

En su currículo colgado en el sitio del Congreso de la República, Conde presume de ser consultor internacional en materia de paz para Centroamérica, España, México y Colombia. En 1994, fundó el Instituto Centroamericano para la Paz y la Reconciliación (Icepaz).

Aunque no existe algún documento que lo acredite, las fuentes que lo conocen aseguran que Conde fue asesor de Álvaro Uribe, el polémico expresidente colombiano que además guarda una relación cercana con la clase empresarial y con algunos políticos de Guatemala. De hecho, ha sido uno de los exjefes de Estado latinoamericanos que ha reprochado las maniobras golpistas del Ministerio Público.

El exdiputado Fernando Linares Beltranena habla en voz alta sobre otras dos vinculaciones importantes con personajes y asuntos colombianos. Al respecto de Uribe, dice que durante el gobierno de Jimmy Morales, Conde se ladeaba al sector que más le convenía en algún momento crucial desde el Congreso.

Por una parte, cuenta Linares, el expresidenciable de Vamos articuló en su momento para que unas dos decenas de parlamentarios asistieran a una reunión con el extitular de la Cicig, Iván Velásquez, aunque poco después, el mismo Conde lideraba los movimientos para expulsarlo del país.

El objetivo de esa reunión habría sido, declara el exdiputado Linares, para socializar las propuestas a las reformas constitucionales en materia de justicia que se discutieron ampliamente en 2016 y que Jimmy Morales promovió en un principio.

Pero existe otro caso más relevante que Linares recuerda con precisión en el que habría intervenido Conde. Otras fuentes también aseguran que el candidato estuvo involucrado en esto. Se trata de la compra del Buque BL-1601 Quetzal que arribó a Guatemala en la Base Naval del Pacífico en noviembre del 2019 desde Colombia.

El costo fue de 93 millones de quetzales y se facilitó tras un acuerdo entre ambos gobiernos. Conde habría sido el articulador por su cercanía lograda con el expresidente Morales y sus vínculos con los funcionarios colombianos.

Una nota del Diario de Centroamérica del 7 de julio del año pasado registra que el expresidente de Colombia, Iván Duque, condecoró a Conde «por sus esfuerzos en modernizar y fortalecer permanentemente la Marina de la Defensa Nacional, encargada de ejercer soberanía en el mar territorial y proteger mares, ríos y lagos de Guatemala», apunta la nota.

Un año antes, el exembajador de Colombia en Guatemala, Juan Hurtado Cano, reconoció al diputado Conde con la Orden Simón Bolívar del Congreso de Colombia en el grado de Gran Cruz.

Los presidentes de la restauración

Jimmy Morales y Alejandro Giammattei articularon esfuerzos que terminaron por tejer un manto de impunidad para los acusados en casos de corrupción y emprender una batalla de persecución judicial en contra de quienes los acusaron. Manuel Conde ha logrado, desde el Congreso, servir a ambos mandatarios desde una posición de operador político con experiencia.

Para llegar a Morales hubo dos caminos, comentan sus allegados. El primero fue el exministro de Ambiente, Alfonso Alonzo. De acuerdo con los reportes de prensa del momento, en 2017 Alonzo incluso benefició al hermano de Conde, Carlos Estuardo Conde Orellana en la cartera que dirigía.

El familiar del expresidenciable obtuvo dos contratos para cabildear la iniciativa de ley 4840 que disponía generar el manejo sustentable de la cuenca del río Motagua. Por sus servicios, el hermano de Conde recibió 225,000 quetzales en total.

La otra vía hacia Casa Presidencial en el gobierno de Morales fue, según afirman algunos diputados, el legislador disidente de la Unidad Nacional de la Esperanza, Mario Taracena. Conde y Taracena son amigos y se conocen desde niños porque estudiaron juntos en el Liceo Guatemala. Incluso, aunque Taracena se maneja más hacia una ideología de socialdemocracia y Conde hacia una de neoliberalismo conservador; ambos manejan esa experiencia política que le cuesta tanto a los políticos actuales.

Taracena tenía línea directa con Morales por medio de Estuardo Zaparolli, un empresario de la construcción que fungió como «asesor ad honorem» del expresidente. El diario elPeriódico publicó en octubre del 2017 que el diputado recibió préstamos millonarios del constructor, a título personal y de su empresa, para la construcción, compra y remodelación de casas del legislador.

El exmandatario reafirmó su confianza porque Conde fue uno de los integrantes de la llamada Comisión de la Verdad instalada en el Congreso para escuchar a las supuestas víctimas de la Cicig.

Con Giammattei el acercamiento fue por otras vías, pero con un objetivo similar: trabajar para agradar al gobernante de turno.

Además de que confluyen otro tipo de poderes, las dinámicas se afinaron  entre un gobierno y otro. Durante esta legislatura, los diputados de la alianza oficialista integrada por partidos en sintonía con los negocios del gobierno central, han sido más evidentes en sus tácticas de negociación.

La táctica que más resaltan los políticos que han estado cerca de Conde es su capacidad para adular al presidente. Desde 2021, la retórica de Conde ha sido siempre en favor del mandatario y de su gestión. Públicamente le aplaude su trabajo. Durante 2022, el diputado acompañó al jefe del Ejecutivo en más de 20 giras departamentales en las que elogió la gestión y deslizó las probabilidades de convertirse en el elegido para el continuismo.

Giammattei dio reconocimientos además, en dos ocasiones, a Manuel Conde. La primera vez fue en el cambio de la rosa de la paz del acto de conmemoración de los 25 años de los Acuerdos de Paz.

La segunda condecoración fue cuando el mandatario le entregó la Cruz de la Marina de Guerra tan sólo una semana después de que el partido oficial lo proclamara como presidenciable. Ese honor del mandatario tomó lugar en la Base Naval del Pacífico, el mismo sitio donde Jimmy Morales recibió tres años antes el buque colombiano supuestamente gestionado por Conde.

En 2013 y 2018, apoyó a la defensa de los militares Efraín Ríos Montt y Mauricio Rodríguez Sánchez en los juicios por genocidio y delitos de lesa humanidad. En ambos juicios participó como perito desde su rol como consultor en asuntos de paz. En sus intervenciones recordó que la guerrilla asesinó a su abuelo y aseguró que «la memoria histórica del país está escrita con la mano izquierda».

El año pasado fue ponente de una iniciativa de ley que persigue desvincular penalmente a quienes hayan participado en el Conflicto Armado Interno desde ambos bandos, algo que riñe con los convenios internacionales firmados por Guatemala al respecto de que los delitos de lesa humanidad no prescriben y no pueden ser amnistiados.

Aunque sí es una persona persuasiva y con rasgos diplomáticos, a Conde también le reprochan su sentido autoritario y controlador.

Sus picos de poder a lo largo de su carrera lo describen como político pragmático que ha recorrido varios senderos hacia el mismo destino, el poder total. Antes desde la sombra y ahora con más reflectores, consiguió acaparar el control de varios espacios de toma de decisión auspiciado por los grupos tradicionales y tácticas que lo alejan de los principios democráticos deteriorados en el país desde hace unos ocho años.  

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Los ganadores y los perdedores

Los ganadores con la estrategia electoral de Vamos y que ganaron la reelección son el expresidente del Congreso, Allan Rodríguez, quien, según fuentes del Legislativo, se retiraría del partido junto a otros dos miembros que ya no son parte de la rosca de poder del presidente Giammattei y que han sido sentenciados al aislamiento general.

Su sucesora en el cargo y quien fuera de su entera confianza Shirley Rivera, también ganó, pero desde el listado distrital del departamento de Guatemala. Hay rumores entre políticos de que ella también se retiraría de Vamos para formar otro partido. Su pareja sentimental, el alcalde de Villa Nueva, Javier Gramajo, también se postuló a la reelección con serias acusaciones de negligencia para tratar los hundimientos en el municipio y quedó derrotado en las urnas.

Por la primera casilla de Escuintla también llega un posible disidente; Sergio Arana, quien habría sido muy cercano de Miguel Martínez, pero que también estaría relegado, según las fuentes consultadas.

Los ganadores del listado nacional son personajes ligados a Miguel Martínez. En la primera casilla entró el exsubsecretario de Comunicación de la Presidencia, Víctor Valenzuela. Además, la segunda casilla el partido la otorgó a la mano derecha del exdirector del Centro de Gobierno, Mynor de la Rosa.

Pero en la tercera casilla aparece un personaje relevante que fue prioritario para Martínez y Giammattei como contó Plaza Pública en 2020. Se trata del abogado Héctor Adolfo Aldana Reyes quien fue contratado en 2017 por la sociedad anónima del presidente y de Martínez, llamada Soluciones Integrales Profesionales, S.A. El 20 de noviembre de ese año, Aldana modificó el objeto de la sociedad. En 2019, también fue candidato a diputado y ocupó la Subsecretaría General de la Presidencia.

El 17 de agosto de 2018, cuando Miguel Martínez tenía un contrato como asesor en el Congreso, el autonombrado hombre de más confianza del mandatario, compareció como representante legal de la empresa para comprar una casa en Las Hojarascas, una de las colonias más exclusivas de Mixco. La escritura de compraventa fue fraccionada por Héctor Aldana Reyes.

Manuel Conde logró mantenerse en un cuatro o cinco por ciento de la intención de voto en las encuestas para la primera vuelta, pero la tendencia a la baja de Zury Ríos le significó un reajuste de sus porcentajes para llegar al tercer lugar y obtener 39 diputados, aunque eso no significa que el partido se mantendrá tan estable. Esa bancada mayoritaria ya prevé unas tres o cuatro facciones divididas en la siguiente legislatura.

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