La intención de celebrar los 500 años de fundación de Quetzaltenango y hacer fiesta de la fecha de la invasión colonial, aparte de manifestar ignorancia histórica y actitudes colonizadas, es una broma de mal gusto para la mayor parte de población que sufre la inercia del sistema creador de pobreza, desigualdad, impunidad y racismo. Pero hay que entenderlo desde la colonialidad promovida por el sistema que atrapa y encierra nuestra subjetividad en la sumisión y colonización voluntaria.
La frase de un muro de Facebook, se ajusta a la presente reflexión: «El sistema no busca seres inteligentes busca seres obedientes. La Matrix (colonialidad) de hoy en día no se trata de control violento, sino de sometimiento voluntario». Igual, las citas del encabezado, invitan a la auto reflexión profunda para analizar por qué hacemos lo que hacemos y sobre todo las consecuencias en la reproducción de la ignorancia y alienación social.
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La colonialidad genera nuevas escalas, niveles sociales o estratos en la jerarquización racial que impone. Los que por movilidad económica se sitúan en esas nuevas cadenas de la diferenciación socio-cultural, aspiran a ascender en la estructura, no lográndolo por las mismas barreras coloniales que levanta el racismo y clasismo. Siguen siendo los de abajo en la escala económica y de blanquitud, física e ideológica; no logran ascender en la sociedad porque carecen de capital suficiente y cualidades étnicas definidas. Nunca podrán ser blancos o criollos.
Alvarado no funda Quetzaltenango, la invade el 18 de febrero de 1524, dos semanas después se encuentra en Q´umarkaj, el Quiché, y en abril llega a Iximché. En ese breve y sangriento lapso de 2 meses, la historia oficial, sin sustento, indica que fundó Quetzaltenango. En realidad, no podía fundar nada por ley, tiempo y por las largas travesías realizadas y las diversas batallas para dominar pueblos y sociedades. La primera ciudad fundada la realizó Jorge de Alvarado, su hermano, en 1527 en el valle de Almolonga, hoy Ciudad Vieja, llamándose Santiago de Guatemala y 14 años después se funda la segunda ciudad llamada también Santiago de Guatemala, en lo que hoy es la Antigua. [1]
Los invasores en el primer siglo de ocupación del llamado nuevo mundo, fundaron cerca de 700 ciudades, para consolidar y legalizar el robo de tierras, la esclavitud y la extracción de riquezas. La tarea colonizadora española fue incesante. La fundación de una ciudad, era un proceso que “proporcionaba legalidad a la situación de los colonizadores al fundarse el cabildo con los alcaldes, alcaides, alguaciles y demás cargos y para efectos administrativos quedaba constituida la nueva ciudad con todos los derechos que ello le proporcionaba. [2] Nada de eso pasó en Quetzaltenango en 1524 y no figura en la lista acá incluida.
El nombre de este emporio Mam-K´iché, desde siglos atrás, era Quetzaltenango, en Náhuatl debido a las intensas relaciones comerciales que se desarrollaban entre y con otras culturas mesoamericanas, llegando hasta Teotihuacán, México. Los nuevos descubrimientos arqueológicos confirman las relaciones entre pueblos y ciudades ancestrales. [3]
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Y la memoria histórica confirma lo planteado. El glifo de Quetzaltenango, es una muralla y un penacho de plumas de Quetzal que documentaron los indígenas en el lienzo de Quauhquechollan. Comerciaban plumas y obsidiana en el área mesoamericana, por ello otros pueblos en su lengua ya la llamaban así. Por otro lado, aún existe la ruta maya, caminos y veredas ancestrales, que venían desde Chiapa de Corzo, México, entrando por Huehuetenango, llegando a San Francisco el Alto, los Encuentros, Santa Lucía Utatlán hasta el área Chortí en el oriente del país. Esa ruta, la recorrían los hoy llamados mexicanos para la romería a Ixcalpul (Esquipulas) en el oriente, como lo marca el Popol Vuj, para rogar por el agua para las cosechas. Acá en Quetzaltenango, era famoso el aguardiente comiteco que recorría esa ruta para llegar.
Mesoamérica no tenía una cultura madre, sino varias culturas hermanas articuladas económica y cosmogónicamente, herederas de los mayas clásicos.
Total, nada que celebrar. Pero, si preocuparnos por el robo, ocultamiento y tergiversación de nuestra historia.
[1] Libro Segundo del Cabildo de la Ciudad de Santiago. CIRMA, UNIVERSIDAD DEL VALLE Y OTROS. 2018.
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