«Noticias del gran mundo» es una película (2021) ambientada en el viejo oeste cuyo protagonista, Tom Hanks, interpreta a un exoficial que superó la Guerra Civil estadounidense. Poco antes del estreno, el laureado actor declaró: «cuando leí el libro de Paulette Giles me identifiqué con mi papel, un lector de informaciones, un tipo que viaja de pueblo en pueblo para iluminar y conectar con una audiencia diversa. Pensé que es un trabajo que habría querido tener (…) porque estás entregando tanto un servicio como una especie de conexión con gente que no la tendría».
Vale apuntar que la mediación del personaje aludido equivale a lo que el periodismo ha representado para las sociedades, es decir, contar sobre los qué, quién, cómo, cuándo, dónde y por qué de los hechos. En ese sentido, las mujeres y los hombres vinculados con la actividad periodística regida por la ética tienen claro que cumplen un servicio: trasladar los acontecimientos a sus públicos con la mayor fidelidad posible. En la cinta, el capitán Kidd lee periódicos frente a individuos ávidos de saber qué está ocurriendo; en la vida real, la prensa investiga, documenta y verifica contenidos que ofrecen la variedad de ángulos que necesita quien desea informarse.
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Al respecto es oportuno subrayar que el artículo 19 de la Declaración Universal de Derechos Humanos, proclamada el 10 de diciembre de 1948 por la asamblea general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), establece: «Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión».
Por su lado, la Constitución Política de nuestro país, en el artículo 35 indica que es libre la emisión del pensamiento por cualesquiera medios de difusión, sin censura ni licencia previa. De colofón, la ONU declaró al 3 de mayo como «El día de la libertad de prensa» apoyada en la conferencia de Windhoek, Namibia, llevada a cabo en 1991. Esta fecha motiva que cada año se susciten diferentes manifestaciones alrededor del mundo, entre ellas análisis y evaluaciones de situación. Reporteros sin fronteras, el Comité para la protección de los y las periodistas y Freedom House son de las entidades que dan seguimiento al ejercicio periodístico a lo largo y ancho del planeta.
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En Guatemala, donde los ataques contra la libertad de prensa y de expresión se han venido incrementando, la Sociedad Interamericana de Prensa y la Asociación de Periodistas de Guatemala han denunciado múltiples agresiones. Según la representación local, en marzo hubo 19 actos de asedio, entre amenazas y difamaciones.
La libertad de expresión es un derecho fundamental; sin embargo, no implica atropellar el honor y la integridad como se registra en entornos virtuales a través de la injuria, la calumnia, la difamación, el racismo, la misoginia, la homofobia, la exaltación de la violencia, los discursos de odio y la burla respecto de las personas con discapacidad. Dicha práctica, junto al imperio de la desinformación y la tergiversación que pululan en Internet, así como la crisis de sostenibilidad que padece buena cantidad de medios periodísticos, se suman a la intolerancia que se profesa desde los círculos de poder.
Tampoco debe dejarse de lado la pandemia, pues uno de sus efectos ha sido el «adelgazamiento» de medios tradicionales que atienden a la definición que la Real Academia de la Lengua Española formula sobre el periodismo: «Actividad profesional que consiste en la obtención, tratamiento, interpretación y difusión de informaciones a través de cualquier medio escrito, oral, visual o gráfico». Resalto este aspecto porque en las embestidas contra la libertad de prensa, la divulgación de (des) información en redes sociales, cuando es asimilada por la gente, vulnera al verdadero periodismo y las expectativas de quienes estudian la carrera en las universidades del país. Y es que la virtual usurpación de calidades está matando la técnica.
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