Algo que en Guatemala está muy lejos pues, más que funcionar, el sistema de educación vive una agonía provocada por quienes ejercen de sepultureros para garantizar la reproducción total del estado de cosas. Las carencias van desde la falta de mantenimiento o construcción de planteles educativos, carencia de insumos y mala o deficitaria formación docente, hasta las graves limitaciones en la razón de ser del sistema: la población escolar.
Cuando Cinthya Del Águila fue titular del Ministerio de Educación (Mineduc), durante el gobierno de Otto Pérez Molina, se concretó la destrucción de las Escuelas Normales. En esos centros educativos se formaba el magisterio nacional, otrora reconocido por su pujante defensa de derechos.
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Pese a la batalla que dieron las y los estudiantes de educación media en defensa de su derecho a la educación, el gobierno impuso la supuesta reforma que se encaminaría, según afirmaban sus promotores, a mejorar la calidad profesional de la docencia en el país. Parte de dicho proyecto lo constituyó el programa de Formación Inicial Docente (FID), que se creó mediante convenio suscrito con la Universidad de San Carlos (USAC) para la formación de las y los maestros. Los otrora centros educativos normalistas quedaron con la tarea de servir bachillerato en ciencias y letras orientado a la educación.
Esta semana, el Consejo Superior Universitario (CSU), de la USAC, informó que cancela la continuación del programa, puesto que el Mineduc ha incumplido con absorber a quienes han egresado del mismo. De tal suerte que, la mayoría ha emigrado o buscado otras alternativas de colocación laboral.
Casi al mismo tiempo que se conoce esta circunstancia, que era previsible por el motivo real de la anulación de las escuelas normales, se hace público el borrador del Pacto Colectivo de Condiciones de Trabajo propuesto por el eterno mandamás del Sindicato de Trabajadores de la Educación en Guatemala (STEG), Joviel Acevedo. La difusión del texto ha sido posible, gracias a la acción de amparo obtenida por el Procurador de Derechos Humanos (PDH), Jordán Rodas Andrade.
Según ese documento, Acevedo pretende pactar con la titular del Mineduc, Claudia Ruiz Casasola, la inamovilidad de por vida, tanto de él como de quienes le siguen. Una negociación que profana la memoria de quienes dieron su vida para lograr el derecho a la sindicalización en el Estado.
Mientras tanto, la razón de ser del sistema de educación, la niñez y adolescencia, vive abandonada a su suerte. Una suerte que la inequidad en el país le marca para vivir con los más altos índices de desnutrición en el continente. Una suerte que le obliga a buscar en la migración de alto riesgo, la oportunidad que el sistema le ha negado. No es casual ni extraordinario que muchas de las víctimas fatales del accidente del contenedor que llevaba migrantes tuvieran entre 13 y 17 años de edad.
Cercenada por la visión reduccionista de la educación, controlada por una estructura mafiosa mal llamada sindicato, con infraestructura destruida, sin insumos, sin garantía de incoporación de profesionales, la educación en Guatemala agoniza.
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