Tal vez con buena intención, pero con crasa ignorancia (en realidad terquedad porque las recomendaciones y advertencias les han llegado desde voces expertas), diferentes municipalidades del país han montado túneles portátiles dentro de los cuales deben transitar personas para, supuestamente, eliminar la eventual presencia del virus que tiene de rodillas a la humanidad.
Los primeros reportes de la colocación de cabinas que rocían desinfectante llegaron en la tercera semana de marzo desde la ciudad de México y desde otros estados del vecino del norte, y muy pronto la idea fue replicada en Mixco, San Miguel Petapa, San José Pinula, la capital, Salamá (Baja Verapaz), Sipacate (Escuintla) y Santa Rosa.
Como la mayor esperanza de la actualidad mundial es terminar con la pesadilla del covid-19, las personas de la calle se ilusionan cuando se anuncia un paso adelante en esa lucha.
Así, las colas empezaron a formarse al entrar o salir de un mercado y de otros puntos de recorrido peatonal sin que hubiera preguntas como «qué me están echando encima». Solo fluye la sensación de una limpia muy efectiva, aunque vale apuntar que esos sitios, lejos de cumplir un papel de prevención, pueden ser uno de propagación por el relajamiento y la convivencia que generan.
En México, la Secretaría de Salud pronto emitió un pronunciamiento y en Guatemala le correspondió a la academia señalar que la gente corre riesgos por los efectos secundarios, aunado a que hasta podía ampliarse la presencia del elemento que ha vulnerado las defensas del organismo humano.
Daños en las vías respiratorias, tos, estornudos, irritación de bronquios (así como en piel, ojos y mucosas), ataques de asma y neumonitis son parte de las afecciones que podrían padecer quienes caminen bajo las cabinas sanitizantes y reciban el impacto de fórmulas de uso veterinario, han expresado quienes alertan que la iniciativa puede traer otras complicaciones.
[frasepzp1]
La Facultad de Ciencias Químicas y Farmacia de la Universidad de San Carlos ha manifestado que los productos de limpieza y desinfección empleados en el procedimiento aludido sirven para usarse en superficies inertes como barandas, calles, aceras, paredes, monumentos, cajeros electrónicos, ventanas, rejas o teléfonos monederos, pero no sobre el organismo humano.
Y en atención a una recomendación de la Comisión USAC de Prevención del Coronavirus Covid-19 (Cupco), el consejo superior de esa casa de estudios, en un reciente comunicado dirigido al Gobierno, sugirió no autorizar el uso de sistemas de aspersión de sustancias químicas sobre las personas en la vía pública o en instituciones públicas y privadas.
Otras instancias que adversan ese actuar porque ocasiona trastornos cuando se inhalan los aerosoles que surgen durante su aplicación son la Sociedad Iberoamericana de Salud Ambiental, la Red de Centros de Información y Asesoría Toxicológica de Centroamérica, la Asociación Toxicológica Argentina y el Centro de Información Toxicológica de la Universidad Católica de Chile.
Sin embargo, han comenzado a circular anuncios que ofrecen «arcos desinfectantes» para instalarse en cualquier ingreso. Es decir, conforme vengan los días es muy probable que veamos casas, centros comerciales y otras áreas con el artefacto lanzando su amenaza a quienes circulen por él.
No cabe duda de que los túneles de la desorientación se añaden a las paradojas derivadas del peor y ya largo momento por el que atraviesa la sociedad moderna. Como en resumidas cuentas todavía no sabemos qué hacer, en la confusión se insertan propuestas con más perjuicio que beneficio. Aquí nos toca ver cómo el toque de queda se atiende con una discreción que vulnera la prevención y cómo se asegura que algo pasará y fluyen las acusaciones, pero cómo al final no ocurre lo que se afirmaba.
También hallamos obstáculos para canalizar asistencia a los grupos empobrecidos, esos que según parece no localizó el XII Censo Nacional de Población y VII de Vivienda a pesar de que nos vendió humo de indicar cuántos somos, cómo vivimos y dónde estamos. En realidad, más información, menos especulación y mayor rigor en las actuaciones generales son los elementos que vienen marcando nuestra cotidianidad. Ojalá hallemos luz al final del túnel: no el rociador, sino el de la metáfora que se refiere a cuando queremos salir de circunstancias adversas.
Más de este autor