Ir

Un año sin Cicig y la consolidación del proyecto restaurador

La Cicig y la lucha contra la corrupción muestran que las élites económico-políticas no cambian su actuar mafioso sino a través del ejercicio de un poder contrario.
Tipo de Nota: 
Opinión

Un año sin Cicig y la consolidación del proyecto restaurador

03 de Septiembre de 2020
Palabras clave

La Cicig, como institución con actuación independiente y dentro de los marcos legales, fue una pistola apuntando a la cabeza de la estructura y de las figuras del poder político y económico.

Nacida de negociaciones entre el Estado guatemalteco y la ONU, permaneció 12 años en el país (un mandato inicial y cinco renovaciones de dos años). Tres comisionados trabajaron en ella: el español Carlos Castresana, el costarricense Francisco Dall’Anese y el colombiano Iván Velásquez. Siendo justos, cada uno jugó un papel en el desarrollo de la institución, pero indudablemente fue Velásquez quien impulsó el trabajo de la Cicig hasta convertirla en un actor central en la vida política del país...

Autor



Las opiniones expresadas en este artículo son responsabilidad exclusiva del autor. Plaza Pública ofrece este espacio como una contribución al debate inteligente y sosegado de los asuntos que nos afectan como sociedad. La publicación de un artículo no supone que el medio valide una argumentación o una opinión como cierta, ni que ratifique sus premisas de partida, las teorías en las que se apoya, o la verdad de las conclusiones. De acuerdo con la intención de favorecer el debate y el entendimiento de nuestra sociedad, ningún artículo que satisfaga esas especificaciones será descartado por su contenido ideológico. Plaza Pública no acepta columnas que hagan apología de la violencia o discriminen por motivos de raza, sexo o religión
Autor