Antes
Día de acción de gracias
Algunos recordarán que Estados Unidos, país que expulsa cientos de miles de migrantes por decisión de gobernadores y que permite estudiar a un par de latinos para ganar votos, fue fundado por un grupo de peregrinos necesitados que recibieron la ayuda solidaria de los nativos de la tribu Wampanoag, en la colonia de Plymouth (Massachusetts), y que como gesto de “acción de gracias” por el techo y alimento recibido, compartieron una gran comida como signo de solidaridad y de servicio entre unos y otros.
Que si algunos critican que se coma carne o no, y que si Obama hace mal en mostrar con vida al pavo que horas después será servido con vinos y manjares en la Casa Blanca, me parece una discusión entretenida, pero no tan importante. Pues en vez de pavo y reclamos de los vegetarianos, preferiría ver la fotografía del momento en que hacen legal el derecho de Los Soñadores (Dreamers) a ingresar al sistema educativo gringo. Y ver a los “no carnívoros” realizar una colecta para las Casas Migrantes que se extienden desde el norte de Guatemala, pasando por México hasta la frontera sur de los Estados Unidos, California, Nuevo México y Texas, que brindan alivio a cientos de seres humanos que arriesgan su vida por llegar al lugar donde, a base de trabajo honrado y no de regalos, puedan ayudar a crear bienestar para aquellos que dejaron atrás. Seguramente los Wampanoag les recibirían como hermanos y les enseñarían a pescar y les darían semillas, tal y como hicieron en 1621 con otro grupo de colonos-migrantes.
Durante
¡Black Friday!
Lo escribo en inglés pues por al menos tres días consecutivos escuché por radio a los locutores alienados hacer intentos infructuosos de una buena pronunciación, fruto de la urgencia de los empresarios por difundir la nueva patología de los países tercermundistas: el consumismo.
Algunos me contaron que en ese “viernes negro” encontraron ofertas muy buenas, y que habían aprovechado para comprar algo que siempre habían querido. Para ello digo, según mi poca experiencia en el comercio, que un vendedor no está dispuesto a perder ni un centavo, y que por más ilusión de precios rebajados, existen diez formas en las cuales ya nos han cobrado. Incluso algunos ignoran que el nombre “viernes negro” corresponde a que los comercios que tenían números rojos antes, aprovechan ese día de descontrol masificado en el consumo para salir a flote y llegar a números negros. De tal manera que deberíamos aplaudirles por la estrategia tan efectiva de crear la ilusión de ahorro en los compradores. Además, si ese día aprovecharon para comprar algo que siempre habían querido, quiere decir que no era tan necesario.
Desde cualquier punto de vista, sabiendo que el Black Friday viene después del Thanksgiving Day, -¿lo escribí bien?- lo normal sería seguir con el sentimiento de gratitud por lo que tenemos y resaltar el servicio a los demás como principal virtud. Pero las paradojas de la vida se imponen, y en lugar de continuar con la acción de gracias y el servicio, el viernes sirve para demostrar a diestra y siniestra el egoísmo y avaricia en su total esplendor. Por un lado se engorda el bolsillo de aquellos que no perdonan ni un día de mora en la tarjeta de crédito, sin mencionar las hipotecas inmisericordes que ahogan a cientos de encantados clientes-consumidores, y por otro lado aparece la ironía de la vida: todos salen del centro comercial con una sonrisa en el rostro.
Después
Sábado rojo
Llega el sábado. Y como todo tiene su contraparte, después de saldar en negro las cajas registradoras de los comercios, viene el saldo rojo en las cuentas familiares. Y es así como volvemos a nuestra vida diaria, en la cual como sino fueran suficientes, ahora hemos agregado una nueva preocupación más a nuestro diario vivir. Puede ser que algunos no caigan en la cuenta que tratar de seguirle el calendario al Primer Mundo solo hace que nos mantengamos ajenos a nuestra realidad y problemas de país.
Lástima que nosotros, centroamericanos, no igualamos la propaganda de consumo con la de gratitud y servicio. Puede ser que sea culpa nuestra no saber el origen y sentido original de estos días, pero al fin de al cabo creo que todo se deforma con el tiempo, y la historia no es la excepción.
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