Para los que pasamos temporadas fuera de nuestra querida tierra Guatemala, periódicos digitales y transmisiones por medio de plataformas como Ustream nos permiten informarnos y opinar acerca de la vida social y política de nuestro país.
En ese sentido, parto de la premisa fundamental de entender toda nueva tecnología de la información y de la comunicación como medio indispensable que hace posible el fortalecimiento de toda democracia.
Ahora bien. Para que la pantalla de cristal líquido deje de ser mero entretenimiento y sirva para algo más que simple expresión de analfabetismo digital necesitamos al menos dos condiciones:
- Que nosotros, los que tenemos el privilegio de tener conexión a Internet, comprendamos que estamos más que obligados a instruirnos y ejercer con seriedad y profundidad nuestra misión de realizar las preguntas adecuadas y los reclamos justos a los políticos o a las personas en el ejercicio de cualquier cargo público.
- Que los políticos hagan uso responsable y profesional de las nuevas tecnologías para dejarse interpelar por los ciudadanos respecto a las propuestas o políticas de gobierno.
Considero que, a pesar de las censuras y las amenazas a periodistas y diarios digitales, los que abogamos por utilizar de manera adecuada los espacios que los políticos abren para tal fin estamos sumando esfuerzos y ganando pequeñas batallas que tienen como objetivo ejercer de una mejor manera la responsable libertad de expresión.
De igual forma, me alegra que los personajes públicos tengan cuentas en las redes sociales, graben videos bien editados, los suban a Youtube e incluso —con un poco de Photoshop— aparezcan y publiquen en sus páginas web o blogs. Siento que es un paso considerable poder escribirle directamente al funcionario público, ya sea presidente, vicepresidente, diputado, alcalde o candidato de tal o cual partido.
Me parece urgente tomar con seriedad estos espacios, pues para los políticos son formas de ganar seguidores y difundir los mensajes que luego se convertirán en leyes. Y para los cibernautas, puede ser que interactuar en estas redes sociales sea la posibilidad de elegir a uno u otro.
Por eso, con gran entusiasmo abrí el navegador y me di a la tarea de invertir tiempo valioso de Internet escuchando a los políticos modernos de mi país.
Salió en el buscador el TwitCasting con el hashtag #PregúntaleASandra. La transmisión empezó con el respectivo saludo y la explicación de que, a pesar de trabajar mucho, dedica tiempo para responder los mensajes en las redes sociales. Mandó una bendición y esbozó argumentos acerca de por qué quiere gobernar el país. Después vino la pregunta sobre si prefiere el caldo de pata o el de gallina, seguido de un mensaje especial por el Día del Cariño. La siguiente pregunta fue: «¿De cuántas mordidas se come un chocolate Crispín?». Después se embarcó en una sarta de dimes y diretes en la cual dijo que era una persona normal, con sentimientos y «corazoncito». Pasados los primeros cinco minutos, al escuchar que iba a aconsejar a alguien preocupado porque no conseguía novia, cerré el navegador.
Me di una segunda oportunidad y encontré en Youtube el video titulado Zury Ríos: ¿me escucha, Mr. Obama? Duró 60 segundos. Habló de un barco, de remar, de hundirse, de soberanía y de responsabilidad. Después de gritarle a Obama (con mayúsculas) invitó a que le escribieran mensajitos.
A pesar de sentir que ya era suficiente politiquería online, surgió la pregunta que me sigue causando preocupación y risa: ¿TwitCasting o mensajitos?
Más de este autor