Pero, más allá de lo incorrecto que pueda ser, no es que le falte sentido al cuestionamiento, ya que, por un lado, se argumenta que en el corto plazo (y dado que no existe nada más cobarde que el dinero ante la mínima incertidumbre) los niveles de inversión se contraen. En sentido contrario, se argumenta que en el largo plazo, contando con una sociedad dotada de reservas morales y con una administración pública altamente ética, la marcha de la economía se vera beneficiada.
Habrá que ap...
Pero, más allá de lo incorrecto que pueda ser, no es que le falte sentido al cuestionamiento, ya que, por un lado, se argumenta que en el corto plazo (y dado que no existe nada más cobarde que el dinero ante la mínima incertidumbre) los niveles de inversión se contraen. En sentido contrario, se argumenta que en el largo plazo, contando con una sociedad dotada de reservas morales y con una administración pública altamente ética, la marcha de la economía se vera beneficiada.
Habrá que apegarse a una lógica férrea para plantear el tema. Desde hace siglos sabemos que la política (o el político) es amoral (no inmoral). Entonces, no es complicado entender las actitudes y los comportamientos de los individuos en este plano. Sin embargo, es tiempo de recordar que el camino de la economía y el de la ética son paralelos y en ocasiones divergentes. Las lógicas puramente económicas no coinciden ni conviven con las razones o exigencias de la ética. La economía aborda los intereses de los individuos y el afán de enriquecimiento. La ética, por medio de la filosofía y especialmente de la religión, trata de moderar esos intereses y ese afán.
Y al fin de cuentas, para nuestro caso, ¿cuáles son los indicadores económicos que se han visto afectados por las acciones anticorrupción que corresponden al período de 2015 a la fecha? Y si alguno se ha visto afectado a la baja, ¿puede atribuirse esto exclusivamente a la implementación de medidas anticorrupción? Creo que no. Hay percepciones, pero no evidencia de que esto haya sucedido. Y si hay algo que ajustar, ese algo es la inversión pública, sobre todo cuando se ha establecido que algunas leyes y reglamentos que controlan la actividad pública no han funcionado en la práctica como se previó que funcionarían en el laboratorio teórico y pueden estar enredando o retardando procesos innecesariamente. Hablemos de los enormes costos económicos, humanos y ambientales que representan para nosotros la baja calidad de la obra pública y la ineficiencia de los servicios estatales. Ahí es donde se refleja de mejor manera el golpe estructural de la corrupción a la economía, no necesariamente en los indicadores macroeconómicos.
Esto último nos lleva entonces a un planteamiento teórico que permita buscar un equilibrio entre la eficiencia económica y la exigencia ética, pues hay que reconocer que, inmersos en un capitalismo deshumanizante, subordinar la lógica económica a la ética implica sacrificar, en parte, la eficiencia del aparato económico. Sí es posible mostrar que existe una rentabilidad razonable al preservar la dignidad humana, proteger el ambiente y generar reservas morales en la sociedad. Se empieza por buscar el equilibrio entre ética y economía.
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