elPeriódico reprodujo una parte de la entrevista a Zury Ríos, tanto en su versión digital como impresa. Lo interesante de la versión digital es que uno puede dar su opinión y también leer los comentarios de otros lectores. Al leer los comentarios escritos en la página de facebook sobre esta entrevista, me quedé atónita. De los comentarios, muy pocos hablaban sobre el contenido de la entrevista (que, a decir verdad, era digno de escandalizarse. Pero eso es harina de otro costal) y muchos sobre la apariencia física de Zury Ríos en la fotografía que acompañaba la nota. Las frases iban desde “¡Qué mujer más elegante! No como esas brujas horribles que hay en el Congreso” y “las psicópatas más peligrosas son las más bonitas” hasta “¡mamasota!” y “¡hot!”.
En el mismo contexto, tan sólo hace unos días escuche a alguien decir que era difícil tomar en serio a la Jueza Yasmin Barrios porque su voz era muy chillona y en una nota del mismo periódico, donde se presenta una fotografía de la Jueza, abundan las frases de “pobrecita, hagamos coperacha para que vaya al salón” y hasta alguien muy chistoso diciendo que “el pelo de esta señora debería ser declarado crimen de lesa humanidad”. Otra vez, ningún comentario sustancial sobre el contenido de la nota. Se está hablando de un hecho trascendental en la historia del país, pero qué importa, porque la Juez no se alisó el pelo. Se está hablando de crímenes serios, pero qué importa, porque tan linda la piel de Zury.
Lo que me hace pensar en que todas las mujeres que tienen algún tipo de influencia o poder en la política, son siempre objeto de un tipo de escrutinio que rara vez es aplicado a los hombres. Es una saña de origen machista, que se nota cuando a la Fiscal General le dicen despeinada, cuando a la Vicepresidenta le dicen gorda y “obsesionada con las cirugías plásticas”. No importa lo que hayan hecho, lo que hayan dicho, al final del día se sigue viendo, antes que nada, la imagen física. Esto al final lo que hace es trivializar a las mujeres, se les hace ver pequeñas, como objetos, como muñecas en una vitrina donde todos tienen derecho a criticar y burlarse.
Las mujeres en el ojo público son siempre juzgadas con más saña, con más crueldad, con más bilis que los hombres. La política se sigue viendo como un campo de hombres, donde las mujeres tienen poco lugar y encima, cuando lo tienen, se ven atacadas de la manera más trivial: por su peso, su pelo, su ropa. Casi nunca se juzga cómo se visten los hombres, si se pintaron el bigote, si engordaron más o menos. El hecho que le aclaren la piel y le retoquen las arrugas a las fotos del Presidente no se vuelve tema de discusión como sí lo hace que el vestido le quedaba apretado a la Vicepresidenta.
Desgraciadamente, no se puede decir que esto es un problema exclusivo de Guatemala. Sucede en todo el mundo. Se ve en el caso de Hillary Clinton y Condoleeza Rice, que aún siendo de las personas con más poder en el mundo, resultaron siempre siendo cuestionadas por los zapatos que usaron o el largo de su falda. El resultado es que se desmotiva a las niñas y mujeres jóvenes a participar y liderar actividades sociales o políticas, ¿por qué? Porque al fin y al cabo lo que importa no es qué tanto hagas, sino cómo te ves.
Pd. Recomiendo mucho ver el documental Miss Representation, sobre la imagen que transmiten los medios estadounidenses sobre las mujeres, y sus consecuencias.
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