En la manifestación convocada el pasado 26 de octubre, una multitud de más de un millón de personas en las calles de Santiago coreaba a viva voz: «A otros enseñaron secretos que a ti no. / A otros dieron de verdad esa cosa llamada educación».
La canción de Los Prisioneros ha sido convertida en una parte muy importante de la banda sonora de la revuelta chilena de 2019.
No hay que olvidar que El baile de los que sobran y Los Prisioneros están vinculados al plebiscito de 1998 como parte de la campaña por el no. Porque la banda, más allá de lo que la cultura popular del amante de la música de los 80 quiere recordar —seguramente Tren al sur—, tenía una propuesta de rebeldía en el contexto de la dictadura. A eso se debe su nombre: a considerarse presos en su propia sociedad.
Por eso, y sobre todo por las letras de sus canciones, no poca gente de bien les había adjudicado la categoría de resentidos sociales, un honor para cualquier rebelde anti-establishment, pero que dice mucho sobre lo que la estructura social era y sigue siendo en muchas partes de América Latina: desde el privilegio, explicarse el mundo diciendo que los pobres lo son porque no trabajan es más fácil que entender que las oportunidades no son iguales para todos o que simplemente no existen.
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De un documental producido en los años 90 por la televisión chilena vale la pena resaltar estas palabras del vocalista del grupo: «El público de nosotros es el que siempre quisimos tener, el que nos cruzábamos cuando íbamos por la calle, esa clase de gallo […] gente que no tiene poder, la gente que nosotros conocimos, que nunca iban a ser jefes, que siempre iban a ser juniors, aprendices, empleados, porque sus papas eran juniors, aprendices y empleados».
En una entrevista con el diario chileno La Tercera publicada hace pocos días, Claudio Narea, uno de los miembros de la banda, fue claro en señalar que si la canción sigue vigente es por una razón: «A la música nuestra, la gente la sigue viendo muy presente. Debe ser porque todos los gobiernos después de Pinochet han fallado. La desigualdad sigue siendo enorme».
Y esas palabras, a mi criterio, señalan algo importante: la crisis en ese país, como en algunos otros, no es una responsabilidad de gobiernos de derecha exclusivamente. Hace poco la izquierda progresista de América Latina contaba entre sus filas al gobierno de Chile. El poder siempre va a encontrar la forma de cubrir al poder.
El nombre de esta canción era el título de una columna publicada en un diario que ya no existe, allá a inicios de los años 2000, por un economista que el establishment quiteño consideraba radical. Y hablaba sobre la educación en Chile desafiando el mito del milagro y del crecimiento durante el gobierno de Lagos, no precisamente un hombre de derecha. Aires de profecía de los que no queda memoria digital.
Termino estas líneas escuchando a Jimi Hendrix con Machine Gun desde una grabación hecha en 1969. El reloj dice que son pasadas las seis, y un alma piadosa ha puesto una taza de café junto a mí.
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