Frente al mal manejo de la pandemia por parte del exgobernante Trump, quien seguía insistiendo en que la crisis sanitaria estaba bajo control y en que esta ya habría terminado para el Domingo de Resurrección, las encuestas empezaban a sonreírle al candidato demócrata. La presea al final de la larga carrera de Biden hacia la presidencia, iniciada tres décadas antes, estaba cada vez más cerca.
Pero para Biden esta carrera lucía más como un triatlón: el contexto político era volátil, las ...
Frente al mal manejo de la pandemia por parte del exgobernante Trump, quien seguía insistiendo en que la crisis sanitaria estaba bajo control y en que esta ya habría terminado para el Domingo de Resurrección, las encuestas empezaban a sonreírle al candidato demócrata. La presea al final de la larga carrera de Biden hacia la presidencia, iniciada tres décadas antes, estaba cada vez más cerca.
Pero para Biden esta carrera lucía más como un triatlón: el contexto político era volátil, las tensiones raciales suscitadas luego de la ejecución de George Floyd a manos de la policía de Minneapolis persistían y las denuncias espurias del exmandatario de un aparente fraude electoral se propagaban como los incendios forestales del verano. Y, pese a competir limpiamente y a ganar las elecciones en noviembre de manera abrumadora, un conato de golpe de Estado provocado por Trump en enero de este año quizá habría frustrado dramáticamente las ambiciones de Biden y le habría vedado a este el mayor premio político de su trayectoria como servidor público.
Felizmente, la crisis política se superó y la próxima semana se celebrarán los primeros 100 días de la toma de posesión de Biden como presidente de Estados Unidos. Los segmentos más progresistas del ala demócrata no se hacían muchas ilusiones respecto a la profundidad de los cambios estructurales para subsanar la economía y los efectos sociales de la pandemia. Para muchos, de Biden se podía esperar a un presidente restaurador, pero no necesariamente a uno transformador.
Sin embargo, hay varias estrategias que Biden y su administración han adoptado y que en estos primeros tres meses en la presidencia delinean una hoja de ruta en cinco ejes vitales que apuntan hacia transformaciones —esperemos— aceleradas y sostenidas:
- Equidad racial en políticas y programas
- Reasunción del liderazgo en materia de relaciones internacionales
- Megainversiones para apoyar a las clases medias y trabajadoras afectadas por el covid-19 (Plan Estadounidense de Recuperación)
- Megainversiones en infraestructura, en energía renovable y en creación de trabajos (Plan Estadounidense de Trabajos)
- Reimpulso de la agenda sobre el cambio climático
[frasepzp1]
Según el periodista Ezra Klein, Biden está reconfigurando la forma de diseñar y negociar su cartera de políticas públicas apostándole ya no tanto a la economía como a la política. Por un lado, el presidente y sus asesores hacen mayores cálculos políticos que económicos e invierten más tiempo en negociar con legisladores demócratas que con legisladores republicanos. El punto de partida, dice Klein, es el colapso institucional de la derecha. Los demócratas han terminado de comprender que no se puede contar con acuerdos bipartidistas con los republicanos para avanzar hacia los propósitos legislativos del presidente ya mencionados. Por otro lado, los estrategas se dejan influir menos por los riesgos o las implicaciones económicas de sus planes en el entendido de que para satisfacer a mayores segmentos de la población es necesario replantear una mayor intervención del Estado a fin de paliar las inequidades. Para Klein, el éxito en el avance de esta agenda más progresista se deriva también de que los actuales asesores de Biden son jóvenes tecnócratas afectados por la deuda estudiantil, la Gran Recesión y las desigualdades raciales, pero sobre todo por las fallas del mercado que aceleran el cambio climático.
Me parece acertado el análisis del pragmatismo bideano, pero considero que, si bien no todas las medidas de este presidente son perfectas (todavía está por verse la efectividad de su abordaje del tema migratorio en la región centroamericana), a él también le mueve, a su edad, dejar una marca indeleble en su presidencia por medio de una lectura de las crisis y de las circunstancias históricas actuales más consciente que la de su predecesor.
La confianza de la ciudadanía en las fuerzas policiales, en las instituciones políticas y en los fundamentos democráticos se va erosionando ante el avance de un sistema capitalista depredador del cual no sabemos si las políticas económicas de Biden lograrán doblegarlo. Esperemos que ese sentido de transformación que Biden transmite con urgencia, pero también con serenidad, no se diluya antes de que se cierren las ventanas de oportunidad y entremos a la próxima carrera electoral de medio período en 2022.
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