¿Costo financiero?
Funes aclaró que alrededor de 66 millones de dólares se “perdieron” fruto del costo financiero, que no necesariamente se refiere a las fluctuaciones cambiarias o a porcentajes pactados. Por lo tanto ¿qué debemos entender por costo financiero? Como si no existieran tensiones y agresiones mediáticas entre el partido de gobierno y de oposición, la culpa recayó nuevamente en los gobiernos anteriores –culpa de los 20 años de Arena. Ante tal escenario, me gustaría ver la acción tenaz y decidida del Fiscal General de la República, que tendría que abrir inmediatamente el curso de investigación en la cual se tendría que “desglosar” el significado de tal costo financiero. Dicha acción no sería del nada novedosa, pues en otros países, incluyendo Centroamérica, el fiscal general ha liderado la lucha contra la corrupción, incluyendo en esos procesos a ministros, ejecutivos e incluso a ex presidentes. Pero como todavía no tenemos Fiscal General, no nos queda de otra que olvidar y dejar para después la investigación. De todos modos, ya se gastaron los milloncitos, y hasta nos tacharían de necios si preguntáramos nuevamente ¿Quién se los gastó? ¿En qué se invirtió? Creo que como población tenemos derecho a saberlo, ¿o no?
El ministro de Obras Públicas Gerson Martínez, señaló que el presupuesto que recibió y al cual se apegó, fue de alrededor de 30 millones de dólares. Significa que con el dinero perdido por el “costo financiero” se hubiesen construido dos bulevares más. ¿Qué nombre les hubiesen puesto?
La votación
Diez nombres fueron los que entraron en concurso para sustituir a Diego De Holguín. ¿Por qué cambiar el nombre? Creo que tal acción se justifica por la ya conocida maniobra política paternalista, “la obra es mía y yo la bautizo”.
En la web del Ministerio de Obras Públicas (MOP), se colocó el listado de las posibilidades:
- Bulevar El Salvador,
- Bulevar 16 de enero de 1992
- Bulevar de los Trabajadores
- Bulevar de la Paz
- Bulevar de la República
- Bulevar de la Integridad
- Bulevar Bicentenario
- Bulevar Salarrué
- Bulevar de la Transparencia
- Bulevar Claudia Lars
Es de señalar que al final de las diez opciones, había un espacio en blanco, en el cual cualquier ciudadano podía aportar y agregar un nuevo nombre al listado. Yo no vi que el listado creciera, y tampoco me percaté de cuántos votos iban ganando los nombres, práctica que es usual en la web del MOP. Gerson Martínez señaló que al tener los tres más votados, que según el único informe fueron Bulevar El Salvador, Claudia Lars y Bicentenario, envió al presidente Funes las propuestas.
Y sin saber cuántos votaron, Funes decidió rebautizar a la obra vial como bulevar Monseñor Romero. Ante tal decisión, los alcaldes de Santa Tecla, Antiguo Cuscatlán y San Salvador, manifestaron en su momento que según el Código Municipal en su artículo 4, tal decisión correspondía a ellos y no al presidente ni al ministro de Obras Públicas. Revisando los 28 numerales del mencionado artículo, puede ser que exista tal corresponsabilidad, pero lo que sí puedo decir como ciudadano, es que si me van a preguntar por internet, facebook y encuestas callejeras sobre el nombre de algo, lo mínimo que me gustaría escuchar y leer, es que tomaron en cuenta mi voto. Por lo tanto no tiene sentido que nos pregunten por algo que de antemano ya tenían decidido. De cualquier manera, de haber visto la propuesta de bulevar Monseñor Romero, yo hubiese votador por tal nombre.
¡Le guste o no le guste!
Durante el discurso de inauguración Gerson Martínez, ministro del cual puedo decir que es decente y trabajador, fue alabado por su buen desempeño y actuación responsable durante la ejecución de la obra. Tal reconocimiento, si bien es merecido, no tendría que ser mencionado como algo extraordinario pues simplemente realizó su función pública, pues de hecho hizo lo que tenía que hacer. Así como todos los días aquella señora se levanta temprano para poner su venta de pupusas, así los funcionarios públicos tienen que prepararse día a día para cumplirle al pueblo salvadoreño el encargo que se les ha dado. De tal manera que esperamos que Martínez siga mostrando idoneidad en su cargo público, así como tendrían que hacerlo todos los funcionarios de gobierno.
El contraste apareció con la frase famosa de Funes, ¡Le guste o no le guste a quien sea, este se llamará de ahora en adelante bulevar Monseñor Romero! Ni la presencia de Gaspar Romero, hermano menor de Monseñor Romero, ni la bendición de Monseñor Rosa Chávez, lograron cambiar el discurso del Presidente, convirtiendo una obra que fue construida para unir y dar esperanza a los salvadoreños, en una que desde su inauguración tuvo señalamientos y agresiones hacia el partido de oposición y empresa privada, pero sin fiscal que tome nota, el regaño se lo llevó el viento. Creo, en mi opinión, que Monseñor Romero no se hubiese prestado para que su nombre fuera usado para que un salvadoreño atacara a otro.
De tal manera que aclarando el costo financiero, la votación desapercibida y el discurso maltrecho de inauguración, la obra sería digna de llamarse bulevar Monseñor Romero, les guste o no les guste.
* El autor nació en Guatemala. Realizó estudios de Humanidades y Filosofía en la Universidad Rafael Landívar de Guatemala. En el año de 2004, ingresó al Noviciado de la Compañía de Jesús en Panamá. Cursó la licenciatura en Comunicación en la Universidad Centroamericana, UCA, de Managua. Actualmente se encuentra en El Salvador, colaborando en el proyecto de “Aula Tecnológica” en Fe y Alegría Zacamil.
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