Este seminario fue coordinado y moderado de forma sobresaliente por el antropólogo mexicano/español Alejandro Agudo Sanchíz a quien esperamos nuevamente con los brazos abiertos.
Es loable que la URL aborde la complejidad y los alcances de la violencia en Guatemala. Este ejercicio puede servir para contrarrestar la sobrecodificación de los discursos “massmediáticos”, políticos y empresariales que delimitan el campo de visión únicamente al debate de la seguridad. Analizar y debatir cómo la violencia se multiplica y, en cierta forma, intensifica el modelo de sociedad que vivimos los guatemaltecos, nos permite plantear preguntas mucho más profundas de las que proponen en este momento “expertos” nacionales e internacionales, las ONG bienpensantes y las corporaciones transnacionales. El estudio de la violencia no se reduce únicamente a nominar cuántos oficiales de policía se necesitan por cada mil habitantes, salarios, la profesionalización y combinación de fuerzas del “orden” para la persecución de “criminales”, la liberalización y/o persecución del consumo y tráfico de drogas, el robo de celulares o medir la inocuidad de espantacacos y subidas a volcanes.
Abordar el estudio de la violencia como eje transversal nos permite establecer referentes de análisis sobre la proliferación de estrategias de poder instituidas a lo largo de la historia guatemalteca que han llegado a ser instituyentes de prácticas cotidianas a nivel macro, meso y micropolítico. En otras palabras, comprender por qué, para esta sociedad, la violencia ha sido y es una tecnología fundamental en la constitución y reproducción social, así como explicar cómo y por qué, a pesar del hastío, nos aferramos a ella fanáticamente.
En el seminario identificamos y nombramos (de forma introductoria) algunos campos básicos para la construcción de esta enorme empresa, al tiempo que desarrollamos interesantes cuestionamientos epistemológicos, teóricos, metodológicos, éticos y políticos que servirán de guía para las investigaciones en marcha, así como para futuros diseños. Problematizamos el distanciamiento de los cómodos enfoques que reducen el debate al monopolio de la “violencia legítima”, la comprensión de las zonas grises que cumplen funciones reticulares (de forma que, por ejemplo, no es difícil pasar de la categoría de víctima a la de victimario), la violencia estructural (la miseria, el hambre, los desplazamientos territoriales), las violencias corporativas nacionales y transnacionales (desde las fincas hasta las mineras y petroleras), las violencias sacrificiales, la normalización de los estados de excepción, los holocaustos y gérmenes genocidas, las violencias de género y racistas.
Pudimos de esta forma abrir la mirada y comprender cómo estas violencias se articulan acumulativamente en redes que atraviesan instituciones, procesos históricos, personas, al tiempo que son instrumentalizadas por grupos sociales con intereses privados específicos que sacan provecho de la desventura generalizada de los guatemaltecos.
Considerando los alcances institucionales de la URL (infraestructurales, teológicos, filosóficos, políticos y académicos), en el marco de este excelente esfuerzo, sería fundamental definir los pasos siguientes, excediendo claro los límites particulares de la investigación social. Es fundamental convertir este debate en un componente reflexivo medular que acompañe la formación de todos los estudiantes (y docentes) landivarianos para que trasciendan el elemento ideológico deformador característico de los discursos dominantes desplegados por campañas publicitarias enfocadas en las “actitudes positivas”, los nacionalismos de pacotilla, la “Mcaridad” y los dogmas de mercado con los que son “formados” como ciudadanos de consumo/trabajo estudiantes de otras universidades privadas.
La URL es un espacio ideal para comprometer a los estudiantes que pasan por sus aulas (no solamente mediante EDPs, sino con cursos que acompañen las carreras de inicio a fin, la definición de proyectos de tesis, etcétera) con el abordaje de la complejidad sociohistórica y la búsqueda, desde todas las disciplinas de estudio, de alternativas a este poder fascinado con la destructividad y la muerte. ¿Cómo interpelaría este eje transversal el quehacer y profesionalización de ingenieros, arquitectos, abogados, comunicadores, diseñadores, filósofos, teólogos, agrónomos, politólogos e internacionalistas? La Universidad (especialmente sus facultades), inspirándose en el ejemplo de la VRIP, podría organizar racionalmente los medios de los que dispone para la consecución de este particular fin, logrando de esa forma generar un aporte sustantivo a la transformación de la historia nacional.
Más de este autor