No es el primer guatemalteco que nos representa en un concurso fuera de nuestras fronteras.
Recordemos a nuestros deportistas, artistas, intelectuales y demás paisanos de distintas épocas que han llevado el nombre de nuestra tierra más alto que el cóndor y el águila real. En esta ocasión fue una niña de 12 años, Karla Herrarte, quien ganó el primer lugar de la segunda edición de La Academia Kids, realizada en la ciudad de México.
Hubo muchos temores y razonamientos que inundaron las ideas de nosotros los guatemaltecos conforme avanzaban los conciertos: que no le van a dar el primer lugar, que van a preferir a un mexicano, que la van a expulsar antes de la final, que le van a dar el segundo lugar, etc. En mi caso, imaginé que, tal y como ha sucedido con otros chapines concursantes en México, por razones económicas, imagen empresarial u orgullo nacional, por más talentosos que fueran los chapines, no era conveniente que un extranjero les ganara a los nacionales.
Por tales supuestos es honesto reconocer que tanto la producción como la empresa y los jueces de La Academia Kids en México no se vendieron. De forma profesional y sin compraventa de botones rojos o verdes, me parece que fueron justos e imparciales. La prueba clara es que hoy podemos decir que una guatemalteca ganó el primer lugar en un concurso realizado en México. Dicho de otra forma para que quede claro, Karla ganó el primer lugar y con gran sencillez y humildad está pensando en continuar su formación profesional y en aprovechar las oportunidades que otros países y productores han puesto a su disposición.
Durante los sábados que duró La Academia Kids nos sentimos obligados a estar al tanto de la participación de nuestra representante amatitlaneca y esperar lo mejor. Nos fuimos sintiendo orgullosos semana tras semana al ver la destreza y la capacidad vocal de nuestra paisana. Esto nos indica que, con las condiciones necesarias, sí es posible desarrollar las habilidades y crecer profesionalmente.
Pero el orgullo que sentimos tiene otro lado. Da tristeza pensar que, de quedarse en Guate, Karla no hubiese sido reconocida y admirada a nivel nacional. Si mucho, hubiese participado en las ferias y en la Teletón. De pura suerte, posiblemente, la hubiesen invitado a un programa nacional sin más pena ni gloria que la foto puesta en su Facebook. Nuevamente, justo es reconocer y agradecer a México y a La Academia Kids por el gran favor que nos han hecho: mostrarnos que en Guatemala hay talento y, específicamente, permitirnos conocer a Karla y ser testigos privilegiados del inicio de su carrera como artista internacional.
¿Y en Guate?
Supongo —me dicen si miento— que, de ser posible un concurso de este tipo en nuestro país de la eterna primavera, siguiendo el patrón de conducta de nuestros empresarios y políticos, de cada 100 quetzales destinados a la producción, 70 se perderían; en lugar de poner 45 luces, se alquilarían 10; y, en vez ofrecerles a los jueces jugo natural y pan recién salido del horno, les llevarían jugos en caja y galletas. Y en ese concurso ganaría el que más plata o apellido mostrara, y se sabría desde el inicio que el primer lugar ya pagó los botones verdes.
¿Cuándo tendremos en Guatemala una producción o un concurso como La Academia Kids? ¿Qué evento reúne en Guate a niños talentosos de América Latina? ¿Cuándo apoyaremos a nuestros talentos nacionales para que no tengan necesidad de probar suerte en otros países? En realidad, todas estas preguntas son monólogos de los cuales no obtengo respuesta y me siento tan ignorante como aquel que no sabía quién había diseñado el Teatro Nacional.
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