La madrugada del 16 de noviembre de 1989, miembros del batallón de infantería Atlacatl, ingresaron al recinto de la Universidad Centroamericana “José Simeón Cañas” (UCA), de El Salvador, y asesinaron a seis sacerdotes jesuitas y dos colaboradoras.
Los cuerpos quedaron tendidos en el que ahora conocemos como El Jardín de Rosas, lugar de visita obligado para todo aquel que se considere peregrino de la justicia y paz. La habitación donde asesinaron a las dos colaboradoras de los jesuitas, se ha convertido en un oratorio, espacio sagrado destinado a la oración y meditación.
Han pasado 25 años de la masacre en la UCA, y como es costumbre, comunidades campesinas, universitarios, académicos y diplomáticos se congregaron en El Salvador para recordar una vez más el legado de los Mártires, y levantar la voz para exigir justicia, ser promotores de la paz y reconocer la dignidad de las víctimas que aún se mantienen al margen de la historia oficial.
En la UCA se realizan diversas actividades para recordar el legado de los Mártires; conferencias, encuentros deportivos, charlas, exposiciones fotográficas, visitas guiadas y elaboración de alfombras. Estas últimas se han convertido en símbolo claro del aprecio hacia los Mártires, razón por la cual varios grupos se preparan con meses de anticipación para la larga jornada en la cual le dan color y vida al cemento con figuras, imágenes y frases. Rostros de los Jesuitas, de Elba y Celina, imágenes de un Cristo Resucitado, frases del evangelio tales como “no hay amor más grande que dar la vida por los amigos” (Jn 15, 13), y otras; toda la creatividad posible para recordarles en el 25 aniversario.
Un grupo de estudiantes jóvenes de la UCA iniciaron su alfombra con el número 3 en color rojo. A la izquierda le siguió el número 4. El fondo blanco que utilizaron resaltó los números que juntos formaron 43. Inmediatamente los números, primeros en la alfombra de varios metros, nos obligaron a pensar en palabras como “México, Iguala, Ayotzinapa, desaparición, estudiantes, impunidad”.
En lo que unos terminaban los números, otros empezaban a formar la frase “cese la represión”, en clara alusión a una de las homilías de Monseñor Romero. Curiosos y turistas acompañaban a los jóvenes en sus horas de trabajo. Poco importó el sol y pasar agachados y arrodillados. Debajo de la frase primera se adivinaba la segunda que relacionaba los números: “No puedo dar clase. Me faltan 43”. Agregaron una sentencia que nos invitaba a dejarnos afectar por la tragedia: “No quiero que mañana me faltes tú…”. Once siluetas de varios colores que representaban a “muchos” separaban la frase final: “AYOTZINAPA SOMOS TODOS”. Y por si fuera poco, aparecieron unas palmas con 43 fotografías y mantas con el hashtag #Solidaridad.
Durante la procesión de farolitos, Eucaristía y vigilia, fueron recordados los “43”, y tras presentar las mantas como ofrenda y repetir consignas, en el 25 Aniversario de los Mártires de la UCA, hubo tiempo para recordar y reconocer que el terror sigue desangrando nuestra sociedad. Que madres, padres, hermanos y amigos, siguen derramando lágrimas por aquellos masacrados. Que en lugar de avanzar en reconciliación y perdón, la locura de los poderosos, políticos y corruptos sigue destrozando a los pobres e indefensos.
En la UCA, salvadoreños y extranjeros gritaron ¡Presentes! al recordar a los 43, y los jóvenes decidieron que para denunciar las injusticias y solidarizarse con Ayotzinapa, siempre es un buen momento.
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