Sin embargo, sucede que involucra a dos hombres poderosos en el entramado del poder político nacional: los hermanos Armando y Érick Melgar Padilla. Aquel, militar retirado y convertido oportunamente en diputado. Este, militar en activo recién ascendido a general de brigada sin méritos visibles para ello.
Armando Melgar Padilla, hoy congresista por el partido de gobierno, asumió la curul ante la salida anticipada del titular Alsider Antonio Arias. Melgar Padilla salió de la oficina presidencial, donde fungía como asesor del gobernante Jimmy Morales luego de ser señalado de dirigir una operación de espionaje contra líderes sociales, políticos y periodistas. Con la ocupación de la curul, el exguardaespaldas de Morales y asesor obtiene inmunidad y, por lo tanto, adquiere el derecho de antejuicio. Es decir, se escuda en una posición en el Legislativo ante un eventual avance de la investigación de su responsabilidad en espionajes ilegales.
Mientras tanto, su hermano, que había pasado por la Dirección General de Control de Armas y Municiones (Digecam), es promovido como director de la Escuela Politécnica (academia militar), posición que ocupó hasta ser ascendido a general de brigada y, por lo tanto, trasladado como comandante del cuartel Guardia de Honor. Esta posición es muy apreciada dentro de las fuerzas armadas tanto por la importancia política de ese comando como por su valor estratégico. Dicho cuartel ha sido clave para el éxito o fracaso de golpes militares, por lo que el nombramiento se consideró un mecanismo del Ejecutivo para garantizarse un militar de confianza en esa posición.
Sin embargo, al parecer, el nombramiento, más que ofrecer un anillo de protección presidencial, era un enroque de aseguramiento del mismo militar. Así lo habría evidenciado el hecho de que se le mencione cuando el 16 de los corrientes se producen las capturas del exfiscal contra el Crimen Organizado Rony López y otros implicados en manipulación de la justicia por la muerte de Melgar Moreno.
Y allí comienza el entramado del laberinto armado por las propias fuerzas armadas. El tribunal emitió orden de captura contra el militar. Sin embargo, en una interpretación antojadiza, el Ministerio de la Defensa (Mindef) la interpretó en principio como un citatorio. Al ser notificado de nuevo de que era una orden de aprehensión, el Mindef, dirigido por Luis Miguel Ralda Moreno, indicó que el comandante Melgar Padilla estaba de franco. Luego informó que no lograba comunicarse con su subordinado, pues este «no respondía el teléfono».
Al Ejército de Guatemala le tomó más de 72 horas contactar a un miembro de su cuerpo, un oficial de alto rango a quien tranquilamente esperaron en el cuartel que dirigía. El día que se presenta de nuevo a labores coincide con la audiencia en la cual la jueza Claudette Domínguez, por considerar que él tiene derecho de antejuicio por supuestamente ocupar la presidencia de un tribunal militar, le concede la anulación de la orden de captura. En su valoración, la jueza argumenta que, si bien la Constitución no le otorga ese privilegio, tampoco lo prohíbe y prácticamente emite una resolución prevaricada, la cual se constata cuando queda probado que Melgar Padilla no fue juramentado por el Organismo Judicial por no tener la calidad requerida como juez para disfrutar del antejuicio.
Es decir, en un enredo desde el Organismo Ejecutivo, tanto Armando como Erick Melgar Padilla han contado con estructuras funcionales a su pedido de impunidad. Luego, en el caso de Armando, desde el mismo Congreso, en el cual la salida de un diputado le permite ocupar una curul para obtener inmunidad. Finalmente, desde el Judicial, donde una jueza emite una resolución prevaricada con tal de librar a Erick Melgar Padilla de la orden de captura: una resolución a la cual llega la togada luego de que el militar tuviera al mismo Mindef como cómplice en su proceso de ocultamiento de la justicia y de construcción de la artimaña legal para obtener impunidad.
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