Esta semana lo acaba de mostrar el trabajo impresionante de Luis Ángel Sas respecto al tren de gastos superfluos del inquilino de la casa presidencial. Con paciencia de tejedor ancestral, el reportero de Nuestro Diario revisó miles de facturas obtenidas mediante el uso de la Ley de Acceso a la Información. Mediante esta labor extrajo información que luego ordenó en un formato comprensible al público lector. Así, la ciudadanía pudo saber que, de sus impuestos, la Secretaría de Asuntos Administrativos y de Seguridad de la Presidencia (SAAS), sucesora del tenebroso Estado Mayor Presidencial (EMP), había gastado miles de quetzales en caprichos de niño rico para Jimmy Morales.
Entre otros datos, por ejemplo, pudimos saber que, para cumplir con una invitación a jugar tenis con el nuevo embajador de Estados Unidos, Luis Arreaga, Guatemala le compró a Jimmy Morales una playera, zapatos, raqueta, pantaloneta, calcetines y tal vez ropa interior solo para la ocasión por casi 20 000 quetzales. También supimos que las miradas del gobernante llegan a través de lentes Carolina Herrera que superan los 60 000 quetzales y que recibe masajes privados, consume miles de libras de camarones y bebe de los más finos licores. Aún no sabemos para qué compra collares y otras chucherías, siempre con nuestros impuestos.
Todo esto habría sido imposible de saber sin el arduo y tesonero trabajo periodístico, algo que escasea en Guatemala porque no siempre ni en todos los medios las y los periodistas logran ejercer plenamente su oficio debido al monopolio de la propiedad en la prensa comercial. El caso de la televisión abierta, por ejemplo, que está en manos de un potentado que mediante el control de esta pone gobernantes, congresistas y alcaldes en el país. De igual forma incursiona en la radio, donde disputa el monopolio con un reducido grupo de familias, mientras en el terreno de la prensa impresa también hay concentración de la propiedad.
A diferencia de esos espacios, en el de esta casa, Plaza Pública, abundan las muestras de ejemplar periodismo. En este medio han conocido la luz muchos datos que han permitido informar a la sociedad sobre situaciones que distintos sectores y entornos han querido mantener ocultas. Búsqueda del dato duro, balance en la obtención de versiones de desmentido, variedad en las fuentes de información e innovación constante en las formas de presentar los datos son, entre muchas más, las acciones que han hecho de este un medio que ha nacido para quedarse.
Y la clave de ello ha sido un trabajo profesional que respeta y se atiene a las reglas del periodismo. Por ende, como tal, constituye uno de los más valiosos aportes que la Universidad Rafael Landívar (URL), que lo cobija, ha podido hacer a la construcción democrática en Guatemala. Esta democracia inmadura, débil y debilitada, que necesita de muchos más pilares para sostenerse y consolidarse, tiene en este esfuerzo uno de los mejores mecanismos para alcanzarlo.
El desafío es grande. Tarde o temprano, todos los medios viven momentos de definición, de crisis que traen consigo el peligro, pero también la oportunidad. Este momento es crucial para que Plaza Pública y, con ella, la URL ofrezcan un aporte valioso al desarrollo democrático en el país. Se lo deben al público lector, pero sobre todo a la sociedad guatemalteca, esa que día a día requiere de estar informada con veracidad.
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