La rapidez de la pérdida de confianza y de apoyo ciudadano que está sufriendo Jimmy Morales es proporcional a la altura de las expectativas con las que ganó las elecciones.
Es natural en el ciclo político que un gobernante empiece con niveles altos de popularidad, la denominada luna de miel política. Luego, conforme la gestión de gobierno avanza, la popularidad va perdiéndose en un desgaste que se acumula hasta alcanzar casi el fastidio y el rechazo al final de la administración. Lo que quizá cambie de un gobernante a otro es la velocidad con la que este proceso ocurre.
Creo que algo que condiciona la velocidad de este proceso es la magnitud de l...
Es natural en el ciclo político que un gobernante empiece con niveles altos de popularidad, la denominada luna de miel política. Luego, conforme la gestión de gobierno avanza, la popularidad va perdiéndose en un desgaste que se acumula hasta alcanzar casi el fastidio y el rechazo al final de la administración. Lo que quizá cambie de un gobernante a otro es la velocidad con la que este proceso ocurre.
Creo que algo que condiciona la velocidad de este proceso es la magnitud de las expectativas de los electores. Si la ciudadanía percibe que el gobernante electo no es muy bueno, que era el menos malo o que su honestidad es cuestionable, pues no se sorprenderá cuando cometa errores o surja un escándalo. El presidente empezará con popularidad, confianza y apoyo medios, pero no los perderá rápidamente. En cambio, si las expectativas eran altas, entonces el riesgo de desilusión o de enojo ciudadano puede resultar muy serio, ya que la ciudadanía se sentirá defraudada o engañada. Y con ello la pérdida de confianza será acelerada, mucho antes del fin del período de gobierno.
Creo que este último es justo el caso de Jimmy Morales, no porque se lo hubiese elegido con la expectativa de que fuera un gran estadista, con experiencia y conocimiento para gobernar, sino precisamente por carecer de ello, por ser un outsider alejado de la política tradicional etiquetada con el mote de vieja política, con la esperanza de que lo nuevo fuera cumplir el eslogan de «ni corrupto ni ladrón». Quizá en democracias más desarrolladas esta no parezca una expectativa muy alta. De hecho, luciría peligrosamente ingenua. Pero para Guatemala era un gran salto al vacío en el que los electores abrazaron la esperanza de que al rechazar la política tradicional elegirían al promotor de un cambio, que, aunque no lograra gran cosa en gestión pública, sí lograría mucho al no saquear el erario público, como se está demostrando que fue el caso de Otto Pérez, Roxana Baldetti y toda su gavilla.
Y esas, para Guatemala, fueron las expectativas más altas posibles para el gobernante electo. Y en consecuencia, el castigo en la forma de un crecimiento acelerado de las cuotas de enojo, desilusión y desconfianza ciudadana hacia Jimmy Morales y su entorno. Las torpezas, los errores y los escándalos se están acumulando peligrosamente para Morales: nombrar como ministra de Comunicaciones, Infraestructura y Vivienda a una contratista incumplida con el fisco; la compra por parte de FCN-Nación de una pandilla de tránsfugas; su vínculo con los miembros de la denominada juntita militar y su pasado criminal; el escándalo de espionaje de la SAAS, que revuelve el recuerdo pestilente del Estado Mayor Presidencial; proponer una reforma tributaria para luego retirarla; dormirse durante la explicación del presupuesto; etc.
Pero, sin duda, la peor y más grave es la vinculación, aceptada por el mismo Jimmy Morales, de su hijo y su hermano con uno de los casos más rancios de corrupción del régimen de Otto Pérez: Anabella de León y el caso Botín Registro General de la Propiedad. Aunque en rigor jurídico los familiares del presidente han hecho lo correcto, presentarse voluntariamente al Ministerio Público a declarar, la percepción ciudadana es totalmente contraria al presidente y se propaga el convencimiento de que «ni corrupto ni ladrón» fue un embuste artero más de la vieja política, sin distinción de las mentiras de Pérez o de Baldetti.
Así las cosas, ¿cuánto del apoyo ciudadano inicial le quedará a Jimmy Morales? ¿Será consciente él del deterioro?
Ricardo Barrientos es especialista en temas de política fiscal. Fungió como viceministro de Finanzas Públicas de Guatemala de 2009 a 2010. Durante el período 1994-2005 se desempeñó como director y asesor técnico en la Dirección de Análisis y Evaluación Fiscal de ese mismo ministerio. Como consultor independiente ha realizado trabajos de investigación sobre política fiscal, así como sobre evaluación y seguimiento de políticas públicas. Ha publicado trabajos sobre política tributaria y análisis de la evasión tributaria en Guatemala. Fue consultor independiente para el Grupo Promotor del Diálogo para el Pacto Fiscal, responsable de cubrir el área de tributación indirecta. Realizó estudios de doctorado en Matemática en la Universidad de Barcelona, España (2005-2006). Tiene un Certificado en Tributación Internacional de la Universidad de Harvard, Estados Unidos (2000). Es matemático en el grado de licenciado por la Universidad del Valle de Guatemala (1995).
Ricardo Barrientos es especialista en temas de política fiscal. Fungió como viceministro de Finanzas Públicas de Guatemala de 2009 a 2010. Durante el período 1994-2005 se desempeñó como director y asesor técnico en la Dirección de Análisis y Evaluación Fiscal de ese mismo ministerio. Como consultor independiente ha realizado trabajos de investigación sobre política fiscal, así como sobre evaluación y seguimiento de políticas públicas. Ha publicado trabajos sobre política tributaria y análisis de la evasión tributaria en Guatemala. Fue consultor independiente para el Grupo Promotor del Diálogo para el Pacto Fiscal, responsable de cubrir el área de tributación indirecta. Realizó estudios de doctorado en Matemática en la Universidad de Barcelona, España (2005-2006). Tiene un Certificado en Tributación Internacional de la Universidad de Harvard, Estados Unidos (2000). Es matemático en el grado de licenciado por la Universidad del Valle de Guatemala (1995).
OTROS ESPECIALES DE PLAZA PÚBLICA
Más de este autor